sesenta || final

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Mis queridísimos lectores:

¿Debería dirigirme a vosotros de esa forma? Esto no es una carta. Se supone que ese saludo no se utiliza solamente para esa ocasión y también... bueno, no importa.

Soy yo, vuestra escritora. Hoy me toca narrar a mí porque estos últimos días han sido una completa tortura para nuestro pobre Harry. Lo único que haré será decir lo que él no es capaz de expresar.

Para nuestro amado protagonista fue duro abandonar aquel edificio. Fue la cosa más difícil que había hecho en toda su vida. Varias cosas no habían salido según lo planeado. Había tanto que él no sabía, que no podría haber sabido, y aun así tuvo que dejarlo atrás.

El grupo permanecía en silencio mientras caminaban de regreso a sus coches. Hayley lloraba en silencio y Harry no disponía de la suficiente fuerza para consolarla. Él estaba bastante molesto con ella por haberle ocultado cosas. Y espero que podáis entenderlo, pues mantenían una relación muy estrecha.

Pero sobre todo, Harry se sentía entumecido. Apenas era capaz de sentir algo. Ni siquiera cuando subió a su coche, una de sus cosas más apreciadas. Pero sentía el frío que desprendían los asientos, y el del ambiente. Por eso tuvo que usar su aura para poder entrar en calor.

Harry condujo solo a su casa, ni siquiera supo cómo pudo hacerlo. Pensó en comprarse un paquete de cigarrillos, y después ir a un bar y emborracharse. Aunque lo que más le tentaba era volver al edificio de Liam. Pero conocía a Liam, y sabía que a estas alturas lo más probable era que ya se hubiese largado con Autumn.

Así que continuó conduciendo. Pasó por el miserable instituto en el que había vivido tantas cosas; buenas y malas. Se acordó cuando dibujó sus ojos en el aula de arte, cuando la vio disparar con el arco-tan feliz ella-, cuando la sujetó contra el pupitre y empezó a morderle la piel del cuello.

Y cuántas veces la había asustado. En el aseo cuando le enseñó todas sus marcas, cuando lo pilló en los pasillos y estaba sangrando, cuando se peleó con Liam. También recordó los momentos en los que había obligado a los profesores a que hicieran lo que él quería, pues no quería verse involucrado en las vidas de esos patéticos estudiantes.

Se dio cuenta de lo mucho que la había presionado al principio de su relación, la primera vez que se conocieron. Lo grosero que era con ella, y viceversa. Quizá siempre fueron así.

También pasó por la antigua casa de ella. Recordó el primer beso que compartieron, cuando él se dio cuenta por primera vez que estaba enamorado de ella. Cuando se subían al tejado y empezaban a hacerse cosquillas; cuando la observaba mientras ella fingía que estaba dormida para que así él pudiese dormir a su lado, así ella aprovechaba para pegarse a él y besarle la cara pensando que él no lo sabía. Pero lo cierto es que sí.

Fue un viaje en coche horrible. El peor de su vida.

Por fin llegó a su hogar. Pero en realidad no era de él. Nunca había usado el término «hogar» hasta que Autumn se fue a vivir con él. Antes de eso solamente era una casa normal y corriente. Pero ella lo cambió todo.

Subir las escaleras del porche le resultó una eternidad. Algo horroroso, una vívida tortura. Harry se las apañó para entrar en la casa, dirigiéndose al instante hacia la silla. Parecía tan grande sin ella.

Y lloró.

Lloraba por su pérdida y por su fracaso. Lo abrumaba la desesperación, el simple hecho de pensar que su único objetivo había sido atrapar a Liam. Deseaba saber que aún había algo que podía haber hecho.

Lloró por Hayley. La pobre muchacha no había hecho nada malo y ahora mismo podría estar a las puertas de la muerte. Todo por culpa de los juegos enfermizos de Liam. Él se refería así mismo como hombre de la ciencia, pero ni siquiera era un hombre.

Harry incluso lloró por Louis. Había perdido a un amigo. Su único deseo era que algún día Louis cambiara de opinión.

En su interior se sentía pequeño, lo cual era bastante extraño considerando lo alto que era. Pero así se sentía; pequeño, solo e incompleto. Era alucinante ver las consecuencias que conllevaba perder una parte de uno mismo. No te das cuenta de lo importante que es hasta que la pierdes.

Y ante esos pensamientos Harry enfureció.

Odiaba a Liam, mucho. Por lo que les había hecho, a todos ellos. Ese desgraciado hijo de puta que se había atrevido a quitarle lo que él más amaba. Aunque Harry había jurado que la recuperaría, que la traería a salvo y que mataría a Liam.

Harry permaneció sentado en la silla de ella durante el resto de la noche, consumido por sus propios pensamientos y aterrorizado ante las visiones que tenía sobre humo negro, risas y los gritos de Autumn. Cosas malvadas que le enviaba Liam, aunque eran demasiado crueles para un villano.

Aunque no era algo brillante; el hecho de arrancarle todo de golpe. Porque lo que de verdad necesitaba conseguir Liam estaba relacionado con mentiras, manipulación y genialidad.



Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora