Capítulo 59: La pintura

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La pintura







Abrí mis ojos de golpe y tomé una profunda respiración incorporándome en la cama.

Quité el cabello de mi rostro para mirar a mi alrededor. No estaba en Hogwarts, ni en la madriguera, ni en la casa de los Black. Estaba en la mansión Grindelwald.

Observé mis sábanas y el resto de la habitación, con la esperanza que conseguir algún mínimo rastro de Tom, pero antes de encontrarlo mi vista se detuvo en mis manos. Me entraron ganas de vomitar.

Mis venas. Se veían... Oscuras. Cómo negras. No azules como deberían verse, y gracias a que soy demasiado pálida, se notaban demasiado.

Me puse de pie con cuidado y fuí hacia el espejo. Jadee de la impresión al ver que también se podía apreciar a la perfección en mi rostro. Había manchas oscuras por distintas partes de mi cuello, mejillas y clavícula.

Bajé a toda velocidad, con la esperanza de encontrar a alguien abajo. El alivio demoledor que sentí al llegar a la cocina y ver a Gellert leyendo un periódico tan despreocupadamente me humecedio los ojos. Al notar mi presencia, intentó sonreírme, aunque sus ojos lucían tristes, cansados, y todo su cuerpo daba señales de estar estresado. Lucía destruido, y probablemente yo me veía igual de mal.

–– Hola, Addy –– me saludó con su habitual tono paternal. Me lancé a sus brazos, tragándome las lagrimas de alivio por verlo otra vez. Me recibió gustoso, y pareció que incluso él se relajo con ese simple gesto. Nos reconfortó mutuamente.

–– Estás bien –– afirmé, sorbiendo por mi nariz ––. Estás bien...

–– Estoy bien, hija –– escucharlo llamarlo así le dio consuelo a mi corazón. Había necesitado de su paternidad... ––. Aunque no puedo decir lo mismo de ti –– se alejó un poco para tomarme de los hombros, y suspirar en lo qu detallaba mi rostro

— ¿Qué fue lo que pasó? — le pregunté, alterada — ¿Dónde está Tom? ¿Qué ha estado pasando? ¿Todos están bien? ¿Sirius? ¿Harry? ¿Cúanto llevo dormida?

Gellert soltó un suspiro y me observó por unos segundos. Me invitó a sentarme frente a él, y supe que probablemente no iba a gustarme lo que tuviera que decirme. Aún así, era inevitable.

— Todos estamos bien, Addy –– empezó diciendo ––. Albus está bien, Harry está bien, Tom está bien, Sirius está bien. Todo está bien, ¿Si? Tranquila.

— ¿Qué me pasó? — cuestioné mostrándole mis manos.

Gellert entornó los ojos y deslizó un vaso sobre la mesa hacia mi. No me había percatado de que estaba ahí. Era triangular y tenía un liquido gris adentro.

— Recibir maleficios asesinos sigue siendo algo grave. No te mata, pero te deteriora — replicó —. Toma eso, hará que las manchas desaparezcan.

No me hice de rogar. Lo tomé de golpe, como si fuese un shot, mareándome un poco. Miré mis manos, las cuales no cambiaron al instante. Lo miré, preocupada.

–– Descuida –– dijo ––. En un rato estarás bien, eso no es de lo que deberías preocuparte ahora.

–– ¿Y de qué si? –– cuestioné.

–– Tu magia –– rascó su nuca antes de seguir ––. Adele, tu magia no existe en los registros del mundo mágico. Todos están alterados. Llevas una semana dormida –– confesó, y entreabrí mis labios de la impresión –– y todo este tiempo he estado resolviendo ese pequeño inconveniente. Las grandes autoridades están asustadas, querían llevarte a Azkaban para experimentar contigo, o simplemente tenerte cerca para controlarte... –– apretó sus ojos, como si eso fuese inimaginable ––. Yo me estoy encargando, y te prometo que nada que te mantenga alejada de mi va a suceder, pero la vas a pasar mal –– afirmó.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora