Capítulo 36: Vísperas de navidad

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Vísperas de navidad






— ¡Mirennnnn! — salté en mi lugar repetidas veces, riendo eufórica mientras alzaba mis brazos con una sonrisa —. ¡Soy un arbolito de navidad! — exclamé viendo como las luces que estaban enrolladas por mi cuerpo parpadeaban ante mis ojos. Todos rieron, menos Tom, el cual se acercó para aflojar el cable que pasaba por mi cuello con delicadeza.

— Cuidado. No quiero que tus chistes suicidas se conviertan en una realidad — advirtió en lo que me sacaba de peligro. Le sonreí.

— Casi parece que te preocuparas por mi — enarqué una ceja, y él imitó mi gesto, viéndome acusador.

— Claro que lo hago. No puedes morirte sin antes darme un polvo de despedida — ironizó, y yo reí sin poder evitarlo.

Estábamos en vísperas de navidad. La casa de los Black era un manojo de risas, bambalinas, historias y chocolate caliente; definitivamente mi ambiente soñado. Incluso los Riddle estaban cooperando, y eso incluía a Tom, que cuidaba que no me muriera de la emoción más que otra cosa. Mi cabello recogido delataba que estaba pasando por la regresión de edad, y el malévolo cucarachon lo sabía: por eso estaba especialmente pendiente de mi.

— ¡Dios, tengo años sin decorar para navidad! — llegó Erika dando saltitos a mi lado. Le sonreí, volteando a verla para prestarle atención.

— ¿En serio? — pregunté curiosa — ¿Por qué?

— El castillo Riddle es muy grande y no puedo decorarlo todo yo sola — comentó —. Por un tiempo Jacob me ayudó, pero cuando nació Tom no pudimos seguir con esa tradición.

— ¿Castillo? — cuestioné. Creía haber escuchado algo referente antes, pero no le había prestado mucha atención.

— Si — le restó importancia — ¡Oh! Tal vez en la próxima navidad podrías venir a ayudarme — ofreció emocionada. Vi como de reojo Tom alzó una ceja.

— ¡Claro! — exclamé sin pensar, feliz.

— Dios, que emoción — se mordisqueó la uña del pulgar —. Me gustaría que pusieras a Tom a hacer algo. Ya sabes: alguna tarea. Que te ayude a colocar las luces, o armar el árbol. Nunca ha hecho algo parecido y me gustaría que hiciera algo, al menos una vez.

Asentí rápidamente, emocionada, volteando hacia él otra vez. Estaba mirando mal a su madre, y yo solo reí tratando de quitarme las luces de encima. Él me ayudó para cuidar que no las dañara, y luego lo tomé de la muñeca para ir en dirección a Molly, la cual estaba repartiendo tareas para que fuese más rápido el proceso. A nosotros nos tocó decorar la cocina, y feliz me guindé en su espalda para que me cargara hacia allá.

— ¡Recuerden que después iremos a Hogsmade para comprar los regalos! — exclamó Molly a mis espaldas, y yo abracé a Tom por el cuello, emocionada.

— ¡¿Vas a ir?! — le pregunté, apretándome contra su espalda en lo que íbamos hacia la cocina.

— Si no me asfixias antes, si — dijo, y aflojé mi agarre en su cuello rápidamente. Reí con nerviosismo antes de dejarme caer sobre mis pies.

— Lo siento — mordí mi labio inferior, soplando un mechón de cabello que se había atravesado en mi vista —. Solo estoy muy feliz. Me encanta la navidad — le hice saber, saltando un poco en mi sitio.

— Pude deducirlo — me hizo saber, señalando el rodete desordenado de mi cabello. Sonreí antes de girar sobre mis talones y tomar una caja. Tom al ver que se me dificultaba llevarla, me la quitó y la sostuvo como si no pesara nada.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora