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Aquí acaba el maratón de festejo, espero les haya gustado. Gracias por su apoyo, disfrútenlo, regreso el viernes, cuídense mucho y tomen sus medidas de cuidado.🥰❤️
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Dean.

Los días en Singapur acabaron, Rossalie tuvo una mejoría excelente por lo que pudimos adelantar el viaje tres días, al llegar a Suiza, Rossalie estaba exhausta por lo que al poner un pie en la habitación cayó rendida en la cama. Por otra parte yo me tuve que asegurar que mi madre llegara a salvo a Madrid en compañía de Ivo y así fue, no hubo ni un percance, nada que fuera raro.
Las cosas en París avanzaban bien, la empresa seguía con su ritmo normal, sin ningúna alerta, nada fuera de lo común.
En unos días Marco nos haría compañía para asegurar más la casa y hacerse cargo de nuestra seguridad. Milar tenía un trato especial hacia Rossalie, no dejaba que ningún otro hombre se le acercara, cualquier cosa que ella pedía o quería él sin dudar lo concedía, se encargo durante todo el viaje de cuidar personalmente de ella y eso me tenía en ascuas, ¿Porqué?.

La noche cayó y a pesar de que faltaba poco para que el invierno entrara, el clima bajaba notoriamente. Me encargue personalmente de verificar la seguridad de toda la casa, que los hombres estuvieran en sus puestos y no faltara nadie, Milar se encargaría de revisar constantemente las cámaras fuera de la casa, para evitar cualquier sorpresa.
Al entrar a la habitación, mi mente se quedó en blanco y todas mis ganas de dormir fueron a un solo lugar, mi entrepierna.

Rossalie estaba boca abajo, abrazando su almohada mientras su durazno solo estaba cubierto con un diminuto short y en la parte de arriba, su blusón estaba revuelto. Poco a poco me acerque a ella y acaricie sus piernas de arriba a bajo, una y otra vez, pasee las yemas de mis dedos por su durazno y pude notar como su piel comenzaba a reaccionar a mi toque, despertó.
Volteó su cabeza para verificar que estuviese ahí y no pasaron ni diez segundo cuando me jalo sobre ella y comenzamos a besarnos. Desde nuestro primer encuentro, el apetito sexual de Rossalie era desmedido, había ocasiones en qué ni siquiera podía salir del cuarto por más de una hora, porque ella ya quería montarme de nuevo y amaba tenerla sobre mi, debajo de mi, de cualquier manera. Amaba con locura su confianza y sobre todo su cuerpo, su hermoso cuerpo que me hacía perder los estribos una y otra vez.

El beso siguió, hasta que baje por su cuello, por sus pechos, deje pequeñas marcas. Sus manos iban y venían por mis brazos, hasta que ya no pudimos más y nos desnudamos rápidamente. Rossalie tomaba el control por completo y me gustaba, pero me hacía sentir frustrado sin poder dominarla a mi gusto, así que la tomé por la cintura y la puse en cuatro patas, su durazno estaba totalmente expuesto a mi, tenía una de las mejores vistas. Rossalie sin perder el tiempo se empinó muchísimo más sobre la cama y justo ahí fue donde perdí todos mis sentidos y no me detuve a prepararla, entre en ella de una sola estocada y la oí soltar un gemido tan placentero que seguí moviéndome con brusquedad y firmeza, adentro, afuera hasta que terminamos de saciarnos.
Hacer el amor con Rossalie era uno de los mayores placeres que me daba la vida.
Nos acurrucamos sobre la cama y abrazados, nos quedamos profundamente dormidos.

(...)

La intensa luz que entraba por las ventanas me empezó a incomodar, quemando mis ojos atraves de mis párpados. Poco a poco fui abriendo mis ojos, acostumbrandolos a la luz, al voltear Rossalie seguía profundamente dormida, su espalda al descubierto era lo que más me encantaba de ella, la abrace por la cintura y la pegue a mi, la desnudez de nuestros cuerpos, ya era común, ya no había pena, la confianza se elevó y ahora podemos andar como si nada.

Era evidente que al tener demasiadas relaciones, hubiera la posibilidad de que Rossalie quedará embarazada, pero antes de partir, el doctor le enseño el plan anticonceptivo de la inyección, ella acepto y ahora estamos mucho más tranquilos, sin usar el maldito látex.  Rossalie comenzó a removerse un poco y volteo a verme, me encantaba estar con ella, amanecer a su lado, verla abrir sus preciosos ojos oceanicos.

-Buenos días princesa, ¿Dormiste bien?.

-Buenos días guapo, por supuesto. Adoro despertar y ver qué sigues en la habitación.

Rossalie se había encargado de regresarme a la cama los últimos días en Singapur, bajaba por mi al despacho y hacia que subiera junto con ella para seguir durmiendo y que después sucediera lo que ya dije antes.

-Me estás haciendo un hombre muy perezoso.

-Claro que no, solo cuido de tu salud que es totalmente diferente.

Tenía razón, me descuide durante semanas, mientras ella se recuperaba.

-Bajamos a desayunar o quieres que pida que traigan el desayuno.

-Estoy un poco cansada, prefiero que traigan el desayuno.

-¿Te sientes bien?.

-Claro, solo que estoy algo agotada, tengo claro que seguir así, me agota.

Rossalie se levantó de la cama y cubrió sus desnudez con su pequeña bata, camino hacia el baño y cerró la puerta.
Su celular comenzó a vibrar varias veces sobre la mesa de noche, no quise acercarme a ver, solo mire de lejos y en las notificaciones apareció el nombre de ¿Dominick?.

Dominick.
Espero que estés bien, te echo mucho de menos, ¿Cuando volveremos a vernos?. Extraño tu compañía, recuerda lo que te dije, siempre estaré para ti.

Que clase de compañía, ¿Porque la echaba de menos?, ¿Que le dijo?.
Los celos e inseguridad recorrieron de punta a punta todo mi cuerpo y comencé a respirar se manera agitada. No podía estarme pasando esto, simplemente creía en ella pero ahora que lo recuerdo, desde el incidente en Canadá, ella no mencionó nada, no dijo con quién estaba y porque se fue tan lejos. Ni siquiera yo sabía si ese hombre era el mismo con el que se quedó durante esos días y de la nada desapareció.
¿Que oculta?.

Paris In The RainDonde viven las historias. Descúbrelo ahora