Capítulo 28: Incidente (+18)

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Incidente






—... Ay fue horrible — coloqué mis manos sobre mi rostro, riendo con nerviosismo en lo que terminaba de contarles a los elfos una de mis muchas tragedias —. Y para colmo me escupieron anís en la boca y estaba tan saturada de alcohol que terminé vomitando frente a todo el mundo — culminé, sintiendo mi rostro arder de la vergüenza por mis muy cuestionables anécdotas. Daniel y Corpus en lugar de juzgarme o algo parecido, empezaron a reírse conmigo de mis desgracias, sin llegar a ser burlescos; solo les daba gracia la forma en la que lo contaba.

— Vaya, señorita — Corpus limpió una lágrima que se le había escapado, risueño —. Usted ha vivido mucho...

— La he cagado mucho — corregí con una pequeña sonrisa —. Desde ese día no bebo en exceso... o eso intento — vacilé, algo divertida.

Realmente era triste ver como poco a poco empezaba a perder mi autocontrol a la hora de estar cerca de bebidas alcohólicas, pero trataba de hacerle ver el lado divertido a mis historias para no sentirme tan asquerosa conmigo misma al no poder asistir a una fiesta sin emborracharme hasta vomitar o sentirme tan mareada que apenas pueda caminar. Me estaba convirtiendo en mi verdadero padre, y eso me asustaba un poco.

— Debería cuidarse un poco más — comentó Daniel con algo de timidez, como si temiera mi reacción ante su sugerencia —. No es sano tomar alcohol en esas medidas...

Le sonreí dulcemente, asintiendo con suavidad ante sus palabras.

— Hago mi mayor esfuerzo — le hice saber, riendo un poco —. Pienso cuidarme más seguro, descuida.

— Eso espero — la cuarta voz que resonó a mis espaldas hizo que mi sonrisa disminuyera un poco, más no que desapareciera. Fingí estar limpiando una mancha de la encimera, haciendo un pequeño esfuerzo en ignorarlo.

— La cocina está cerrada, señor Riddle — le informó Corpus de forma amable y respetuosa.

— Lo sé, vengo por ella — informó. Volteé a verlo por encima de mi hombro, analizándolo de arriba a abajo, y apreciando lo bien que se veía con la ropa de invierno que llevaba puesta. Aparte mi vista, suspirando en lo que dejaba el trapo que tenía en la mano a un lado, sonriéndoles ligeramente.

— Díganle al jefesito que ya terminé con mi labor de hoy. Tengo que irme. Nos vemos mañana temprano chicos — me despedí animadamente —. Puñito — extendí mi puño hacia ellos y lo chocaron contra el mío con entusiasmo.

Les sonreí una última vez antes de tomar mi bolso y voltearme completamente hacia Tom, deteniéndome un par de segundos para verlo y luego seguir con mi camino hacia las afueras de la cocina, escuchando sus pasos ligeros y cautelosos a mis espaldas. No voy a mentir; me asustaba lo silencioso que podía llegar a ser, ya que por un momento había olvidado por completo que estaba detrás de mi.

Al llegar a uno de los pasillos más desolados y libre de cuadros que encontró, me tomó del cuello de mi camisa y seguidamente me estampó con fuerza contra una de las paredes, sobresaltandome un poco ante su brusquedad. Su ceño estaba fruncido y su mandíbula tan apretada que por un momento temí escuchar el crujido de sus dientes, pero antes de que pudiera decir cualquier cosa, sentí la punta de su varita presionar contra mi mentón, obligándome a alzar la cabeza y tomar una profunda respiración ante la situación. Bueno, esto no me lo esperaba.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora