cuarenta y uno || parte I

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Puntería.

Fui el primero en despertar, y eso que nos habíamos quedado dormidos hace dos horas. Sobre las tres de la madrugada. Intenté calcular cuánto se tardaría de ir de aquí a Kentucky, pero sería más de un día, contando el tráfico y el hielo. Y teníamos que estar allí en aproximadamente diecinueve horas.

Le dejé dormir un poco más hasta que comencé a besarla múltiples veces por el rostro hasta despertarla. Lo que conseguí fue una extraña mirada por su parte.

Le sonreí.

—Buenos días —Después intenté besarla de nuevo, pero no me dejó.

—Buenos días. Corre a lavarte los dientes si quieres besarme —murmuró y volvió a cerrar los ojos. Puse los ojos en blanco y planté un beso su frente, después me bajé de la cama y fui a lavarme los dientes. Me fijé en todos los chupetones que ella me había dejado con orgullo.

Cuando regresé, ya se había incorporado en la cama, mirándome. Sonreí y trepé a la cama junto a ella, inclinándome en busca de sus labios, pero volvió a pararme.

—Yo también tengo que hacerlo —dijo. Lloriqueé y me dejé caer hacia atrás. Dios, quería besarla.

Autumn comenzó a hacerme cosquillas en el torso hasta que empecé a reírme y a retorcerme, poniéndome en pie. Después la acompañé al cuarto de baño. Ya tenía un cepillo de dientes aquí. Y eso me hacía sentir genial, el hecho de que ella se quedara bastantes noches aquí como para tener sus propias cosas.

—¿Cómo te sientes, amor?

—Estoy bien. ¿Tú cómo te sientes? —preguntó antes de llevarse el cepillo de dientes a la boca. Sonreí y permanecí detrás de ella, rodeando su cintura con mis brazos. Sus ojos se encontraron con los míos en el espejo y clavó su mirada en mí, mientras movía su mano lentamente.

Le sonreí con malicia en el espejo e incliné su cabeza hacia un lado para que así pudiera besarle el cuello. Vi cómo su cuerpo se ponía en tensión y se relajaba entre mis manos, a medida que éstas ascendían por su torso. Sin embargo, no paró de cepillarse los dientes. Chupé con un poco de fuerza su cuello, consiguiendo un débil gemido por su parte, mientras recostaba su cuerpo sobre mi torso. Pero continuaba teniendo ese maldito cepillo de dientes metido en la boca.

Estuve  a punto de matarla accidentalmente, al morderle en el cuello y al ahuecar con ambas manos sus pechos. Mis ojos continuaban fijos en los suyos a través del reflejo. Autumn exhaló demasiado rápido, un gran suspiro, y estuvo a punto de tragarse la pasta de dientes. Así que sonreí, y continué.

Autumn gimió ante mi cuidadoso apretón, dio un paso al frente y escupió, después se enjugó la boca con agua y tragó un poco de ésta. Ni siquiera se había dado la vuelta por completo cuando la agarré y la acorralé contra la puerta del cuarto de baño, besando descontroladamente su labio superior antes de que ella pasara a hacer lo mismo con el mío.

—No me provoques —sonrió contra mis labios a medida que intensificaba mis besos.

—¿Así que tú puedes hacerlo, pero que luego no te lo hagan a ti? —Respondí, sonriendo con los ojos cerrados mientras ella me tiraba del pelo—. Te he echado de menos —añadí.

—¿Cuándo?

—No sé, cuando dormía —sonreí. Ella también me sonrió, con las mejillas rosáceas. Se puso de puntillas para poder besar mi mejilla. Yo era muchísimo más alto que ella. Rodeó con sus brazos mi espalda, besándome con lentitud la mejilla antes de tocar mi barbilla y besarme en los labios. Con la misma lentitud y agonía.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora