veinte || persona

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Justo antes de que saltara la alarma de incendios.

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Me puse en tensión al escuchar a la gente gritar. Los estudiantes comenzaron a salir de la cafetería. Todas las mujeres que estaban en la cocina huyeron presas del pánico. Busqué a Harry entre la multitud de personas. Cuando al fin lo encontré y me topé con sus ojos, éste se encogió de hombros y me sonrió levemente. Me lo quedé mirando boquiabierta.

Harry empezó a hacerse paso entre la muchedumbre hasta llegar a mí. Cuando su mano intentó tocarme, la aparté de un manotazo, mirándolo ceñuda.

—¿QUÉ HAS HECHO? —grité por encima del sonido de las alarmas y de los chillidos. El olor a humo se hacía cada vez más notable. Lo miré fijamente, completamente asustada.

—Nada grave —murmuró, y volvió a intentar tocarme. Me zafé de su agarre. Entonces, Harry masculló algo que no pude escuchar—. La cocina está en llamas. Tú no quieres morir. Yo no quiero que mueras. Y tampoco quiero morirme. Por lo que intento ayudarte a sacar tu culo lisiado de aquí —dijo lentamente.

Suspiré y le permití guiarme hacia la puerta de salida. Me sorprendí cuando al salir me levantó en peso, cogiéndome como a un bebé. Tras eso, comenzó a correr hacia el parking.

—HARRY, ¿DÓNDE VAS? OH DIOS MÍO. ¿Y MIS AMIGOS? OH DIOS MÍO —grité.

El corazón me latía con fiereza contra el pecho mientras veía al instituto entero estallar en caos. Estudiantes, profesores y demás personas corrían por todas partes. No podía ver el humo desde fuera, así que no debía ser tan grande. Aunque nunca antes habíamos sufrido ningún incendio.

Continuaba estando sorprendida cuando Harry me colocó sobre el asiento del copiloto de su Mustang y trotó por delante del coche, para después introducirse en su interior.

—Harry. Harry, tranquilízate —dije desviando la mirada a mi reloj. Las 12:01.

Harry se tocó el rostro con ambas manos y juraría haber visto lágrimas en sus ojos. Me sentía casi abrumada ante el olor a aceite mojado y rosas frescas, envolviendo nuestro alrededor. Salió del parking y pasó por delante de las puertas principales del instituto.

Me quedé petrificada al ver la línea entera de sustitutos mirando fijamente su coche, todos vestidos con sus espeluznantes y súper elegantes trajes; ojos pequeños y brillantes como balas fijos en nosotros. Lo que más me asustó de todo fue su posición. Se veían enfadados, pero perfectamente a alerta, todos en línea recta mientras el caos les rodeaba. Pero el que estaba de pie en frente de la línea, vestido con una camiseta y unos vaqueros negros, unas botas grandes y pesadas, con sus fuertes brazos cruzados... no era otro que Liam. Y era el que se veía más enfadado de todos.

••

—Harry, Harry, para —rogué por billonésima vez.

Pero esta vez, lo hizo. Suspiró y estacionó el coche en el arcén. No sabía dónde estábamos, en algún sitio con vegetación alrededor. Me giré hacia él, mis ojos topándose con los suyos oscuros, completamente rojos. Harry había estado llorando. Y yo no sabía por qué. Había estado conduciendo y conduciendo y ahora estábamos en medio de la nada.

Elevé una mano y toqué su rostro suavemente. Harry suspiró y se apoyó en mi mano.

—Lo siento —susurró—. Lo siento mucho, muchísimo.

—¿Por qué? —lo miré ceñuda.

—Estoy a punto de arruinarte la vida —contestó. Sentía mi corazón latir rápidamente y estaba demasiada asustada como para decir algo—. Autumn —comenzó a decir lentamente—, ¿qué has estado intuyendo acerca de mí? Sé sincera, no me mientas. Piensas que no soy normal.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora