Capítulo 37: Last Christmas

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Last Christmas







— ¿Este es el regalo del señor Riddle? — me había preguntado Arthur cuando registró entre la montaña de regalos que había al lado de mi cama. Voltee, encontrándome con que sostenía una caja envuelta con papel de corazón, y reí, meneando la cabeza.

— No. El de Tom está envuelto de una forma tan neutra y amargada como él — rodé los ojos, divertida.

— ¿Qué le compró? — cuestionó, curioso.

— Algo simbólico. Los regalos caros no son lo nuestro — me limité a decir terminando de envolver el regalo de Hermione.

Era 24 de diciembre, y todos estábamos envolviendo regalos en diferentes zonas de la casa para que no se pierda el ambiente de sorpresa. Todavía no era muy buena en eso, pero hice mi mejor esfuerzo en que quedaran bien envueltos... aunque no fuesen la gran cosa. Soy pésima dando regalos.

— ¡Este es el del señor Riddle! — aseguró el elfo, tomando la envoltura simple y vacía de color azul rey entre sus manos. Sonreí, asintiendo con ligereza.

— Si, ese es — afirmé.

— ¿Qué es? — quiso saber. Mordí mi labio, sintiendo como me sonrojaba.

— Ya lo sabrás — murmuré, siguiendo con el regalo de Ginny.

Desde el día que fuimos a Hogsmade mi relación amistosa con Tom mejoró: tanto que parecía que nada hubiese pasado entre nosotros en primer lugar... a excepción del sexo... y que no nos tocábamos directamente a menos que fuese por accidente, aunque varías veces lo había atrapado haciendo eso a propósito para tocarnos con esa excusa; y yo hacía lo mismo.

Me pregunté entonces por qué parecí perdonarlo tan rápido después de todo lo que me hizo, y por qué lo sentía tan sincero respecto a todo lo que me decía. Mi mente no quería confiar en él otra vez, y simplemente terminar de mandarlo a la mierda, pero aunque suene muy cliché, mi corazón estaba completamente enamorado, y sentía que esta vez me estaba diciendo la verdad. Pero no podía sacar conclusiones apresuradas, entonces trataba de mantenerlos a ambos al límite.

<< —... Entonces resulta que yo era la otra — me encogí de hombros, terminando de contarle a Arthur mi triste historia con mi ex —. Pero bueno, eso ya es pasado; no pienso mucho en él ya... desde que estoy con Tom no pienso en él, realmente — me quedé analizando en que eso era completamente cierto, y finalmente me encogí ligeramente de hombros en lo que terminaba de colocar cinta en los extremos de la caja.

— Estoy seguro que si el chico Riddle se entera de eso, iría a buscarlo para asesinarlo — comentó.

Me reí, meneando la cabeza. No creo que Tom tenga por qué saber de él.

— Lo dudo, la verdad — murmuré terminando de colocar un moño sobre la envoltura —. Tampoco es como si fuera a contárselo.

Arthur me ayudó a terminar de envolver los regalos y limpiamos el desorden de papeles y cinta que habíamos hecho en mi habitación. Luego bajamos, ya que sentimos un olor delicioso que nos estaba drogando los sentidos y afincándose en nuestro apetito, ya que lo único que comimos ambos fueron unas galletas que nos robamos del horno cuando las estaban haciendo. La tradición de los Black era no comer todo ese día hasta la cena para que no sobre nada, y estúpidamente decidimos acoplarnos a ellos.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora