Capítulo 2. 💙

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"Las mariposas

cuando están tristes

aún vuelan".

—Iván Inzunza.

Hunter

» Mis manos estaban cubiertas de sangre, sangre roja y espesa que escurría entre mis dedos y caía al suelo en forma de gotas, provocando un sonido seco que resonaba en mis oídos. Todo daba vueltas, me sentía en una espiral que giraba y giraba sin detenerse ni un segundo. Mis oídos se bloquearon, en ellos se había instalado el sonido del arma que fue detonada segundos atrás, la misma que yacía a mi lado y arrojé como si fueran brasas calientes que quemaron las palmas de mis manos.

—Hunter —parpadeé, lenta y perezosamente. Una, dos, tres veces hasta que comprendí donde me encontraba y lo que había hecho. Miré el espacio de hito en hito.

La dulce voz de Blake cortaba el espeso silencio que me rodeaba. Levanté la mirada hacia ella, y ahí estaba de pie, frente a mí.

—Hunter —sus ojos llenos de lágrimas, su rostro contraído por el dolor que atenazaba su cuerpo y cada extremidad de sí. Había rabia en su dulce mirada, tristeza, dolor, coraje y muchas ganas de deshacerse de mí. Yo mismo quería coger el arma que yacía a mi lado y tirar del gatillo para terminar con esta mísera vida de una vez por todas.

—Bla-Blake —apenas pude murmurar. Tenía la boca seca, los ojos me picaban con ganas de llorar, sin embargo, no tenía lágrimas para hacerlo —. No quise-no quise hacerlo —me encontraba de rodillas frente a ella. Miraba mis manos una y otra y otra vez. Quería entender qué había hecho, qué había pasado —. No quise...—tragué la poca saliva que había acumulado en la boca. Blake sollozó bajito.

Su rostro se contrajo lleno de rabia. Se dejó caer de rodillas llevando sus manos a la herida de donde salía sangre que caía en el suelo.

—¡Largo! —me gritó apretando la herida —. ¡Vete de aquí antes de que yo misma te mate! —le echó una mirada al arma que había usado —. Vete de una vez por todas, Hunter. ¡Sal de nuestras vidas! —gritó enfurecida a punto de tomar el arma y vaciar cada una de las balas que todavía había dentro —. Vete, por favor —sus luceros eran un mar de lágrimas que mojaban su ropa.

Quería gritar, quería desgarrarme la garganta por el incesante dolor que me estaba quemando por dentro, pero de mi boca no salía sonido alguno. Estaba seco por dentro, lleno de maldad que emanaba por cada poro de mi piel. Quise quedarme a su lado y afrontar lo que sabía, se avecinaba, sin embargo, fui tan cobarde que no lo hice, no me atreví a quedarme y enfrentarme a la justicia.

—¡Lárgate de una vez, Hunter! La policía no tarda en llegar —murmuró esto último sin mirarme a los ojos. No podía, el dolor era tan grande que los ojos le escocían y la pena no la dejaba respirar bien. Apretaba la herida ya sin fuerzas, continuaba llorando sin evitar maldecir de vez en cuando y mirarme con todo el odio que sentía en este momento.

Lo siento, hermanita, lo siento tanto.

Apenas pude ponerme de pie, cogí el arma y me di la vuelta para salir de ahí. «

—¿Hunter? —me eché agua en el rostro mientras Danielle tocaba suavemente la puerta —. ¿Hunter, estás aquí? —preguntó una vez más, preocupada.

—Ya voy —espeté. Me miré en el espejo y solo podía ver a un monstruo, alguien capaz de destruir todo lo que tenía frente a él. No era bueno, nunca lo fui y dudaba mucho que algún día lo fuera. Solo destruía todo lo que tenía frente a mí, Blake lo dijo la última vez que nos vimos, y si lo dijo fue por algo, porque era cierto. Ella no podía mentir en algo así, me conocía a la perfección. Todo lo que tocaba lo destruía, lo echaba a perder con mi sola presencia.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora