trece || gota

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*SEGUNDA PARTE*

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Cuando me desperté, Harry no estaba a mi lado. Rápidamente escaneé la habitación y lo encontré sentado en una silla, en la esquina de la habitación. Estaba mirando mi estantería de libros.

Sin darse la vuelta, dijo:

—Buenos días, amor. ¿Cómo has dormido?

—Bien —respondí—, ¿cuánto tiempo llevas despierto?

—¿A qué hora te fuiste a dormir?

—¿No has dormido? —enarqué una ceja. Harry se encogió de hombros.

—Hace una hora que tu padre se ha ido. El instituto se ha cancelado, tal y como predije. Hay como unos diez centímetros de nieve, y sigue nevando. Supongo que me tendré que quedar encerrado aquí contigo —sonrió.

—Ni de coña —bufé. Harry se rió y se acercó, sentándose a mi lado. Retiró algunos mechones de cabello que caían ante mis ojos y me miró fijamente.

—Eres hermosa —me dijo—. En serio. Es una especie de belleza que nadie tiene. Una que no puede ser escrita o descrita. Eres única, Autumn. Única.

El corazón me latía descontroladamente contra el pecho.

—¿Quién dice eso? ¿Lo leíste en algún sitio? —hablé, con el rostro ardiendo. Harry sonrió con malicia.

—Me siento ofendido, Fall. Lo acabo de decir, amor. Ahora. Si llegas a conocerme, descubrirás que soy todo un caballero —dijo—. ¿Has dibujado esto? —señaló el tumulto de papeles pegados en mi pared.

—¿Qué? Sí —murmuré, bostezando. Me dejé caer hacia atrás, sobre las almohadas—. ¿Qué hora es?

—Las diez —contestó.

—Despiértame a las once —susurré, y cerré los ojos. Escuché la risa de Harry antes de volver al estado de inconsciencia.

••

Cuando volví a despertarme, mi cabeza reposaba sobre su regazo y sus manos se hallaban en mi cabello.

—¿Qué estás haciendo? —murmuré, aún con los ojos cerrados. Harry dejó caer un mechón de pelo trenzado sobre mi hombro.

—Intentando enseñarme cómo hacer una trenza.

Dirigí mi mirada hacia mi reloj.

—Son las once y media —dije.

—Sí, me he distraído. Eres tan dulce mientras duermes —sonrió Harry. Negué con la cabeza aún en su regazo, mi frente rozando el material de sus pantalones.

—Mira, toma un pedazo de pelo —dije. Y así hizo—. Ahora sepáralo en tres partes. Bien. Ahora coge uno, y ponlo en el medio.

—¿Qué pasa si cojo el del medio?

—No seas así —le advertí. Harry sonrió—. Entonces, cruza el que está en uno de los lados con el que está en el medio, y sigue repitiendo el mismo proceso. Mira —dije, y cogí mi pelo de sus manos. Lo estuve trenzando durante un tiempo hasta que volví a dárselo. Lo observaba concentrado en trenzar mi cabello: sus ojos levemente entrecerrados y su lengua sobresaliendo de sus labios.

Cuando acabó, estaba realmente orgulloso de la trenza, con aspecto ligeramente destrozado, que había conseguido hacer.

—Es... preciosa —balbuceé. Sus labios se alzaron, sonriendo con alegría.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora