Capítulo 27. 💙

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"A veces la sonrisa más brillante lleva un par de ojos tristes"

—Ron Israel.

Angel

Quería llorar, gritar y hacerme bolita en mi cama sin que nadie me molestara por el resto de mis días. Sentía que la cabeza me iba a explotar, las sienes me palpitaban y me sentía morir. Jamás estuve en una situación así y no se lo deseaba a nadie, ni siquiera a ella, a Serena. Debía ser sincera, no era el mismo sentimiento que cuando perdí a mi padre, sin embargo, la sensación era parecida, abrumante, asfixiante y desgastante también.

Al entrar a la casa Callie me preguntó qué había pasado, le tuve que decir la verdad, no me gustaba ocultarle nada, nunca lo hice y no empezaría a hacerlo ahora. Le conté todo lo que el doctor nos dijo, entendió lo que estaba pasando y me aseguró que todo iba a salir bien, le quise creer, era mi hermana menor y tenía que confiar en ella. Puso a Frida en mi cama para que me hiciera sentir mejor, la gatita era hermosa, estaba creciendo, grande y sana, ya tenía sus vacunas y estaba esterilizada. Su pelaje era blanco y suave, tenía unos grandes y brillantes ojos azules (casi grises), se encontraba sana, algo de lo que carecía al principio, ya que llegó desnutrida y con miedo, pero ahora ese miedo se había ido, ya les tenía confianza a los humanos. No me quiero imaginar qué le hicieron para tenerle tanto miedo a los humanos.

Por fortuna Callie se fue a dormir, mañana tenía que ir al colegio, había faltado unos días por lo sucedido aquella noche, pero ahora tenía que regresar a su vida cotidiana sin que lo de Serena le afectara en demasía. No quería meterla en este asunto, era muy pequeña para hacerse cargo de Serena.

A media noche fui a la cocina por un vaso con agua, al pasar por la sala me asomé por el gran ventanal que estaba conformado por las tres paredes que solo eran vidrio con grandes cortinas que iban de un extremo al otro. El patio era grande y en la noche solo se podían ver las copas de los árboles alrededor de la propiedad. A veces el jardín estaba iluminado por completo, otras noches solo unas cuantas luces se encendían, hoy era una de esas noches. Cuando salí de la cocina anhelaba que Hunter bajara y platicar con él, estar a su lado.

¿A quién quería engañar? Hunter no nada más me gustaba, me atraía de una manera infernal y quería estar a su lado todo el tiempo, en todo momento. Sentía algo por él y no era nada más atracción, algo mucho más fuerte que solo un gusto pasajero. Por más que me decía que nada malo iba a pasar, en el fondo sabía que me iba a romper el corazón, de una u otra manera lo iba a hacer, no obstante, no me importaba correr el riesgo. Esto que sentía por él era tan fuerte que no lo iba a dejar pasar por mucho tiempo. Me ponía mal, me volvía loca su cercanía. No era normal para mí estar así de mal por un hombre, mucho menos alguien cómo él, con esa terrible reputación que había forjado a su alrededor.

Di la vuelta y regresé a mi habitación, intenté llamar a Mara, pero la llamada no entraba, así que le mandé un mensaje informándole lo que estaba pasando con mi madre, quizá no iba a ver el mensaje en semanas porque ya sabía que cuando se iba con sus padres lo que menos hacía era estar mirando el móvil, pero al menos lo había intentado y la mantenía al tanto de todo lo que estaba pasando en mi vida.

No dejé de pensar en lo que me dijo Hunter, me iba a ayudar con Serena, pagaría todos los gastos que surgieran de ahora en adelante porque yo no tenía el dinero suficiente para hacerlo. ¿Cómo le iba a pagar la gran cantidad que se iba a acumular? No lo sabía, cómo le dije no tenía nada más que mi libertad y esta, ahora era lo menos importante para mí, estaba dispuesta a entregarle lo poco que tuviera con tal de que me ayudara con mi (infame) madre, quien no se merecía este sacrificio que estaba haciendo por ella.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora