CAPÍTULO 28

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Noviembre

KYLE

Me desperté a las tantas de la noche sudando y con el miedo metido en el cuerpo. Me senté en la cama y respiré unas cuantas veces para tranquilizarme. La pesadilla seguía rondando por mi cabeza y me entraban escalofríos. Había soñado con Karen y el bebé. Ella sufría un accidente, la llevaba al hospital y no paraba de sangrar y cuando le hicieron una ecografía... el bebé no estaba. Me pasé las manos por la cara y suspiré. Sabía que no conseguiría volver a dormirme, así que me levanté, encendí la luz y llamé a la cocina para que me trajeran el desayuno. 

Después de que el camarero se cagara en mí por haberlo molestado a las cuatro de la mañana, me senté en la cama y empecé a comer. Sentía un gran nudo en la garganta cada vez que comía y me encontraba un poco mal, triste por estar tan lejos de mi mujer. Karen ya estaba de cinco meses, ahora ya empezaría a costarle hacer algunas cosas como, levantarse de la cama o del sofá, permanecer más de quince minutos de pie e incluso caminar. Y en vez de estar ahí con ella, ayudándola, mi obligación es estar a seis horas de distancia, en un país donde prácticamente no conozco a nadie, intentando levantar una empresa que se cae a cada segundo que pasa. 

Suspiré, esto ya me superaba. 

Me terminé el desayuno como pude y recogí un poco lo que había ensuciado. Apenas eran las cuatro y media y yo no empezaba a trabajar hasta las ocho, así que calculé que hora sería en España. Diez y media, perfecto para llamar a Karen. Lo cogió al primer tono de llamada.

Karen: ¿Kyle? ¿Estás bien? ¿Ha ocurrido algo?

Yo: No cariño, todo está bien, ¿por qué lo preguntas?

Karen: Se me hace raro que me llames a estas horas, allí serán las cuatro y media, ¿no? ¿No podías dormir?

Yo: He tenido una pesadilla y ya no he podido volver a dormirme. ¿Sabes? No me gusta estar tan separado de ti. Me siento solo aquí y te extraño, te extraño mucho.

Karen: Yo también te echo de menos cielo. Pero debes ser fuerte, ya queda poco. ¿La empresa como va?

Yo: Contratamos a Archie para que le diese un lavado de cara a la empresa pero no sé si está funcionando. Hace lo que le da la gana y sinceramente, no me gusta como trabaja.

Karen: Dale tiempo al chico. Se está acostumbrando a tus órdenes y a hacerlo de una manera concreta. Escúchalo, tú también podrías aprender un poco de él.

Yo: Eso suena genial desde allí pero, Karen, necesito estar contigo ya. Me mataría tener que pasar otro mes aquí, sin ti y sin Álex.

Karen: Te amo y sé que lo vas a hacer bien y que pronto estarás en casa. Solo confía en ti.

Sonreí inconscientemente al escuchar hablar así a mi mujer.

Yo: Yo te amo más, mucho, mucho, mucho más. Estor ansioso por verte con esa barriga que debes tener ahora mismo.

Karen: ¡Eh! No te burles de mí. Pero para tu información me estoy cuidando muy bien y...

Se quedó callada unos segundos y luego se escuchó un gruñido por lo bajo. Me puse en alerta, por si le pasaba algo pero cuando escuché su respiración, calmada y regular, yo también empecé a respirar.

Yo: ¿Qué ha pasado? ¿Estás bien? 

No dijo nada.

Yo: ¿Karen? Dime algo.

...

Yo: Como no me digas nada, cojo un avión y voy.

Yo: ¡¿Karen?!

Sobreviviendo a mi playboy © (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora