CAPÍTULO 6

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SONIA

Había llegado a casa sobre las once de la mañana después de haber pasado toda la noche con James. Dejé mis cosas en el sofá y me fui directa a la ducha. Ya habían pasado cuatro semanas desde que Nicholas le había agredido en la calle, cuatro semanas desde que James entró en coma. Después de haberles explicado todo aquella noche se encargaron de mi novio mientras murmuraban que no tenían mucho tiempo. Cuando salieron me dijeron que había hecho todo lo que habían podido y que de momento era demasiado pronto para ver si estaba bien o le había quedado alguna secuela. Aquella noche me quedé con él y al cabo de unos días, me dieron la peor noticia que en ese instante podía escuchar; mi novio estaba en coma. Todo se me vino abajo. No se lo dije a nadie, ni a mis padres, ni a los suyos y ni siquiera a nuestros amigos. Sabía que lo hice mal pero cofiaba en que James se recuperara pronto, no quería darle un susto a nadie.

Pero ya habían pasado cuatro semanas desde que entró en coma y los médicos me afirmaban que, de momento, no habían señales de mejora. Abrí el grifo e instantáneamente el agua empezó a correr por mi cuerpo desnudo. Había tantas cosas que se me cruzaban por la mente. Pero la peor era que el causante de todo esto, había desaparecido. Hacía una semana había decidido denunciarlo pero cuando me planté en la comisaria de policía, me arrepentí. Ahora yo era vulnerable. Si lo denunciaba posiblemente volvería a por mí y no deseaba que la tomase conmigo. Y, aunque no fuera justo lo que había hecho, decidí hacerlo más adelante, cuando las cosas se hubiesen calmado un poco y James estuviera recuperado. Porque estaba segura de que eso pasaría, de que él se recuperaría y nuestra vida volvería a ser como era antes.

Apagué el grifo y salí de la ducha. Me enrollé una toalla en el cuerpo y dejé mi pelo mojado suelto. Cuando me vi reflejada en el espejo, dudé de si esa chica que me devolvía la mirada era yo. Las ojeras cada vez eran más pronunciadas, los labios los tenía agrietados y pálidos y mis pómulos estaban hundidos. Era consciente de que esto me estaba empezando a pasar factura. Apenas comía y siempre estaba en el hospital, con James. Mi vida se había convertido en eso; velar por la seguridad de mi pareja. Todo esto me demostraba que James era lo más importante en mi vida. Que él era el amor que siempre estuve buscando. Que con él todos mis deseos se podrían hacer realidad.

Suspiré, pasándome las manos por la cara. Necesitaba que se terminase, que todo este mal trago acabase. Pero sabía que aún nos quedaba un largo camino por recorrer. Me vestí rápidamente y me hice el pelo. Salí del cuarto de baño y me fui a la cocina para prepararme algo. Sin embargo, nada más darle un mordisco al sándwich, me puse a llorar. A llorar porque él no estaba aquí conmigo. Me quedé mirando la silla vacía que había justo enfrente de mí. Aquella en la que se sentaba James siempre que íbamos a comer. Me terminé el sándwich entre lágrimas y sollozos y para cuando quise darme cuenta ya estaba de camino al hospital, otra vez. No podía pasar ni unas horas alejada de James, le quería demasiado como para dejarle solo.

Cuando entré al hospital, los mismos médicos que habían atendido a James estos días me saludaron con la mano y me sonrieron. Les devolví el gesto y cogí el ascesor para ir a la planta en donde estaba la habitación de mi novio. A pesar de todo lo que había sucedido el primer día en que nos conocimos, ahora éramos amigos. Tantas horas aquí metida tenía que desahogarme con alguien. Llegué a la planta y caminé hasta la habitación 493. Entré, dejé mi bolso en la silla que había junto a la cama y me acerqué a James. Seguía igual. Tendido en la cama con los ojos cerrados. Me senté a su lado y le cogí la mano mientras que con la otra le acariciaba la mejilla. La máquina no dejaba de emitir sonidos. Sonidos que en estas últimas semanas me había aferrado.

-Todo irá bien, te lo prometo mi amor - le susurré y le besé en la frente.

Al cabo de unos minutos, la puerta de la habitación se abrió y entró el doctor Sánchez. Se acercó a James y miró unos papeles que tenía en las manos. Luego, me miró a los ojos.

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora