Capítulo 6. 💙

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"Así es ella...

Una soñadora constante que se emociona

con pequeños detalles, sutil en lo dulce y

fuerte en las adversidades. No presume de

su valentía porque su humildad le impide

ver lo grande que es, y aunque tropieza, se

levanta una y otra vez.

—José Esaú Niño Z.

Hunter

Pasaron unos días, pero yo veía mal a Marie, estaba decaída y no tenía ganas de hacer nada y aunque quisiera hacerlo se lo había prohibido. La mujer era necia, sin embargo, yo lo era más. Mentía diciendo que se encontraba bien, pero se mareaba, se quejaba por un dolor en el pecho y le faltaba el aire, más veces de las normales. Así que sin ser un experto en el tema sabía que no se encontraba bien de salud y me preocupaba que no se quisiera atender cómo debía.

Agradecía que Angel estuviera en la casa y le ayudara a Marie, no le permitía hacer nada que pudiera lastimarla o agravar su mal. De todos modos, la mujer era necia y me preocupaba que las cosas continuaran así y no quisiera ir con el doctor.

—¿Ya tienes pareja para ir a la cena? —me preguntó Mike entrando a la oficina sin pedir permiso, cómo siempre. Cerró la puerta y se encaminó hacia el escritorio. Lo miré de reojo mientras revisaba unos cuantos papeles.

Como dije, Mike se la pasaba comiendo y esta vez no era la excepción, había salido sin decir nada y regresó con un utensilio desechable con ensalada y quien sabe que más traía dentro. No debía sorprenderme que fuera así, ya que desde que lo conocí se la pasaba comiendo, nunca dejó atrás las papas fritas o los dulces, mucho menos todo lo que tuviera que ver con el chocolate, aquello era su debilidad.

Jaló la silla y se sentó subiendo los pies al escritorio.

—Baja tus pies —le ordené, pero hizo caso omiso a mis palabras, insistiendo en lo de la mentada cena que se iba a llevar a cabo en poco tiempo.

—Te hice una pregunta —insistió, mirándome. Le quitó la tapa a la caja y sonrió feliz observando lo que había dentro.

—Y yo te pedí que bajes tus pies —levantó una ceja, pero no hizo nada, en lugar de eso se dispuso a comer.

—¿Ya tienes con quien ir a la cena? —volvió a preguntar. Bufé y me contuve de querer cerrarle la boca con cinta que tenía en uno de los cajones, para que no estuviera molestando más y me dejara en paz.

¿Es mucho pedir que no me moleste?

¿Qué hice yo para merecer un castigo de esta magnitud?

—No —zanjé —. No creo que vaya.

Dejé los papeles sobre la madera, apretándome los lagrimales, sentía que la cabeza me iba a explotar. Maykel no ayudaba en nada con su palabrería y cada una de las tonterías que preguntaba a cada rato. Seguía siendo un niño metiche y curioso.

—Yo creo que debes llevar a Angel —sugirió con un tono de voz divertido. Masticaba exageradamente porque sabía que aquello me molestaba en demasía y lo hacía a propósito para que me enojara con él y al final terminara echándolo fuera para que comiera en la sala.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora