Capítulo 21: El misterio de la Amortentia

3.9K 593 406
                                    








El misterio de la Amortentia






— Si, creo que te debí haber dicho eso — murmuró Pansy haciendo una mueca.

— ¿Y por qué no lo hiciste? — me crucé de brazos, frunciendo mi ceño con molestia. Fui a buscarla apenas hablé con Nott, y ahora estábamos ambas en mi habitación decidiendo que hacer ahora que todo estaba vuelto un desastre, y volvíamos a estar en cero.

— Porque no pensé que la obsesión de Daphne por Tom fuera real. Ella siempre estuvo un poco loca, pero preferí pensar a que Tom le había dado Amortentia a creer que de verdad se había vuelto completamente demente cuando llegaste — replicó.

— Pero ahora no sabemos con quién utilizó la Amortentia — contraataqué, bufando en lo que me dejaba caer sobre la silla de mi escritorio.

Ella lanzó un suspiro y se pasó las manos por el pelo, tirando ligeramente de su cuero cabelludo para hacerse pensar.

— Debe haber algo que se nos está escapando — insistió — piensa.

— ¡Me voy a quedar sin neuronas de tanto pensar! — reclamé. Rodó los ojos

— Adele, piensa — exigió, poniéndose de pie para dar vueltas por mi cuarto, palmeando su mentón con su índice, pensante.

Suspiré y me puse a ver a mi alrededor en lo que trataba de poner mis dos neuronas a hacer una sola. Había algo que no estaba tomando en cuenta. Vi mi ropa tirada por el piso, mis libros apilados de forma desordenada sobre mi biblioteca, a Webito acostado a mis pies. Cuando posé mi vista sobre el gato, me maulló empezando a caminar hacia mi cama, montándose ágilmente sobre esta y yendo hacia mi mesita de noche, en donde se sentó en lo que sus ojos verdes se clavaban en mi, tratando de decirme algo.

Mis pupilas bajaron al plato de fresas en descomposición que no había sacado de mi cuarto desde que pelee con Tom. En general, no había arreglado en absoluto mi habitación desde eso; incluso el agua con Veritaserum seguía ahí. Incliné mi cabeza, frunciendo un poco mis cejas mientras Pansy hablaba sin parar de fondo y Webito imitaba mi gesto, como tratando de hacerme entender lo que no entendía.

La idea de que yo había sido la víctima de la Amortentia pasó por mi mente otra vez, pero la deseche. No es posible, pensé, recordando mi guion. "Soy inmune a la Amortentia", había puesto, y eso siempre lo tuve en mente, por eso estaba segura de que no lo había usado conmigo, pero... que fuera inmune no significaba que él no hubiera podido dármela de todas formas.

Suspiré, vacilante en querer descubrirlo. Seguía pensando que era una tontería, ya que Tom no tenía necesidad alguna de darme Amortentia. Yo estaba perdidamente enamorada de él, y estaba muy segura de que lo sabía; ¿por qué lo haría, entonces? no tenía sentido, pero de igual forma decidí comprobarlo para descartar.

— Pansy — murmuré señalando bandeja.

Ella volteó su rostro hacia donde yo había señalado y entreabrió sus labios, como si apenas se le cruzara por la cabeza lo que a mi me venía dando tantas vueltas desde que vi el frasco en su habitación.

— No me jodas — chilló — ¿Y si te dió Amortentia con las fresas?

Hice una mueca con los labios, pensativa.

— No, no lo creo — admití —. ¿Por qué lo haría? sabe que estoy enamorada de él.

— Tal vez hubiera querido asegurarse — ofreció, volteando a verme.

— Pero recuerdo todo — recalqué. Porque soy inmune.

— Eso es lo que tú no sabes — señaló. Bufé, meneando la cabeza en lo que volvía a ver el plato con fresas descompuestas.

— Sigue sin convencerme esa teoría — murmuré —, pero podríamos intentarlo, solo para descartar.

— ¿Pero como sabemos si realmente lo hizo o no? — cuestionó —. Tendríamos que llevar las fresas con Snape para que les haga el análisis, y no voy a ser yo quién lo haga. Me da miedo.

— No es necesario involucrar a Snape en esto — dije, ladeando mi rostro —. Podríamos dárselas a alguien para que las pruebe — le hice saber, poniéndome de pie con mi varita en la mano, realizando un hechizo de composición para que vuelvan a su estado antes de que empezaran a podrirse.

— Yo lo hago — suspiró, tomando una fresa en lo que se sentaba sobre mi cama, viéndome desde abajo —. Solo... respira, pase lo que pase.

Asentí cruzándome de brazos, empezando a sentirme tensa. Pansy llevó la fruta a su boca, masticando lentamente en lo que veía un punto fijo en la habitación. Alzó sus ojos a los míos, haciéndome alzar una ceja en su dirección.

— ¿Y bien? — cuestioné, espectante — ¿Como te sientes?

— No quiero decirlo — replicó — pero me siento extraña.

— ¿Como extraña? — empecé a sentirme nerviosa.

Pansy relamió sus labios, viendo a su alrededor como si buscara algo, o a alguien.

— No sé, yo... — meneó la cabeza —. Necesito ir a buscar a Tom.

Fue como si escuchara un cristal ser roto en ese momento, y como si mi corazón se cayera al suelo, revolcándose entre polvo y suciedad. No puede ser... pensé una y otra vez en lo que Pansy trataba de salir de mi habitación rápidamente. Me adelanté y la empujé lejos de la salida en lo que ella hablaba rápidamente de cuando necesitaba estar con Tom, e incluso lloraba mientras me explicaba que si no estaba a su lado podría morir. Mis ojos se cristalizaron también, pero por lo horrible que me sentí en ese momento.

Maldito Tom Riddle, ¿por qué carajos insistía en hacerme daño? ¿por qué la Amortentia, por qué el Veritaserum, por qué la traición? maldito puto imbécil de mierda que solo sabe hacerle llorar y sentir mal por sus constantes mentiras y acciones. Lo odio, lo odio, lo odio.

Le di a Pansy el antídoto, tragando saliva en lo que me dejaba caer sobre mi cama y miraba el techo de mi habitación, pensativa. Ella me habló una vez estuvieron de vuelta sus cinco sentidos, pero yo no pude decirle mucho. Mi reacción la hizo darse cuenta de que su teoría había pasado de ser solo una conspiración, a convertirse en mi indeseable realidad.

Tom me había dado Amortentia, y todo lo que podía pensar era en el por qué.

— ¿Adele? — me llamó Pansy una vez más, tratando de hacerme reaccionar. Parecía en trance, perdida en mis pensamientos y dolor. Relamí mis labios, suspirando de forma temblorosa en lo que mis ojos ardían por culpa de las lágrimas.

— Creo que faltaré unos dos o tres días a los entrenamientos del ejército. No estoy bien.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora