veintinueve || parte II

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A la mañana siguiente, me desperté, olí la comida, me di la vuelta y vomité en el bote de basura que habían colocado en el lugar idóneo. Incluso había una toalla debajo del bote. Después de haberlo tirado todo, alcé la mirada y me encontré con Harry, sentado en una silla con las piernas cruzadas en medio de la habitación. Esperó durante un segundo y después se marchó.

Me sentí decepcionada. Recordaba todo lo ocurrido anoche. Y todo lo que había dicho Jo. Y la absoluta tristeza de Harry cuando estábamos en el coche. Eso había sido lo peor. Odiaba decepcionar a la gente.

—¿Estás bien? —dijo Harry, al regresar, ofreciéndome una toalla húmeda y otra para poder secarme.

Sacudí la cabeza. Sentía un dolor punzante en las sienes y tenía la visión borrosa. Harry suspiró y aguardó en silencio hasta que acabé de limpiarlo todo. Coloqué ambas manos sobre mi frente.

Entonces me di cuenta de que no llevaba la escayola. Ambas. Y ni me dolía la mano ni la pierna. Miré a Harry, frunciendo el ceño y frotándome el brazo.

Harry se encogió de hombros tímidamente.

—Te las he cortado, y te he curado. No es para tanto. Además, te sentías desgraciada con ellas —musitó.

—¿Por qué? —desvié la mirada.

—Me preocupo por ti. Tú eres muy irritante y yo soy un idiota, pero todavía se me permite cuidarte —suspiró.

Fruncí el ceño y coloqué ambas piernas debajo de mi cuerpo.

—Lo siento —dije.

Él se había quedado despierto toda la noche, cuidándome, porque fui una estúpida. Me había estado comportando como una completa estúpida todo este tiempo y luego era Harry quien venía y se ocupaba de limpiar toda la mierda que yo dejaba. Por eso no me cuestionaba por qué pensaba que yo era irritante. Yo también lo pensaba. Tampoco me sorprendería si todos mis amigos se acaban hartando de mí.

—Para —exigió en voz baja—, por favor. No puedes pensar de esa forma, amor —murmuró estirándose del pelo.

¿Por qué no? Así es como tú piensas. ¿Acaso no sabes que a mí tampoco me gusta eso?

Harry me miró fijamente. No abrió su boca, pero a pesar de todo lo escuché.

No te atrevas a utilizarme como ejemplo acerca de cómo deberías estar viviendo. Ya es suficientemente horroroso que ahora tengas que oírlo. No puedes dejar que mis mierdas influyan en ti.

Pero tú no eres malo, prácticamente susurré. Él no lo era, y mucho menos lo aparentaba.

Harry rompió nuestro contacto visual. Tenía una sensación en mi interior que me aseguraba que no había nada más que yo pudiera decir, y eso me hacía sentir aún peor. Quería arreglar cualquier cosa que veía. Si estaba roto, quería hacerlo. Y Harry estaba más que roto.

Sentía que ahora él era mi responsabilidad. Claro que me preocupaba por él, pero también tenía que cuidarlo. Conmigo él ya era todo un experto. ¿Pero y qué? ¿Qué hacía yo? ¿Qué me permitiría él hacer?

Me cepillé los dientes con un cepillo nuevo que me había prestado Harry. De hecho tenía tres más de repuesto en una caja. Y justo al terminar de hacerlo, volví a vomitar. En el váter. Hasta el punto en el que no había nada más en mi organismo, tan sólo la sensación de arcadas y nauseas.

Una vez recompuesta, lo limpié todo y volví a cepillarme los dientes.

Harry asintió con simpatía.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora