treinta y dos

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Todo.

Cuando Max se presentó a las 1:45am, yo ya le había enseñado a Autumn cómo ver desde las distintas Realidades y cómo convocar su fuego cuando lo necesitara. Había resultado muchísimo más difícil enseñarle cómo ver desde las distintas Realidades de lo que había pensado. En su momento, fue fácil para mí. Ya estaba del todo loco; escuchando la palabra “perro” y saboreando el olor a palomitas. Aunque eso no era todo.

Autumn acabó frustrándose. Odiaba admitir que era adorable.

—Es difíiiiiicil —se quejó.

Sonreí, y besé su frente.

—Sigue intentándolo. Acabarás consiguiéndolo. —Y al final lo hizo, después de una hora entera practicando. Y comenzó a gritar, pues yo era fuego. Y estalló de felicidad, me agarró de la cara y me besó. Y eso me hizo muy feliz porque ella estaba feliz y volví a besarla. Estaba seguro de que me había marcado la parte trasera del cuello, pero no lo sabía con certeza pues no lo había visto.

Poco después, su brazo acabó estallando en llamas. Yo no hubiese sabido qué hacer, pues no se apagaría. Pero ella logró reducir el fuego en su mano y acabamos jugando a la pelota con él. Maldita sea, era tan especial. Yo no habría podido hacer eso en mi primer día si lo hubiera intentado.

Quería examinar su espalda. Tenía la impresión de que algo había comenzado a nacerle allí. Pero sabía que ella no se sentiría a gusto enseñándomela, y no iba a presionarla. Ni de coña.

Cuando Max llegó, vestido con unos vaqueros y botas de trabajo, una camiseta gris abotonada con un cuello en forma de V, Autumn se puso en tensión y volvió a colocarse esa máscara fría y sin emoción alguna en el rostro. Su aura verde oscura estaba más clara de lo habitual. Y entonces me di cuenta de que había una chica detrás de él.

Era más baja que Autumn. Parecía confundida y asustada, y se agarraba con fuerza al brazo de mi amigo. Tenía el cabello casi negro, su piel era de un marrón caramelo y sus ojos color almendra. Era guapa.

Su aura era verde lima. Y le hacía parecer más atractiva, brillando contra su cabello largo y oscuro recogido en una trenza sobre su hombro izquierdo. Max parecía molesto por el efusivo agarre de la chica.

—¿Lo sabe? —pregunté.

La chica asintió con nerviosismo, antes de que él pudiese responderme.

—¿Quién eres? —preguntó ésta en voz baja, en un dulce acento sureño.

—Soy Harry. Ésta es Autumn. No queremos matarte —prometí; sonreí un poco y coloqué una mano en la espalda de Autumn, empujándola hacia delante. Ésta me lanzó una mirada de advertencia y me sentí culpable. Se veía enfadada, nerviosa y asustada. Así que rodeé sus hombros con mis brazos, mientras su fuego corría por mis costillas a medida que le proporcionaba algo de mi aura para que se sintiera mejor. Y funcionó.

—¿Qué edad tiene? —le pregunté a mi amigo.

Me lanzó una mirada cautelosa.

—Dieciséis.

Oh. Mierda. Max tenía dieciocho; había estado teniendo dieciocho años durante nueve meses. Jo tenía veinte, Zayn veintiuno y Louis veintidós. Hayley también tenía diecinueve, a excepción de que los acababa de cumplir.

Desvié mi mirada hacia Autumn. Estaba seguro de que me había escuchado, lo que significaba que sabía acerca de mi angustia hacia la edad de la chica.

Intenté esconderlo con:

—Demasiado joven para esta vida. Qué lástima.

Ambas chicas se relajaron. Un poco. Aunque Autumn podía leerme mejor que cualquier mentira. Sabía que algo estaba pasando. Joder, no podía seguir ocultándole cosas. Y eso era lo que me decía todos los días. Pero sabía que sólo la estaba escondiendo de mí mismo.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora