dieciocho || chispa

82.9K 4.4K 1.1K
                                    

—¡Despierta!

Me di la vuelta.

Shay me estaba sonriendo desde mi cama. Le di un empujón en el hombro sin esperar escuchar el sonoro ruido de su culo al impactar contra el suelo, antes de volver a darme la vuelta y taparme con la sábana.

—¿Qué haces aquí? —me quejé.

—Porque son las once y media —respondió Shay. Salté de la cama y corrí hacia mi armario—. Tranquila, el instituto se ha vuelto a cancelar. Vine y te apagué la alarma, después regresé a casa y ahora estoy aquí otra vez.

Suspiré y me acosté de nuevo, la pierna me volvía a doler. Me había olvidado de esa maldita escayola.

Shay se rió de mí.

—Deberíamos hacer algo.

—Quiero dormir, estoy exhausta. He estado teniendo unos sueños horrorosos, Shay —refunfuñé, volviendo a taparme—. No puedo dormir.

—¿Sobre qué? —me miró ceñuda.

—Humo —dije extremadamente cansada—. Humo negro que me estrangula y me rodea. Y después están todas esas personas susurrando, pero no puedo escucharlas.

Shay mantuvo su ceño fruncido.

—Debería conseguirte una cita con la orientadora. Voy a hacerlo, ¿vale? Vuelve a dormirte.

—Gracias —murmuré cerrando los ojos de nuevo. Sentí cómo me daba un apretón en el brazo, para después abandonar la habitación a medida que el sueño se iba apoderando de mí una vez más.

••

Estaba en la casa de Harry. Dentro. No sabía cómo había llegado hasta aquí. Pero me encontraba parada, de pie, en medio de su habitación. Su voz resonaba por toda la casa desde algún lugar de la planta de abajo.

—¿Qué demonios quieres que haga? Porque estoy completamente seguro de que no voy a hacer lo que tú quieres que haga. Y tampoco se lo voy a decir a ella —vociferaba Harry. Salí de la habitación en su búsqueda.

—Sabes lo que haremos si tú no lo haces —dijo el otro hombre.

—No dejaré que pongas un maldito dedo encima de ella —decía Harry cuando doblé la esquina—. Ya no quiero jugar a este juego —gruñó. Volvía a estar sin camiseta, con un par de pantalones de deporte y una bandana negra que le sujetaba su rizada cabellera.

—Esto no es un juego. Es cuestión de vida o muerte —dijo el hombre bajito. Era joven, y tenía una apariencia muy cuidada y profesional, además de ser atractivo.

Probablemente hubiese continuado hablando, pero Harry levantó un dedo y frunció las cejas.

 —¿La has enviado aquí? —miró al hombre, ceñudo. Éste negó con la cabeza, mirando alrededor a la vez que fruncía el ceño.

—No la veo —dijo al fin.

Harry puso los ojos en blanco.

—Está durmiendo, idiota. Está aquí. Aunque no lo sabe. Hazla despertar y que olvide todo esto —exigió. Harry miró alrededor de la habitación hasta que sus ojos se detuvieron en el lugar donde me encontraba. El corazón me martilleaba contra el pecho. Estaba soñando. Estaba soñando.

Caminó hacia la parte de la habitación donde yo estaba.

—¿La has encontrado? —preguntó el otro.

Harry se mantuvo en silencio, sus ojos clavados en mi mentón. Era como si estuviese viendo a través de mí. Bueno, lo estaba haciendo. Pero no podía verme. Sus ojos se elevaron un poco y en seguida conectaron con los míos. Vi cómo sus labios se alzaban en una sonrisa.

Wicked |h.s| ESPAÑOLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora