Capítulo 49: Un inocente beso

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Un inocente beso






— Extrañamos sus historias, señorita Leblanc — me dijo Daniel, el elfo, cuando terminé de contarle una de mis anécdotas de infancia. Sonreí, limpiando las migas esparcidas por la encimera de madera.

— Y yo a ustedes, chicos — murmuré, genuinamente alegre de estar ahí.

— Aún no puedo creer que la castigaran otra vez — dramatizó Corpus, agitando su paño — ¿Qué fue lo que hizo?

Me rasqué la ceja, tratando de buscar alguna justificación para lo que había hecho. Honestamente, creo que me merecía más que solo detención en la cocina, pero claro no iba a quejarme: solo pensaba que lo que había hecho merecía un castigo mayor, aunque le debía una a Tom por salvarme de esa.

— Eh, bueno — reí nerviosamente, sacudiendo el paño con el que limpiaba sobre el lavabo —. Resulta que a Pansy Parkinson y a mi no nos cae muy bien Draco Malfoy — empecé a contarles, mordiendo mi labio inferior para no reír —. Entonces se nos ocurrió la idea de... jugarle una broma.

— ¿Qué clase de broma? — cuestionó Daniel, interesado.

— El plan era simple: solo íbamos a entrar a su habitación y robar todos sus pergaminos y libretas — me encogí de hombros —. Luego sus accesorios, sus libros, su ropa y así hasta que se quedara sin nada... pero las cosas no salieron muy bien — chasquee la lengua —. A Pansy se le cayó un brazalete en su habitación cuando íbamos apenas por la primera parte del plan — bufé — y él claro que supo que era de ella, entonces nos encaró en la sala común, ya que se podrán imaginar que no le gustó.

— No conozco al señor Malfoy, pero por su reputación puedo deducirlo — murmuró Corpus, secando unas cucharas.

— Si, bueno, es algo impulsivo — ironicé — tanto que nos lanzó un Desmaius delante de todos, y lo esquivamos, pero terminó rompiendo uno de los ventanales de la sala común — me encogí de hombros, como si no fuera la gran cosa. Ambos elfos se miraron entre si antes de volver a mirarme a mi.

— ¿Que la sala común de Slytherin no está debajo de las mazmorras y tiene el lago negro a un lado...? — preguntó Daniel.

Asentí, mordiendo mi labio inferior. Corpus chasqueó sus dedos y se volteó hacia a Daniel.

— Era por eso que los estudiantes de Slytherin se quedaron a dormir en la sala común de Ravenclaw.

— Si, casi me expulsan — murmuré divertida, doblando el paño —. Aunque, bueno, yo siempre estoy al borde la expulsión.

— Qué suerte que no lo hicieron — habló Daniel.

— Casi llaman a Gellert también — me estremecí —. Supongo que le debo una a Dios... y a Tom, por salir en mi defensa.

Daniel se rió, mientras que Corpus me observó, curioso.

— ¿Por qué no le dice papá, señorita? — me preguntó, y volteé a verlo.

— ¿Mmm?

— A Gellert Grindelwald. Creo que nunca la he oído llamarlo papá, solo por su nombre... — bajó las orejas cuando me quedé un rato en silencio —. Si es prudente preguntar, claro, sino, discúlpeme...

— No me crié con él — respondí, amable —. Sabía que era su hija, pero nunca pasé el tiempo suficiente a su lado como para llamarlo "papá" — me encogí ligeramente de hombros —. Me hizo vivir entre muggles y se convirtieron en... Mis padres, a pesar de no ser los mejores — sonreí un poco —. Hicieron lo que pudieron.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora