Capitulo 2 - Santa Claus

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-Ey, ey, calmada muchacha -Dijo mi madre mientras reía, estába emocionada por abrir los regalos-.

-No puedo esperar mamá, ¿Puedo abrirlos ya? -me brillaban los ojos-.

-Claro que si, vamos Andrea, deja que la pequeña vea que le trajeron -rie mi abuela-.

-Esta bien, pero abrelos con cuidado.

Abri el primero, eran una cadenita de oro, súper delicada y hermosa. Tenía un dije de corazón pequeño, no podía pedir más, era realmente bella.

-Era mía. Tu abuelo me la dió como obsequio cuando éramos adolescentes, con esa cadena nos prometimos amor eterno -Dijo mi abuela-.

-Es hermosa abuela -me di vuelta para verla- muchas gracias.

Abri el siguiente regalo. Era un vestido muy lindo, mi nuevo vestido favorito, ahora ya serían tres mis vestidos, es bueno que me regalen ropa.

-Espero que te guste cielo -Beso mi cabeza, yo estaba sentada a los pies del arbol-.

-Me encanta mamá, no podría ser más perfecto.

Abri el tercero, era una paleta de maquillaje.

-Se cuánto te gustan los maquillajes y también se que los míos son... Humildes, así que te eh comprado estos para que te luzcas a donde sea que salgas, son tuyos, tuyos exclusivamente -sonrio mi madre-.

-Muchas gracias mamá, me hacen la chica más feliz del mundo -estaba con los ojos casi rebalsando de felicidad y lágrimas. Pueden creer que soy muy aniñada, pero en mi casa siempre me han enseñado el respeto, la educación y el amor. Me gusta mi forma de ser, agradezco cada cosa que tengo, tal vez no sea como las de mi edad, pero eso me hace única, no tengo que presumir cosas, no tengo que creerme "ruda" como ellas dicen, ni mucho menos... Necesito un novio-.

-Vamos cariño, abre el último -añadio mi abuela-.

-Claro... -respondi-.

El último lo abrí desganada, ya no creía que sea un teléfono, mis esperanzas habían decaído, pero estaba feliz con lo que había recibido, no podía estar más agradecida con mi madre y abuela, las mujeres que siempre habían luchado para dármelo todo.
Abri el último regalo, parece que después de todo una pizca de esperanza si quedaba en mi y para mí sorpresa era.... Oh, no es un teléfono. Mi cara cambio.

-¿Que pasa hija? ¿No te gusta? -pregunto mi madre mientras tomaba mi hombro-.

-Oh no, no es eso, es que... ¿Que es esto mamá? -pregunte inclinando mi cabeza a un costado para entender de qué se trataba-.

-Es una consola hija, tampoco entiendo mucho estás cosas, pero según los técnicos, puedes jugar, charlar y hacer otras cosas con otras personas.

-Ah, si, ya se de qué se trata. Es increíble mamá, muchas gracias -me puse de puntas de pie y bese su frente- iré arriba para acomodar -cargue todos mis regalos-.

-Si mi amor, yo limpiare todo lo de la cena. Si deseas luego podemos ir a tomar aire libre tal vez hayan algunos que otros fuegos artificiales -propuso ella-.

-Si mamá, lo que prefieras -subi-.

Dejé mis regalos en el escritorio y me tire boca arriba. Supongo que ahora mis amigas  podrán seguir restregandome sus teléfonos de último modelo en la cara. La verdad si estaba un poco desilusionada, pero mi madre a dado todo por verme bien, lo que menos quiero en estos momentos es hacerla sentir mal, hacerla sentir que lo que hizo para mí fue insignificante... Valoro mucho todo lo que ella hace día a día.

-Hija... ¿Puedo pasar? -escuche que golpeaba mi puerta, era la voz de mi madre-.

-Claro mamá -me senté en mi cama-.

𝑬𝒍 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒐 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒗𝒊𝒅𝒆𝒐𝒋𝒖𝒆𝒈𝒐𝒔 - Blake talabis y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora