Capítulo 56: Miradas de complicidad

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Miradas de complicidad








Oh, que sorpresa, Umbridge descubrió el ejército de Dumbledore.

Había pasado un tiempo desde eso, y sinceramente, las cosas se pusieron mucho más tensas entre los Gryffindor y yo. Principalmente porque fue Draco al que Umbridge interrogó con Veritaserum y si, él fue el soplón.

Irónicamente, fue a mi a quien le cayeron encima. Ginny fue la primera que se agarró con la excusa de que fue por mi culpa que él había entrado en primer lugar, y que de no ser por eso, según ella nada hubiese pasado.

Quería agarrarla y ahorcarla con mis propias manos en ese momento. Por alguna razón, estaba molesta conmigo, aunque no tenía ningún tipo de derecho al estarlo. Ella fue la que empezó nuestra extraña pelea al quemar sin ningún tipo de derecho las cartas que me había escrito Gellert, y yo solo le hice frente; claro que al parecer eso fue suficiente para que agarrase un extraño rencor hacia mi al sentirse amenazada.

Ese mismo día se armó una pelea entre casas. La mayoría de Gryffindors me atacaron verbalmente hasta que Pansy se metió, seguida de Tom, Neville y George, que metió sus manos al fuego para calmar a los de su casa y se puso de forma incondicional de mi lado. Hermione, Fred, Luna y Harry intentaban mantener la calma entre todos, lo cual fue casi imposible hasta que nos llevaron a todos al salón de castigos de Umbridge.

La pasé peor viendo más tarde ese día como la suave piel de Tom estaba rota y lastimada que cuando me di cuenta que me había ganado la enemistad de Ginny. Tener que curarlo después y él a mi fue la gota que derramó el vaso para las ganas tenía de eliminar a esa mujer de la fas de la tierra. La odiaba por el simple hecho de disfrutar hacerle daño a Tom. A todos, en realidad, pero ellos no me importaban; solo me importaba ver la asquerosa forma en la que su sonrisa se relajaba al ver su piel rota, como si fuese un genuino placer. Lo odiaba.

Ese día estaba con Tom estudiando. Se había ofrecido a explicarme pociones, a pesar de que yo había insistido en negarme porque él tenía exámenes propios para los que estudiar. Se limitó a decirme que no fuese tonta; que era el primero de su generación y unos tontos exámenes no los iban a sacar de la cima, por lo que dejé que intentara explicarme.

— Si dejaras de desnudarme con los ojos seria mucho más fácil para ambos concentrarnos en lo que estoy tratando de explicarte –– me hizo saber, sin despegar su vista del libro frente a él.  Mordí mi labio inferior, y reí un poco sin poder evitarlo.

— No es mi culpa que estés como para comerte con chocolate –– fue lo que dije, dejándome caer sobre el espaldar de mi silla.

–– Podrías por lo menos hacer un esfuerzo en entender esto para recompensarte subiéndote la falda, taparte la boca, y embestirte contra esta mesa como ya hemos hecho tantas veces –– me hizo saber, encogiéndose ligeramente de hombros.

–– Ya no podemos hacer esas cosas –– enarqué una ceja, recordándole que Dumbledore literalmente nos había dicho que dejáramos de coger en lugres muy públicos. Rio, volteando a verme con cierta ternura.

–– No te vi quejándote esta madrugada cuando convenientemente nos encontramos en la cocina –– alzó una ceja.

–– Eran las 3 de la mañana, ¿quien iba a ir a esa hora? Además, aseguramos la puerta –– le recordé. Rio.

–– Ni tampoco te quejaste en el baño de profesores...

–– Todos estaban en clase...

–– Ni en la sala común...

–– Ya, ya, entendí tu punto –– rodé los ojos, y él rio.

— Hola, parejita — llegaron los gemelos de imprevisto, provocando que Tom perdiera todo rastro de calidez en su rostro. Rodó los ojos cuando Fred pasó sus brazos alrededor de los hombros de ambos y se inclinó para hablarnos — ¿Qué tal están en el día de hoy? Yo muy bien, gracias por su interés. Addy, ¿Podemos hablar? — volteó a verme.

Parpadee.

— Si, buenos días para ti también — vi detrás de él —. Hola, Georgi.

— Hola, Zombie — me guiñó un ojo y se limitó a darle un asentimiento de cabeza a Tom, el cuál no correspondió y se limitó a sacudirse del contacto de Fred con brusquedad. Apreté los labios, sabiendo que no le gustaba estar alrededor de ninguno gracias al pasado que tenía con ellos... en especial con George.

— ¿De qué quieres hablar, Fred? — le pregunté.

— Es información super secreta que tu novio no puede escuchar — dijo, y esperé a que el mismo Tom lo mandara a la mierda, pero eso no pasó. Se limitó a mirarlo con un semblante semblante aburrido, entonces yo decidí actuar.

— Uh, bueno, entonces supongo que... — no terminé de hablar cuando Tom recogió sus cosas y se puso de pie. Lo observé con el ceño fruncido — ¿A dónde vas?

— Los dejaré para que hablen tranquilos — dijo sin más.

Creí que se había molestado conmigo, y él pareció darse cuenta de eso. Suspiró, se acercó a mí, me tomó de la nuca y me plantó un beso en los labios, diciéndome con ese simple gesto que todo estaba bien, pero no me gustó que se fuera así como así.

— Nos vemos en la noche — murmuró, y sin volver a mirar a los Weasley, se largó. Lo vi alejarse, un poco triste, pero alejé ese sentimiento de inmediato. Me asustaba darme cuenta como poco a poco había empezado a depender de Tom; tanto, que cada vez que lo veía irse así sentía que me faltaba el aire y la única forma de volver a respirar bien era si él estaba a mi lado.

— Entonces — Fred interrumpió mis pensamientos —. ¿Cómo estás hoy, Leblanc? ¿Cómo te sientes? ¿Ya comiste? ¿Te dijeron que estás hermosa en esta mañana?

— No tengo, no presto, no quiero, no puedo, no tengo plata, no llevo, no busco, no traigo, no me da la gana, la tuya por si acaso, no regalo, no hay, no pregunto, no existe y no, eso está cerrado horita — sonreí —. Y si, yo sé que yo soy bella vale.

George se rió mientras que Fred resoplaba. No me gustaba cuando se me acercaban tan repentinamente a halagarme, porque eso significaba que o iban a hacerle una broma a alguien y me querían de cómplice, o ya estaban metidos en un problema y necesitaban mi ayuda para salirse.

— Es algo que te va a beneficiar — replicó —. Vamos, será divertido.

Suspiré, cruzandome de brazos.

— ¿Qué quieren?

— Que nos ayudes con la broma hacia Umbridge — dijeron al unísono.

Abrí la boca de la impresión.

— ¿Me están pidiendo ayuda? ¿A mi? — cuestioné sin creerlo. Que yo fuese parte de algo tan icónico como la broma hacia Umbridge me hizo saltar de emoción... hasta que recordé que le habia dicho a Tom que me portaría bien... y él dijo que no me metiera en problemas sin él, entonces supongó que tendrá que ser mi cómplice.

— Pues si, por algo estamos aquí — dijo Fred, obvio.

— ¿Aceptas o no? — cuestionó George.

Froté mis manos.

Ahora si se viene lo chido — sonreí —. Awebo que si.

Stupid Girl #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora