Capítulo 51: Doctora juguetes

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Doctora juguetes















— Hermione — llegué a su lado tratando de que no se me cayera nada de la mesita — ¿Puedo hablar contigo por un momento?

— Hola Dy- — frunció el ceño —. Por Merlín, ¿A dónde llevas toda esa comida?

— Ya te cuento, pero ahora préstame atención — pedí.

— Si, claro, ¿qué sucede? — se puso de pie, dejando a sus otras amigas de Gryffindor para atenderme.

Estaba en el gran comedor buscando comida para Tom y para mi. Había ido mucho más temprano de lo normal, ya que realmente, no dormí. Era tan de madrugada que ni la comida estaba servida; me la robé de la cocina junto a una mesita plegable y aproveché de hablar con Corpus y Daniel para que cubrieran mi turno de ese día.

Tenía todo fríamente calculado: mis castigos, le pedí a la enfermera que hiciera justificativos medicos para mí y para Tom con diferentes enfermedades para faltar a clases, hablé con una de sus compañeras para que me pasara sus apuntes y ahora solo me tocaba hablar con Hermione para informarle que íbamos a faltar a los entrenamientos del ejército.

Como dije: todo fríamente calculado.

— Eh, verás — me quedé unos segundos pensando —. Tom y yo faltaremos a las prácticas, por unos días.

— ¿Qué? ¿Por qué? — frunció el ceño. No le gustaba que absolutamente nadie faltara a los entrenamientos, pero había prioridades.

— Está enfermo — le dije —. Es solo para que alguien me ponga al día sobre lo que hacen.

— Pero tú no estás enferma...

— Lo estoy cuidando — repliqué.

— No deberías...

— Ya lo estoy haciendo — la corté, provocando que apretara sus labios. Hermione asintió, aunque no muy convencida. Igual, sabía que había tomado la decisión y nada de lo que me pregunte o haga iba a alterar eso.

— Le diré a Pansy que lo haga — dijo finalmente.

Sonreí un poco.

— Gracias, Mione — retrocedí un poco —. Nos vemos.

No esperé a que me contestara. Solo giré sobre mis talones y me fui directo hacia la sala común de Slytherin, cuidando que no se me cayera nada. Me esforcé en arreglarle un desayuno que estuviera segura que se iba a comer, aun estando enfermo; un buen ejemplo de eso eran las tostadas con mantequilla y pedazos de durazno alrededor. Sabía que era su desayuno favorito, precisamente porque lo comía pocas veces. La lógica de Tom era extraña, pero aún así lo entendía.

Dije la palabra clave y entré a la sala común, recibiendo unas cuantas miradas extrañadas las cuales ignoré en lo que subía las escaleras rumbo a mi habitación. Cuando llegué, abrí la puerta con ayuda de mis poderes y la cerré de la misma manera.

Me sobresalté un poco al ver a Tom sentado sobre mi cama mirando fijamente una de mis pantuflas. Cuando me escuchó dirigió su vista a mi y me observó confundido.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora