Capítulo 31: Disputa

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Disputa




Finalmente, era el último día de clases, y yo estaba que me moría de la emoción. Al día siguiente me tocaba ir con mis amigos al expreso directo a la casa de los Black, cosa que me emocionaba de una forma inimaginable, a pesar de como seguía la situación con mi pequeño y débil corazón.

Iba a ver a Sirius nuevamente, y las palabras de la última vez que nos vimos seguían grabadas en mi mente muy claramente.

¿Que tan ilegal sería cogermelo?

Esas últimas dos semanas me esforcé en no ser tan Mean Girl con Tom, aunque a él no parecía importarle mucho. Desde que nos vimos en la cocina, era él quién me evitaba, y se la pasaba tal vez demasiado tiempo con Pansy cerca, cosa que me quitaba las ganas de dejarlo explicarse. Era una clase de lucha de orgullo mutua que me lastimaba, ya que me sentí tan reemplazable como un tampón al verlo con ella como seguramente nos veían los demás a nosotros. Incluso llegué a preguntarme si había algo entre ellos ahora que yo me había hecho a un lado, pero no quise darle más vueltas al saber que me dolería si la respuesta llegaba a ser la que yo menos quería.

— Chicos, los voy a extrañar — admití mirando a Daniel y a Corpus con algo de nostalgia. Ya era de noche, y estaba en mis últimos minutos de servicio en la cocina.

— Y nosotros a ti — dijo Daniel —. Por favor no nos olvide, señorita — puso su mano sobre la mía sobre la encimera —. Es la primera humana que nos ha tratado tan bien en mucho tiempo y nos ha tomado en cuenta para muchas cosas... Le tenemos mucho cariño...

— Y sin mencionar que es una Slytherin... Y la hija de Gellert Grindelwald... Y millonaria — añadió Corpus, suspirando —. La extrañaremos, Addy.

Sonreí ligeramente, sintiéndome conmovida por sus palabras.

— No los olvidaré — repliqué — ¿Como podría? Son mis amigos — puse mi mano otra sobre la de Daniel —. Me pasaré por aquí de vez en cuando, cuando esté lo más desocupada posible. Lo prometo.

Daniel me sonrió y me abrazó. Reí devolviéndole el abrazo. Corpus se acercó, abrazándome también, pero por la pierna. Puse mi mano sobre su hombro, dejándolos tener probablemente la única muestra de cariño que tuvieron en mucho tiempo... o alguna vez en su vida.

— Señorita Leblanc — me llamó Animus a mis espaldas; el Elfo en jefe. Me volteé hacia él, y noté como tenía una pequeña sonrisa satisfecha en su rostro, lo que provocó la mía.

— Hola jefe — lo saludé, nostálgica. Me tendió un papel y me agaché hasta quedar a su altura, tomándolo. Era el acta que daba por terminado mi castigo.

— Oficialmente, su estadía aquí en la cocina ha terminado — informó —. Fue un placer tenerla por aquí, señorita. Espero volverla a ver.

— Oh, creame que si lo hará — me reí —. Tal vez venga a colarme en busca de comida a cada tanto.

Él rió también ante la ocurrencia de mis palabras.

— La estaremos esperando — hizo un asentimiento con su cabeza —. Y gracias por las recetas de comidas típicas de su país. Cuando volvamos en Enero, los pondré a todos a trabajar.

Le sonreí.

— Gracias, jefe — murmuré y le tendí mi mano. El la aceptó y le dió un ligero apretón.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora