Capítulo 38. 💙

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"Me pones tan caliente,

que en mi estómago se forman infiernos

y no mariposas".

—Miguel Sleiman.

Angel

Tragué grueso cuando su mirada grisácea empezó a escanear mi cuerpo de arriba abajo, lo hizo lento y se detuvo en mis manos que estaban a cada lado de mi cuerpo hechos puños. Di un paso atrás para sentarme en la orilla de la cama, mientras tanto apoyó el codo izquierdo en el reposabrazos del sofá. Una sonrisa lasciva dibujándose en sus labios.

Deslicé las manos a mis tobillos para quitarme los tacones, los dejé a un lado y me puse de pie para proceder a deshacerme del vestido, primero dejando al descubierto mi hombro derecho bajando lentamente el tirante. Hunter se mojó los labios con la lengua. Bajé el otro tirante y deslicé la fina tela por mi vientre, mis senos quedaron al descubierto para él. Enarcó una ceja. Con los dedos empecé a bajar lentamente, alargando el momento para quedar desnuda ante sus ojos. Cuando el vestido estaba en mis tobillos lo dejé a un lado y me erguí.

—Acércate —ordenó y obedecí. Di unos pasos hasta quedar frente a él —. Eres hermosa. Me gustan tus senos, tu delgada cintura, tienes unas piernas largas que abarcan perfecto mi cuerpo —mi pulso se aceleraba —. Arrodíllate —un gemido caliente brotó de mi garganta cuando dijo aquellas palabras.

Obedecí sin rechistar y me arrodillé para quedar en medio de sus piernas que abrió para mí. Alargó su mano para acariciar mi labio inferior, bajó por mi barbilla, trazó mi clavícula, abrió su mano para moldear mis senos con esta, pellizcó mi pezón y me mordí el labio.

—¿Qué quieres hacer, ángel? ¿Qué deseas ahora mismo? —preguntó cuándo sabía perfectamente lo que quería hacer, solo me estaba provocando más y más, alargando el momento para hacerme suya una vez más.

—Quiero que me hagas el amor —abrí los ojos. Su mirada era oscura, su rostro estaba más cerca, al igual que su cuerpo —. Quiero tener tu pene en mi boca.

—Hazlo —señaló su entrepierna y me erguí para subir mis manos a la hebilla de su pantalón, esta era delgada y plateada. Chistó antes de que mis dedos le quitaran el botón del pantalón —. Lento, cariño, no llevamos prisas.

Yo sí llevo prisa y tú me torturas.

Asentí y me tomé el tiempo para quitar el botón, bajé para deslizar la cremallera de su pantalón y tuve que pasar mis dedos por encima de su erección, fue solo un roce delicado, pero yo quería más, no me conformaba solo con acariciar.

—Puedes tocar, ángel —abrí mi mano y sin pudor pasé esta por toda su erección palpando su duro pene que se apretaba a la tela del pantalón. Apreté con mis dedos su contorno y Hunter jadeó echando la cabeza hacia el respaldo. Sus manos fueron al reposabrazos y esa fue la señal que me dio permiso para bajarle los pantalones, tuvo que levantarse un poco. La tela de su bóxer era gris y la goma de estos de color negro —. Hazlo, por favor —rogó, cómo tantas veces lo hice yo.

Obedecí bajándole el bóxer. Casi me atraganto cuando lo vi, era monumental, largo y grueso, de un color rosado, cómo la punta que brillaba por el líquido seminal.

Que bien escondido lo tenía, señor Dagger.

Mojé mis labios con mi lengua y acerqué mi boca a su miembro. Primero mojé su punta con mis labios que se asieron a su tamaño y después mi lengua que se empezó a mover en círculos por su glande, esta era suave. Mis dedos se enroscaron a su grosor y apretaba al mismo tiempo que mi boca succionaba, iba de arriba abajo. Sentí su mano en mi cabeza y esta se movía al compás con los movimientos de mi lengua.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora