tres || mentiras

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*SEGUNDA PARTE*

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—¡Shay! —grité cuando ésta se lanzó sobre mi espalda. Actuaba como si no me hubiese visto en años, a pesar de que la había visto hace dos semanas. Su cabello rubio rojizo se movía por encima de mis hombros desprendiendo una oleada de cítricos proveniente de su champú. Me di la vuelta para abrazarla, y le informé que teníamos a la señora Ford como sustituta en Historia del Arte.

La señora Ford siempre vestía con extravagantes sombreros a los cuales incluía pájaros falsos. Siempre nos hacía leer la página cuatrocientos diecisiete de nuestros libros, sin importar la clase. Luego sacaba una revista de su enorme bolso y nos mostraba diferentes especies de pájaros, haciéndonos una demostración de sus cantos. Al final acababa dándonos la misma hoja de ejercicios. Tenía varias copias de estos esparcidos por mi taquilla.

Al entrar en clase, vimos que ésta llevaba un sencillo atuendo, en tonos marrones y beige, sin sombrero alguno. Y eso me desconcertó, a más no poder. Desvié la mirada a la pizarra para ver nuestro trabajo. Un PowerPoint que nos había dejado el señor Hamilton. Era extraño verlo ahí pues la señora Ford nunca hacía caso de sus indicaciones. Algo iba mal.

Mi incliné sobre Shay.

—¿Qué sucede?

Me miró ceñuda, con sus ojos color avellana cegados de confusión. Shay escrutó mi rostro y sacudió su cabeza.

—Nada. Le gustan los PowerPoint —respondió. Casi me atraganto.

—¿Qué hizo la última vez que estaba de sustituta?

—No me acuerdo —dijo Shay, sacudiendo la cabeza. Y, como una loca, comencé a mencionarle los libros, las observaciones de pájaros, sus extravagantes sombreros, sus hojas de ejercicios.

Todavía seguía afectada por el repentino encuentro con Harry en los pasillos. Esa había sido la primera vez que lo había visto sin ninguna expresión arrogante, sin esa estúpida sonrisa. Parecía enfadado, muy enfadado. Era algo que asustaba. Aquí estaba pasando algo. Y tenía el presentimiento de que tenía que ver con Harry Styles.

Shay negó con la cabeza, mirándome como si estuviese loca. Y lo único que hizo eso fue asustarme más. Estaba cien por cien segura de que la señora Ford era una loca obsesionada con los pájaros. Hoy había sido un día de locos, demasiado aterrador.

A la hora de la comida intenté llamar a mi padre para que me recogiese. Quería regresar cuanto antes a casa y olvidarme de todo lo ocurrido; de la extraña y oscura marca en mi muñeca, de Harry y su extraña pelea, de la señora Ford y de cómo todo el mundo parecía haber olvidado su extraña obsesión con los pájaros.

Pero no tuve tal suerte. No me cogió el teléfono. Enseguida me topé con el buzón de voz al que tan acostumbrada estaba: «Este es el contestador de Miles Yurich. Siento no poder contestar, pero si es tan amable de dejar su mensaje, le llamaré en cuanto pueda. Setenta y tres, cuarenta y dos». No sabía qué significaban esos números. Intuía que tenían algo que ver con su trabajo, del que todavía no me había contando nada. Tal vez el número de la oficina, o algo parecido.

—Niall —suspiré finalmente hacia esa cabellera rubia—. ¿Qué crees que es esto? —Levanté la manga de mi camiseta, revelando la marca negra. Ahogué un grito de sorpresa al ver cómo se había hecho más oscura con los bordes más nítidos. Definitivamente se trataba del nacimiento de algo, como una flor que aún estaba por florecer. El negro de ésta se veía amenazador y no me daba muy buena espina.

Niall echó un vistazo a mi muñeca.

—¿Piel? —le dio unos golpecitos a ésta—. Nada parece fuera de lo común.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora