diecinueve || último

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Harry me acompañó a casa, me ayudó a entrar, y se despidió plantando un beso en mi frente. Deseaba que dejara de hacer eso, pues lo único que conseguía era que se me hiciese terriblemente difícil odiarlo. Pero... ¿debería dejar crecer ese sentimiento? Tal vez sólo tenerle miedo. Un poco.

Y, de nuevo, el momento que habíamos compartido en el parking volvió fugaz a mi mente. Había estado preparada, demasiado. Ya me estaba imaginando cómo se sentían sus labios pegados a los míos, lo suaves que siempre estaban... cálidos y confortantes al compás de los míos. Era capaz de imaginar su mano sobre mi rostro; la mía sobre mi pecho; la sonrisa en sus labios después de separarse y mirarme.

Dios, era un desastre.

Y continué imaginándomelo mientras terminaba una pintura al óleo sobre una puesta de sol que había visto el verano pasado. Había estado espectacular. El cielo era un abanico de colores que oscilaban entre el morado, un resaltado rosa vibrante y el naranja. Debajo de mis pies se hallaba una hierba exuberante, suave y verde. Me encantaba el verano.

Cuando la terminé, después de haber estado tres semanas pintando y no pintando, la colgué en la pared y me metí en la bañera, con la pierna que llevaba la escayola sobresaliendo de ésta. Tenía el brazo malo apoyado inútilmente en el borde. No podía dejar que se mojaran, o acabarían apestando. Como los otros.

Esa misma noche me cociné un plato de spaghetti con pollo y me senté en el salón con mis pantalones de chándal, una camisola y la chaqueta de Harry, mientras veía las noticias sobre mi instituto. Instituto Rosebud: las clases se retrasarán hasta jueves al mediodía. Genial, nos mantenían en casa encerrados y después nos mandaban para sólo tres horas. Como si las otras cinco no hubiesen sido importantes.

Mi padre no vino a casa. Lo llamé al móvil, pero me saltó directamente el contestador, escuchando sus estúpidas palabras de nuevo y esos estúpidos números al final.

Hablé un rato con Niall y Shay antes de meterme a la cama. Harry me envió un mensaje justo antes de quedarme dormida.

"¿Vuelves a estar sola?"

"Sí, ¿por qué?", le respondí tapándome con la manta.

"Siento que tu viejo esté fuera de nuevo, amor. Duérmete, ¿vale, Fall?", contestó casi al instante.

Sonreí y me deshice de su chaqueta, colocándola sobre la silla que había junto a mi cama.

"Vale. ¿Te veo mañana?", se lo envié sintiendo cómo se me iban cerrando poco a poco los ojos.

"Desafortunadamente para ti, no. Mañana tengo gente a la que visitar. Pero si quieres puedo llevarte y recogerte. xx."

Mañana. Mañana al mediodía. Algo iba a...

Oh, Dios.

Jo. Jo le había dicho a Harry que la última oportunidad que tenía para hacer lo que se suponía que tenía que hacer sería jueves al mediodía. Mañana era jueves. Y aunque... bueno, digamos que... realmente me gustase Harry, aún seguía sin ganarse mi confianza. No quería estar con él a solas en el coche mañana a las doce. Básicamente porque no tenía ni idea de lo que su loca amiga de cabello azul estaba hablando, y tampoco lo quería saber. Así que intuía que sólo quedaba esperar.

"Vale.", respondí y puse el móvil en el suelo.

No había sido un sí, ni un no. No había querido decirle un no rotundo. Dios, ¿desde cuándo había comenzado a preocuparme por sus sentimientos? Necesitaba dormir... mucho.

••

Anoche las pesadillas fueron muy intensas, pero no grité; no se me resecó la garganta. Al principio, cuando me desperté, no podía respirar. Ese estúpido y maldito humo al final me había atrapado. Estaba por todas partes. En mis pulmones, en mi boca, en mis orejas, en mi nariz y en mis ojos. Me picaba y me hacía llorar, y cuando me desperté, tenía la cara completamente húmeda.

Así que por la mañana me volví a bañar. Extrañaba mis duchas. No quería ni imaginarme lo sucios y apestosos que tenían que estar mi brazo y mi pierna. El doctor me las había limpiado ayer, pero aun así me daba asco.

A las once y media, Harry me llamó.

—¿Paso a por ti? —preguntó.

—Um —dije mordiéndome el labio, mientras metía las cosas en la mochila. ¿Dónde mierdas estaba mi libro de cálculo? —. Sí, sí. Entra cuando llegues porque probablemente necesite ayuda para bajar las escaleras.

Era una idiota. Porque: 1) El estúpido libro estaba dentro de la mochila, y 2) Por dejar que Harry me recogiera. Anoche ya me había convencido a mí misma antes de irme a dormir. Tenía un plan. Entonces... ¿por qué no lo había seguido?

—Vale —respondió Harry—. Llegaré en diez minutos, ¿de acuerdo?

Asentí, y después puse los ojos en blanco. Él no puede verte, estúpida.

—Sí.

—Genial. Adiós, Fall —se despidió. Escuché la pequeña sonrisa oculta en su voz, esa pequeña felicidad mezclada con su acento británico. Me gustaba cuando estaba feliz. ¿Acaso era malo? Digo, no tenía por qué, ¿por qué me gustaría verlo triste? Yo era una buena persona.

Estaba leyendo un libro cuando Harry se apoyó contra el marco de la puerta.

—No me digas que estás leyendo lo que toca para hoy —dijo.

Puse los ojos en blanco y cerré el libro.

—No. Vale. Sí —musité y lo guardé en el interior de la mochila—. ¿No sabías que teníamos una puerta principal?

Harry sonrió, encogiéndose de hombros.

—Puedo comportarme con estilo. Ven aquí. Vamos —me extendió su brazo. Suspiré y coloqué las estúpidas muletas debajo de mis brazos, sintiendo su mano en la parte baja de mi espalda.

Continué mirando mi reloj durante todo el trayecto. Las 11:45; 11:47; 11.51. Y al final llegamos allí a las 11:54. Me apresuré a entrar en la cafetería y me encontré con Shay y Niall.

—Hey —dijo Niall cuando me dejé caer sobre la silla.

—Hola. ¿Sabes qué? —dije, y les conté lo de mi brazo y de que por fin podría participar en las nacionales. Niall me abrazó con tanta fuerza que temí que pudiera llegar a dislocarme un brazo. Shay me besó en la mejilla y gritó "¡hurrah!" tan fuerte que de seguro lo habían oído hasta en China.

Y fue entonces cuando me di cuenta de que hoy la fila de profesores eran básicamente sustitutos. No estaba el señor Hollenbeck. Ni el señor Friday. Ni el señor Hamilton. En realidad, solamente uno de mis profesores estaba aquí. Harry caminó junto a mi mesa y alcé la mirada rápidamente. Parecía estar enfadado. Un cambio de humor rápido.

Aunque no era solamente enfado. También parecía estar irritado. Al borde de un ataque. Y ofendido. Por algo o con alguien... no estaba segura. Lo que sí que sabía era que no estaba feliz. Lo observé moverse al lado de la pared, con pasos rápidos y largos. Desvié la mirada a mi reloj: 11:58. El timbre que anunciaba el mediodía en el instituto estaba a punto de sonar.

Harry se detuvo cerca de la cocina. Examinó la fila de profesores y espeluznantes sustitutos. Entonces, se metió dentro. Para mi horror, volvió a salir unos segundos más tarde, retorciéndose las muñecas.

Justo antes de que saltara la alarma de incendios.

{N.A: Capítulo corto, sí. Pero se ha quedado en lo más interesante, ¿verdad? Venga, quiero saber cuáles son vuestras teorías acerca del "comportamiento" de Harry, de esos espeluznantes sustitutos y de por qué ha saltado la alarma de incendios :)

Este capítulo va dedicado a curlykids, porque es una maravillosa lectora y escritora. ¡Muchísimas gracias por haber estado comentando en estos últimos capítulos bby!

Y GRACIAS A LAS DEMÁS POR CADA VOTO Y COMENTARIO —los comentarios los responderé mañana porque tengo algo de prisa.}

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora