Sobreviviendo a mi playboy © (3)

CAPÍTULO 44

JAMES

Sentía mi cuerpo totalmente entumecido. No podía mover ni los brazos ni las piernas, ni tampoco la cabeza, era extraño y me desesperaba un poco. Intenté abrir los ojos y la claridad que había me hizo cerrarlos. Tragué saliva. No sabía donde estaba, y temía que algo malo estuviese pasando. 

De pronto, escuché un ruido y parpadeando varias veces conseguí acostumbrarme un poco a la luz. Vi a Sonia sentada a mi lado mirándome preocupada. Quise hablarle, decirle que qué estaba ocurriendo, sin embargo no podía articular ni una sola palabra. Empecé a sentir miedo, cada vez me ponía más nervioso al ver que no podía moverme, ¿me había quedado paralítico? Pero eso era imposible. Ayer estaba bien. Seguí mirando a Sonia, quien parecía verme con otros ojos. Necesitaba que me dijera lo que pasaba. 

Entonces, la puerta se volvió a abrir y entró un médico. ¿Estábamos en un hospital? Se acercó a Sonia y le puso la mano en el hombro mientras negaba con la cabeza.

-Lo siento, no podemos hacer nada más por él. Puede despedirse.

¡¿Qué?! ¿Cómo que no podían hacer más por mí? ¿Me iba a morir?

-Gracias doctor - la voz de Sonia era un susurro - no quiero que siga sufriendo más. Verlo y escucharlo todo y no poder moverse ni hablar, debe de ser frustrante - y volvió a mirarme.

Si ayer estaba bien... ¿Cómo es que hoy estoy así? Esto no puede ser real, no puede estar pasando de verdad. 

-Les dejaré a solas.

Necesitaba que alguien, quien fuera, me diese una explicación para todo esto. 

-James, lo siento. Sé cuantas ganas tenías de vivir, pero créeme, no lo vas a soportar. Tu vida no volvería a ser como antes, te pasarías todo el día acostado en una cama sin hacer nada, y yo sé que tú eso no lo querrías. Va a ser lo mejor, terminar con este sufrimiento que crece día tras día. No te preocupes, yo también estaré contigo, ¿vale? Cuantas veces te había dicho que sin ti mi vida no tenía sentido - paró de hablar y de una bolsa sacó algo que no pude llegar a ver - los dos pondremos fin a nuestra vida hoy y seguiremos juntos en el más allá. 

Y sin más y delante de mí, Sonia empezó a cortarse las venas con el cuchillo. Era extremadamente frustrante no poder hacer nada mientras el amor de tu vida se muere delante de ti. Quería gritar, saltar de la cama y cogerle ese dichoso cuchillo. Sin embargo, ni mis pies ni mis manos me obedecían. Estaba postrado en una cama, viendo como mi novia se suicidaba. Ni siquiera podía llorar, así que solo cerré los ojos y me aferré a la posibilidad de que todo fuera una simple pesadilla. Sin embargo, cuando volví a abrir los ojos, unos médicos se llevaban a Sonia y lo último que pude ver de ella eran esos ojos, más tristes y vacíos que nunca. 

(...)

-¡Sonia! - grité como si mi vida dependiera de ello.

Me faltaba el aire, me ahogaba... me desenredé de las mantas lo más rápido que pude y me alejé de la habitación. Mis piernas temblaban y tuve que agarrarme a algo para no caerme, todavía no tenía fuerza en las piernas y a cada paso que daba hacía el balcón me parecía una eternidad. Aunque estuviésemos en invierno yo necesitaba aire. Me pasé las manos por la cara intentando alejar esa pesadilla de mi mente. Dios, parecía tan real, que por un momento hasta me lo creí. Creí que Sonia... negué con la cabeza varias veces, necesitaba creerme que ella aun seguía aquí, conmigo y que no se iba a ir nunca. Me tranquilicé un poco, no me atreví a levantarme por miedo a caerme de bruces contra el suelo, porque sentía que lo haría si me levantaba. Todo mi cuerpo era un flan, esa pesadilla... había sido tan real.

-¿James? ¿Qué haces aquí con el frío que hace? Vamos entra - salió y me ayudó a levantarme y caminamos hacia el sofá del salón y me sentó, Sonia se acomodó a mi lado - he oído que me llamabas. Estaba en el baño y cuando he ido a la habitación y no te he visto... pensé que te había ocurrido algo malo. ¿Qué ha ocurrido?