Capítulo 38: Señor Black

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Señor Black







Los Riddle se fueron al día siguiente.

Me puso más triste de lo que esperé ver desde mi ventana como Tom se iba sin tener la intención de despedirse. Él sabía que estaba despierta, porque me aseguré de que se diera cuenta: pero aún así, no fue a decirme adiós, y eso me dolió incluso más de lo que esperé.

Ese día bajé a la cocina de los Black para picar algo de comer, ya que desde que los vi desaparecer con un hechizo, no había podido hacerlo. Mi mente daba mil y un vueltas en lo que había pasado la noche anterior y todas las emociones encontradas que estaban surgiendo en mi, entonces me disocié un poco para no afrontarlo todo tan bruscamente, e irlo asimilando poco a poco... a mi manera.

Eran las dos de la mañana y yo tenía mi espalda baja apoyada contra una de las encimeras mientras me comía una manzana y miraba el suelo como si fuese lo más interesante del mundo, aunque realmente estaba contando las manchas que veía para mantenerme distraída. Pensar tanto sobre Tom y su familia me provocaba dolores de cabeza. Me confundía. Incluso me hacía sentir un poco vacía.

— Adele — escuché la voz de Sirius a un lado, y giré mi cabeza por reflejo. Llevaba puesta una bata de ceda negra y estaba algo despeinado, pero no se veía nada mal, realmente... aunque de inmediato el ambiente se puso tenso, y ligeramente incómodo. No me gustaba la sensación que ese hombre me daba, ni como me miraba, pero siempre lo disimulaba para no parecer exagerada.

— Sirius — lo saludé, removiéndome ligeramente en mi lugar — hola.

— Hola — me saludó, sonriendo com ligereza — ¿Qué haces despierta a esta hora? — quiso saber, aunque era tan obvia la respuesta que quise rodar los ojos.

— Ah, me como una manzana — alcé la fruta, con obviedad. Él asintió con una pequeña sonrisa.

— ¿Sabes? he estado tan ocupado con todo el tema de la orden del Fénix y tú con el chico Riddle que no hemos tenido tiempo de hablar — se puso frente a mí.

— ¿Sobre qué? — alcé una ceja, tensándome de pies a cabeza en lo que lo veía con desconfianza. Dió un paso más hacia mi, y yo me agarré de la encimera de forma inconsciente, provocando una pequeña sonrisa por su parte, como si me gustara asustarme.

— Me atraes, Adele — empezó a hablar —. Y tal vez está mal por nuestra muy clara diferencia de edad, pero cuando me gusta algo, acostumbro a ir por ello. Y en estos momentos quiero ir por ti.

De repente un escalofrío de miedo me recorrió la columna. La conversación que tuve con Tom en el expreso cuando volvimos a Hogwarts me atormentó entonces, y pensé en como lo había llamado pedofilo con demasiada seguridad.

Ay, no...

Apreté mis labios, sintiendo algo feo en mi estómago que me hizo encogerme en mi lugar. En estos momentos, detesto que Tom haya decidido irse, pensé, buscando alguna forma de zafarme de esa situación sin hacer un escándalo. Mientras Marvolo estuvo cerca, Sirius apenas se me acercó, y extrañé esa sensación de seguridad que ese imbécil me proporcionaba. Lo quería de vuelta.

— Yo... — busqué las palabras correctas para terminar rápidamente de esa conversación, más alzó una mano, interrumpiéndome.

— Déjame terminar — exigió —. No creas que será todo de un día para otro. Trataré de... Conquistarte, poco a poco, aunque suene muy anticuado. Me gusta ir despacio.

Mis brazos temblaron ligeramente ante la presión que ejercía sobre la encimera. Probablemente pudo malinterpretarse mi reacción en ese momento, ya que me costaba respirar y parecía nerviosa, por lo tanto, Sirius dió otro paso hacia mi, y yo quise retroceder, pero la encimera a mis espaldas me mantenía quieta, y la situación revuelta, pero no de cosas buenas.

— Pu-Pues yo tengo novio — tragué saliva, pensando en lo mucho que quería escapar de allí.

— No busco una relación, Addy. Sé que tú corazón pertenece a otra persona, y respeto eso. Y si en algún punto vuelves a estar con Tom Riddle me apartaré de inmediato. Solo busco... — contuve la respiración cuando colocó un mechón de cabello detrás de mí oreja — saciarme con tu cuerpo y que ambos disfrutemos eso.

Sus palabras me crearon un vacío de ansiedad en el estómago. Mi cuerpo finalmente encontró consuelo, negué con la cabeza y coloqué mi mano sobre su pecho, alejándolo un poco de mi, y cedió, colocando sus brazos detrás de su espalda en lo que me veía con atención.

— Sirius, no, ¿qué sucede contigo? — alcancé a preguntar, ligeramente alterada —. Literalmente me doblas la edad, por Dios, esto está lo siguiente a mal. No.

— Es una propuesta — me hizo saber —. Tal vez es algo indecente, pero una propuesta — volvió a acercarse, y yo me desplacé rápidamente hacia un lado, escapando de él y esa incómoda conversación.

— No — dejé la manzana a un lado, meneando la cabeza, más él me ignoró por completo y volvió a acercarse, casi arrinconándome contra el refrigerador.

— Si dices que si — siguió hablando — te haré disfrutar. Créeme que lo harás. Te haré sentir cosas que nunca sentiste, porque soy Sirius Black, y sé lo que causo y hasta dónde soy capaz de llegar — se acercó más —. Y, como ya dije antes: si vuelves con el chico Riddle, me alejaré. No quiero confundirte.

— Sirius, Gellert no... — traté de usar la carta de mi padre para que se detuviese, más alzó una ceja con su rostro endurecido, y solo se acercó más.

— Estoy hablando contigo, no con tu padre.

— Pero no...

— Tómate tu tiempo — no me dejó seguir, luciendo algo malhumorado. Aparentemente no le gustaba ser rechazado, y para no hacer la situación peor, me mordí el labio inferior, decidiendo ser delicada —. No voy a presionarte a responderme ahora. Puedo esperar.

— Sirius, eh... — intenté ser razonable, pero su rostro enrojeció un poco y sus ojos se tornaron toscos, tal vez por el coraje.

— Para ti soy el Señor Black — me interrumpió.

Tomé una profunda respiración.

— Señor Black, no quiero sonar grosera, pero tendré que rechazar su propuesta. Yo no...

— Te daré más tiempo para pensarlo — no quiso aceptar mi respuesta, y yo bufé, frustrada —. Deberías irme; es tarde. Tu igual deberías ir a dormir.

— Lo haré — me limité a decir, sintiéndome más libre cuando dio un paso atrás.

— Buena chica — murmuró y se apartó por completo de mi —. Descansa, Adele. Mañana nos vemos. Ve a dormir.

Asentí, deslizándome rápidamente hacia la puerta.

— Buenas noches.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora