Capitulo 19 - Indiferente

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T/n T/a

El día pintaba horrible. El cielo estaba completamente gris y sabía que en cualquier momento se desataría una lluvia torrencial. Así era el clima aquí. Aunque no podía creer que en pleno febrero lloviera. Estábamos caminando hacia la escuela con Cameron, ninguno hablaba, pero tampoco había un ambiente tenso.

La brisa era ligeramente fría, pero mi madre siempre exageraba entonces para mí no era problema, porque tenía el abrigo suficiente. Cameron iba viendo todo con un toque de melancolía en sus ojos, pero no entendía el porque, sabía que algo le sucedía y no iba a hacerme la estúpida, aunque aveces me tildaban de que preguntaba o hablaba de más, obviamente, solo y cuando entro en confianza. Pero el es mi amigo y si necesita apoyo, se lo voy a dar.

-¿En qué piensas? -pregunté sin mirarlo-.

-Nada -respondio rapido- Hoy es un día triste ¿Te has dado cuenta?.

-No, en lo personal me gustan los días grises, dan ganas de encerrarse a tomar chocolate caliente -di una pequeña risa-.

-Si, pero lastima que nosotros debemos ir a la escuela -bufo-.

-No es tan malo, digamos, estoy agradecida de estar en la escuela, no en esta específicamente, porque puede ser de alto prestigio, pero las mentes, las mentes son muy cerradas. Sin embargo, está es la institución que me ofreció una beca y estoy sumamente agradecida por eso.

-¡Ja! ¿Como puedes estar agradecida de ir a una escuela?.

-Tu no lo entiendes Cam, porque en tu vida lo que quieres, lo tienes, en la mía las cosas no son así.

-Si, lo siento.

-No te preocupes. Por otra parte, se que no estás así por el día, ¿Vas a decirme que te sucede?.

-No me sucede nada.

-Vamos Cameron, es la mentira más grande que me has dicho desde que nos conocemos. Sin contar la de hace unas semanas, que dijiste no haberte comido mis papás cuando te invite a mi casa y pedimos Mac donald's.

-Rió- Si lo recuerdo, estabas enfadada porque ya habias vertido katchup en un plato para acompañar con las papas.

-¡No es gracioso! -reí contradictoriamente- Estaba por demandar al chico de los pedidos.

-Que incrédula -solto una pequeña risa desganada, lo que me recordó el tema principal de nuestra conversación-.

-Bueno, entonces, ¿Que te sucede?.

-Nada T/n, ya te lo eh dicho.

-Si, pero esa no es la verdad y hasta que no me la digas -me quedé parada en mi lugar- no avanzaré a la escuela.

-Vamos... No hagas esto -bufo-.

-Tu decides.

-Como quieras, quien se perderá clases eres tú -siguio caminando-.

Me sorprendió de Cameron, crei que si me diría que le sucedía, pero no, se mostró indiferente conmigo, como jamás lo había echo. Me enfade porque jamás solía fallar esa técnica y Cameron jamás era tan repulsivo. Pero como sea, había aguantado varios de sus cambios de humor, de seguro en la tarde estaría hablándome de nuevo. No quería ir detrás de el porque parecería que estaba arrepentida o algo por el estilo. Si me había dolido lo que hizo porque soy una persona ruda por fuera y suceptible por dentro. Pero mi orgullo -como siempre recalco- es lo que me identifica.

Decidí pasar por una cafetería cercana a la escuela antes de entrar a clases, de por sí habíamos salido temprano para charlar en el camino. Siempre lo hacíamos. El día cada vez se ponía más oscuro, era de mañana, pero parecía de noche. Entre a lo de "Chiche" así le llamábamos quienes la conocíamos. Una viejita simpática y cariñosa. Dueña de la cafetería antes mencionada. Además, ahí atiende. Siempre es un amor con todos, pero me dijo que de las personas en el mundo... Yo soy su favorita. Ella no tiene nietos y sus hijos viajan por el mundo, por ende no le dan atención.
Es sin duda la mejor dando consejos, puedo estar horas charlando con ella y ella conmigo. Dice que mi intelecto está por sobre todos los demás alumnos en la escuela. Es un amor de persona.

-¿Que tal Chiche? -pregunté mientras acomodaba un trapo de piso desacomodado, abajo de la puerta nuevamente-.

-Feliz de verte cariño, ¿Cómo estás tú?.

-Como se puede chiche... ¿Me podrías dar un latte para llevar? Por favor.

-Claro que si -Se dió vuelta para prepararlo- Y dime ¿Que te sucedió? -hablaba fuerte ya que estaba lejos-.

-Cosas con Cameron, sabe Chiche, últimamente se ah mostrado indiferente.

-Aja -asintio- ¿Y por qué es esto?.

-No lo sé, hoy quise preguntarle porque estaba mal, pero me dejó sola en camino a la escuela, osea, no le importo que yo me quedara atrás.

-Entiendo... -Se acerco a mi con el café- ¿Azúcar? ¿Verdad?.

-Como siempre -asenti sonriendo-.

-Bien... ¿Y tú has estado pasando tiempo con... Con este chico rubio? -Se fue a buscar la azúcar-.

-Si... O bueno. No tanto como quisiera, pero eh estado viendo otras personas. Creo que mi vida comienza a acomodarse. Ya no hablan de mi en los pasillos y si lo hacen, es para alagar algo sobre mi persona. Chicas y chicos se han acercado a hablarme... Se siente bien no ser el bicho raro.

-Tal vez ese es el miedo de tu amigo -se acerco con los tarrones de azúcar- Paso de ser tu mejor y único amigo -echo uno de esos cuadrados dulces en mi café- a ser el que menos atención recibe. No lo sé -tapo el azúcar- deberían hablarlo.

-Tal vez... Solo espero que todo se solucione entre nosotros. Una vez mas Chiche, gracias por escucharme -deje un beso en la frente de la anciana y me retire con mi café- ¡Nos vemos! -dije antes de salir completamente-.

La escuela quedaba solo a una o dos calles de dónde yo estaba, así que no sería problema ir mientras tomaba mi café. Al menos no fue problema durante los primeros dos minutos, porque luego, comenzó a caer la lluvia que tanto amenazaba.

Carajo -maldije en voz alta.

No había llevado nada que me respaldará de la lluvia, así que me escondí bajo el techo de un negocio resignada a esperar que parase, ya no importaba a qué horario llegará a clase.

Estaba mirando en mi teléfono el clima, para enterarme cuando pararía, no quería que se mojará mi mochila porque podía afectar a mis libros. Estaba casi por morir cuando ví el horario en el que según, la tormenta pararía, cuando escuché la bocina de un auto. No le di atención porque creí que no iba dirgida a mi, pero todo cambio cuando una voz familiar hizo presente estas palabras;

-¡Ey! ¿Te llevo? Hay espacio para alguien más aquí -sonrió-.

𝑬𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒗𝒊𝒅𝒆𝒐𝒋𝒖𝒆𝒈𝒐𝒔 - Blake talabis y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora