Capítulo 30: Buenas noticias

4.1K 568 523
                                    








Buenas noticias






Pensar tanto en Tom me estaba haciendo sentir abrumada cada vez que lo tenía cerca. Usualmente me sentía así a su alrededor, pero esos últimos días no podía ni verlo sin sentir como el pecho me pesaba e incluso me generaba náuseas.

No sabía que hacer, ni como actuar a su alrededor después de nuestra última conversación, entonces opté por la más fácil y cobarde opción: ignorarlo.

Me la pasé la última semana que había pasado evitándolo a toda costa. Notaba como a veces, cuando nos veíamos por los pasillos, tenía intenciones de acercarse, pero todas esas veces yo negaba y cruzaba en el primer pasillo que encontrara aunque no tuviera nada que ver con el sitio al que me dirigía. Necesitaba pensar en todo lo que había pasado, y en como iba a concluirlo. Él tampoco hizo el amago de acercarse directamente, y no sabía si era por desinterés o porque entendía que no lo quería cerca. Tom era tan bipolar que ya no sentía que lo conocía, y eso me deprimía... un poco.

Para nadie era un secreto que lo amaba, pero para mi si lo era él. No terminaba de quedarme claro que sentía, ni por qué hacía todo lo que hacía. No soy estúpida: obviamente noté que alguien más estaba trabajando con él para llevar a cabo todo eso, pero no sabía quién. ¿Sus padres? ¿Voldemort? ¿el mismo Albus? ¿Alguien que no conocía?

Él insistía en que no podía decirme que pasaba, y no sabía si era porque no lo dejaban decirlo, si era muy peligroso que lo supiera o simplemente porque no quería que yo también me sumergiera en ese problema. Ahg, me está empezando q doler la cabeza.

La situación era confusa, aunque tenía la teoría de que era más sencilla de lo que pintaba, pero nada parecía tener sentido con nada, entonces decidí dejar de pensar en eso y mantenerme el resto de esa semana ocupada para buscar una forma de evitar todo lo que pasaba. Y para eso también recurrí a la regresión de edad.

— ¿Las gallinas vuelan? — me había preguntado Daniel luego de que les conté como me correteó una de ellas por robarle un huevo de su nido. Sonreí un poco, terminando de limpiar la encimera mientras asentía de forma animada en su dirección.

— Pues parece que esta si — respondí —. O bueno, eso o se le metió lo Super Sayayin. No sé. Solo recuerdo como traté de refugiarme en un árbol y se me terminó cayendo el huevo — escuché sus risas, y yo reí un poco también remojando el trapo con el que limpiaba.

— ¿Como es que siempre te pasan esas desgracias? — preguntó Corpus —. Según lo que nos has contado, te han pasado muchas cosas malas, y por alguna razón, siempre logras verle lo divertido a esas situaciones.

— ¿De qué me sirve hacerme la víctima con historias que me pueden hacerme reír a mí y a los demás? — alcé una ceja.

— ¿Pero como haces para siempre verle lo gracioso a todo eso? — cuestionó, genuinamente curioso. Me encogí de hombros.

— Son anécdotas que le dan sentido a la vida, supongo — dije distraídamente.

— ¿Pero no le dió miedo en el momento? — ladeó su cabeza —. Digo, una vez nos contó cuando casi... muere en la playa por un cometa gigante y quiero creer que en ese momento estaba aterrada, señorita.

Me quedé unos segundos pensando, recordando ese día. Recordaba como me había quedado viendo como el parapente iba en dirección a mi, y como no había hecho ningún amago en moverme. Si no hubiera sido por el desconocido que estaba cerca y me quitó de un empujón probablemente no la hubiera contado.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora