cuarenta y tres

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Tabaco.

Nos marchamos a la mañana siguiente, a las pocas horas de que ella regresara. Se había ido a pasar la noche a una habitación acompañada de algunas chicas de su equipo. Se había despedido de todo el mundo y había regresado a nuestra habitación diciéndome que quería marcharse.

Intenté hablar con ella. Lo intenté. Pero no funcionó. Durante el vuelo a casa, el trayecto hasta Rosebud... nada.

Me preguntó si podía dejarla en casa de Niall. Y, por supuesto, lo hice. Me dolía ver cómo se abrazaban, cómo ella lo agarraba con tanta fuerza. Y lo mismo hacía él. Después entraron y yo regresé solo a casa.

Hablé con ella los siguientes días. Pero muy poco. Sólo para que pudiéramos gritarnos, cuando se pasaba por casa. Aunque había una cosa que quería hacer.

Hubo una ocasión en la que ella se encontraba diciéndome lo fanático del control que era, cuando la interrumpí.

—Pausa —dije. Y eso la confundió.

—¿Pausa?

—Dilo —le dije. Enarcó una ceja en mi dirección—. Dilo —repetí, casi suplicándoselo esta vez.

Ella lo entendió, al menos un poco.

—Vale. Te quiero. Aún te quiero —dijo, pero sonaba más como un siseo.

Y continuaron las peleas durante los tres siguientes días. Y yo lloraba más que nunca, porque estaba seguro de que la había perdido. Me sentía vacío, y dolía. Joder.

••

Volvió a pasarse el lunes porque yo la había llamado, y quería hablar. Obviamente se fue a la mierda en cuanto dije algo que acabó volviéndose en su contra. Siempre lo jodía todo, y si no estáis acostumbrados a eso, lo siento.

A medida que nuestras peleas se hacían más intensas, veía y escuchaba cómo más pensamientos se formaban en su cabeza. No podía escucharla con claridad, obviamente, había muchísimos y se movían demasiado rápido. Su mente no esperaba a nadie.

En estos momentos Autumn estaba enfadada conmigo por haberle dicho que debería estar más tiempo por aquí. Ayer fue a hablar con Liam, y yo perdí los estribos. Ella no quería contarme lo que habían hablado y yo continuaba aterrorizado.

—¡Ojalá tan sólo pudieras escucharme! ¡Nunca haces lo que te pido y luego te encargas de sufrir las consecuencias, y nunca aprendes! ¿Por qué no puedes hacer al menos una vez lo que te pido? ¡Estoy intentando protegerte! —le grité, sintiéndome un poco mal por haberle gritado.

—¡Soy lo suficientemente mayor como para tomar mis propias decisiones, Harry! —respondió—. Puedo hacer lo que yo quiera. ¡No necesito que me protejas!

—Entonces la próxima vez quizá no vaya a salvarte —dije, con unas enormes intenciones de hacerlo.

—Quizá me guste. Dios, eres tan jodidamente insoportable —resopló. Fruncí las cejas e intenté ocultar lo mucho que me habían dolido esas palabras, pero ella se dio cuenta y murmuró—: Pausa.

Por lo que suspiré y abandoné la expresión de enfado.

—Dilo —exigí.

—Te quiero —murmuró, derrotada. Pero lo decía en serio, lo sabía. Aunque no se disculpó, porque continuaba teniendo cosas que decirme. Tanto como me hubiera gustado, esta pelea no había terminado.

Asentí.

—Está bien. Fuera pausa —dije, por lo que comenzamos a gritarnos de nuevo. Salvo que ella continuaba queriéndome.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora