treinta y seis

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Conspiración.

A Jo comenzó a entrarle el pánico. Descaradamente. Todos los ojos estaban puestos en ella mientras ésta continuaba tensando y destensando sus puños.

—¿Qué? —musitó, mirando a su alrededor nerviosamente.

—¿Dónde está, Jo? —Sonrió con malicia Hayley—. ¿Qué has hecho con él?

—No sé de qué est...

—Ahórratelo —interrumpió Hayley—. No somos estúpidos. No intentes mentirnos. —Algo malo estaba a punto de ocurrir. Quería buscar detrás de mí y coger la mano de Autumn, decirle que no pasaba nada, pero ésta parecía conforme, y curiosa. Eso me molestaba un poco.

 —¿Dónde está? —dijo Autumn.

Jo se tensó, y rodó los ojos.

—Lo ahorqué. Aunque ojalá hubiese sido mejor que eso. Supongo que no vi que era mi culpa. Olvidadlo, joder, no necesito sentirme más depreciada de lo que ya me siento —musitó. Casi nadie la creyó. Louis continuaba mirando a su alrededor nerviosamente.

—Tranquilizaos —les dijo Zayn al resto, pasándole un brazo por los hombros a Jo. Ésta se relajó un poco y le echó una mirada de agradecimiento, aunque era más bien una seductiva. Se asegurará de recompensárselo más tarde.

Y dejamos el tema. No estaba acabado, pero por ahora se posponía. No hablábamos. Nadie sabía qué hacer acerca de lo de Liam. Así que al final acabamos marchándonos todos.

Llevé a Autumn a casa, la acompañé hasta el interior, y después me di cuenta de que el coche de Miles estaba aparcado en la acera.

—Autumn —dije, en tensión.

—¿Qué? —me miró ceñuda, dándose la vuelta para mirarme.

—Miles —respondí en voz baja, mirando alrededor de la casa.

—Está muerto —respondió—. Ya te lo dije. —No dejó de fruncir el ceño.

Arqueé una ceja, intentando mantener la compostura.

—No, no lo hiciste —fruncí el ceño, mirándola de arriba abajo.

—Oh. Maté a Miles. El lunes por la noche, eh, martes por la mañana —dijo.

—¿QUÉ COJONES? ¡Tienes que contarme estas cosas! Dios santo bendito, Autumn, ¡eso no es algo sin importancia! ¿Estás bien? —grité.

—Estoy bien —espetó.

—¿Qué hiciste?

—Le disparé en el pecho cuando llegó a casa —respondió Autumn, cruzándose de brazos. Sus ojos grises ahora eran tempestuosos y oscuros.

—Joder, amor —mascullé—. ¿Ahí? ¿Murió justo ahí? —señalé el suelo que pisaba. Asintió—. ¿Qué has hecho con él?

—Lo quemé fuera —respondió con tranquilidad. Con demasiada calma.

—¡AUTUMN! —Grité, rascándome la mandíbula con mi pulgar, cerrando con fuerza los ojos—. ¡Te van a meter a la cárcel por asesinato!

—No, no me van a meter. Sus cenizas están en la chimenea junto con un montón de cenizas provenientes de los troncos de madera. Y he limpiado el arco y me he deshecho de la flecha en un lago a tres millas al sur de aquí. Y ya he llamado a la policía, fingiendo que lloraba, mientras les decía que mi padre había desaparecido y ellos vinieron y hablaron conmigo y aumenté mis fingidos llantos diciéndoles que no lo había visto desde hacía días y que mi mejor amiga había muerto, así que ahora la policía finge que lo está buscando —dijo—. Piensa que lo secuestraron.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora