Capítulo 18: ¿Aló, manicomio?

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¿Aló, manicomio?





Había estado pensando en las pociones que escondía Tom en su habitación.

Recordaba cuando se ganó el Veritaserum; fue apenas entramos a clases. Él frasco estaba medio vacío, lo que me daba a entender que la única vez que lo utilizó fue cuando lo diluyó en mi agua para interrogarme por los horocruxes.

La poción desconocida estaba llena, y sellada. Entonces no la había utilizado. Tenía que averiguar que era antes de sacar conclusiones desesperadas respecto a ella.

Ahora, la Amortentia, era otra cosa; el líquido estaba por menos de la mitad del frasco, cosa que era preocupante, ya que significaba que la había usado antes. Y varias veces, tal vez demasiadas para el tamaño del frasco.

Pensé que yo había sido su víctima, pero desistí de la idea al no sentirme mal, ni enferma. Mis sentimientos por Tom eran genuinos y naturales, entonces estaba segura que la Amortentia no la había usado contra mi.

Pero después de pensarlo un poco más, recordé a Daphne. Lo mal que se veía todo el tiempo, sus ojeras, sus ojos llorosos y la obvia obsesión que tenía por Tom. Todo lo que había hecho, y la forma en la que se rebajaba por él sin pensarlo dos veces. Su odio por mi; todo. Todo tuvo sentido cuando lo pensé dos veces, y me di palmaditas en la espalda al ser lo suficientemente observadora para notarlo... tarde, pero hey, lo noté.

Y ahora, sabiendo eso, lo mejor que podía hacer si quería descubrir el por qué de muchas cosas era manteniéndome cerca de él, en lugar de alejarlo por orgullo. Iba a aceptar ayudarlo con su idea de filtrar mi magia, sin que él sepa que realmente no pensaba hacer eso, sino todo lo contrario: en lugar de acercarlo a su cometido, iba a hacerlo estar cada vez más lejos conseguirlo. Y ya sabía como.

— Te ayudaré — le dije a Tom llegando a su lado en la biblioteca.

Despistándolo. Así iba a alejarlo de su intención principal.

Al escuchar mi voz, me vio de reojo frunciendo un poco sus cejas, más no volteó hacia mi, seguramente pensando que hablaba de otra cosa.

— Necesito que seas un poco más específica. ¿Me vas a ayudar con mi ereccion? — murmuró algo divertido volviendo a ver los papeles sobre su mesa. Rodé los ojos.

— Ya quisieras — resoplé.

— ¿Entonces...?

— Te voy a ayudar con tu plan.

— Especifica, Adele.

— ¿Tantas cosas tramas en mi contra que ya ni te acuerdas? — bufé con sarcasmo —. La filtración, Tom. De mi magia.

Mis palabras provocaron que la sonrisa que antes estaba en sus labios se desvaneciera y finalmente volteara hacia mi, sin ninguna expresión particular en su rostro. Solo sopesando mis palabras.

— ¿Ah, si? — cuestionó.

— Si.

Se quedó unos segundos pensando, viéndome como si tratara de encontrar la trampa o el truco, pero no iba a hacerlo, ya que no estaba mintiendo... por completo.

— ¿Por qué? — preguntó finalmente, sin poder evitar el no entender por qué había decidido ayudarlo voluntariamente.

Como decía: tenía que despistarlo. Tom seguramente no esperaba que aceptara ayudarlo realmente. Si, negociamos en la sala común, pero no significaba que fuera a aceptarlo, a menos no sin una intención escondida, y él era lo suficientemente inteligente como para sospechar que tramaba algo, pero lo despistaba el no saber que había detrás de mis ojos, ya que para él yo era transparente, y él no ver esa usual transparencia era... desconcertante.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora