Capítulo 23. 💙

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"Mentiría

si no te dijera

que ardería en ese

encantador desastre

que pareces ser".

—David Sant.

Hunter

—¿Y qué vas a hacer tú mientras no estamos? —le pregunté a Angel.

Nos encontrábamos en la cocina, mientras que Callie se cambiaba de ropa y se despedía de Frida, a quien le había cogido mucho cariño en estos días.

—No sé, tal vez me ponga a limpiar —miré cada esquina de la cocina y esta se encontraba impecable, sin una mota de polvo. Fruncí el ceño y la miré de nuevo. Ella guardaba algunos snacks y agua en una mochila, ya que decía, no me podía mal pasar y debía comer a mis horas, por eso de la migraña.

—¿Vas a limpiar?

—Sí —respondió, cerrando la mochila de color rosa.

—¿Y qué se supone que vas a limpiar? Solo la mierda de Frida.

—¡Hunter! —me dio un manotazo.

—Todo aquí está limpio —señalé —. Absolutamente todo —repetí.

—Ay, pues no sé, voy a preparar la cena, para cuando lleguen —le sonreí —. ¿Eso te parece bien?

—Más que excelente —me entregó la mochila para que yo la llevara y no tuve problema con eso —. ¿Cómo te sientes con lo de tu madre? —me atreví a preguntar por qué quería saber cómo estaba después de su desagradable visita.

—No te voy a mentir —bajó la mirada un par de segundos —. No me siento nada bien, me gustaría que nunca hubiera regresado. Estamos mejor sin ella —musitó. Noté un deje de culpabilidad en su bonita voz.

—¿Y por qué lo dices de esa manera? —me acerqué un poquito más para tomar sus manos entre las mías —. Como si te sintieras culpable por ello.

—Es mi madre —me miró directamente a los ojos —. No debería desear, no verla...

—Sí, y ella se fue sin importarle si estaban bien o no. No deberías sentirte culpable por nada de lo que pase con ella. Fue ella quien se buscó lo que le está pasando ahora —sus hombros se relajaron.

—¿Entonces no debería sentirme así? —negué con la cabeza. Sin esperarlo, me abrazó por el cuello y yo lo hice por la cintura, ya que ella se encontraba de pie y yo sentado en uno de los taburetes de la isla.

Necesitaba tanto tenerla cerca y sentir su cuerpo cerca del mío. Cada día lejos era como una maldita tortura que solo me hacía sufrir cada día más. La apreté con delicadeza y apoyé mi barbilla en su hombro, inspirando el aroma de su cabello, este olía a frutas como si acabara de salir de bañarse.

—Gracias por tus lindas palabras, Hunter —mi corazón sufrió un vuelco cuando le escuché decir mi nombre con ese tono que tanto me gustaba en ella.

—Me has dicho Hunter de nuevo, Angel —al darse cuenta de lo que dijo, se separó, sin embargo, apoyó sus manos en mis hombros y la vi morderse el labio.

Si supieras cuanto me gusta que hagas eso.

—Ah, ¿sí? —deslicé mis manos por su cintura para que no se apartara —. No me di cuenta —murmuró.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora