Capítulo 22: Triste realidad

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Triste realidad





Tom Riddle.

Recuerdo la montaña rusa de emociones que me provocó cuando lo conocí, y también recuerdo lo mucho que negué mis sentimientos por él desde entonces. Tal vez en el fondo sabía que me iba a lastimar, y por eso me esmeré tanto en fingir que no estaba enamorada de alguien como él; que solo sabe mentir, dañar y traicionar.

La primera puñalada que enterró hasta lo más profundo de mi corazón fue el Obliviate. La forma en la que lloré por él ese día todavía me provoca dolores de cabeza; y me decidí a dejarlo ir cuando eso pasó, pero me retuvo a su lado como si tuviese una correa amarrada al cuello para que no lo dejase, y me quedé, decidiendo perdonarlo y dejar ir ese pequeño desliz.

La segunda fue cuando descubrí que se estaba cogiendo a Daphne: ahí lo justifiqué, ya que no éramos nada en aquel momento, aún sabiendo que lo hacía para lastimarme, porque Tom sabía que ya en ese entonces estaba clavada por él. Y esas dos cosas se ven pequeñas a comparación de todo lo que acaba de hacerme: Veritaserum, el collar, el libro de Amanda, el como registraba en mi casa en busca de información mientras Gellert lo aceptaba libremente, la Amortentia, y lo traicionaba y estúpida que me sentía por todo.

No lo merecía, o al menos eso sentía. ¿Que hice para que me hiciera todo eso? ¿Todo ese año que estuvimos juntos fue tan insignificante para él que podía hacerme tal magnitud de daño sin verse ni ligeramente arrepentido por aquello? mientras yo buscaba averiguar qué sucedía para darle una mano, él seguía rebuscando la forma de joderme y arrebatarme mi magia. Eso duele, ya que yo quería ayudarlo, y él solo seguirme usando.

No sabía como expresar lo mucho que me dolía aquello, ya que no quería filtrar mi magia para darle el gusto, y sabía que hacía todo eso para obligarme a hacerlo. Estaba buscando paz y formas de encarcelar mis sentimientos para no dejarme llevar por ellos, temerosa de que fuera a dejarlo todo salir y terminar filtrando mi magia por su culpa. No quería eso.

Para mi sorpresa Tom se apareció en mi habitación al día siguiente de yo descubrir lo de la Amortentia; se veía molesto y ligeramente desesperado. Fue directamente hacia mi al verme salir del baño, y me tomó bruscamente de los hombros, zarandeándome con fuerza, visiblemente enojado.

— ¿Dónde está la poción? — cuestionó, con sus ojos flameantes con rabia pura. Yo no me inmute. Había caído en un hoyo depresivo tan profundo que no sentía nada, ni siquiera el más mínimo gramo de empatía por él.

— La tiré al lago negro — dije, sin alterarme ni mostrar la más mínima emoción ante su cercanía. Resopló, frustrado, enterrando con fuerza sus dedos en mi piel.

— ¿Por qué hiciste eso? — me tomó de las mejillas, frustrado —. Adele, ¿por qué harías eso? ¿que te pasa? ¿por qué te llevaste eso de mi habitación? no entiendo qué carajos crees que haces, pero tienes que parar.

—¿Por qué me diste Amortentia? — cuestioné, ladeando mi rostro. Su expresión en ese momento no tuvo precio, y no dijo nada tampoco. Sus labios se apretaron, formando una línea, en lo que sus ojos se entreabrían, sin saber que decir —. Soy inmune a ella, ¿sabes? — murmuré entornando mi vista —. Por eso estuve semanas, o quién sabe si incluso meses sin notarlo; porque soy inmune, y no pueden enamorarme con esa mierda. Mi mamá era una bruja oscura, ¿crees que no iba a proteger a su pequeña hija de cosas como esa? — reí con sorna —. Y te dices llamar inteligente...

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora