Capítulo 35. 💙

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"Verla suplicar por un orgasmo

con mi cabeza entre sus piernas.

Eso, joder, eso es sentir el poder".

—Hank.

Angel

Ni siquiera había reparado en todas las cajas y bolsas apiladas a un lado de la puerta, sino fue hasta que levanté la mirada y miré por encima del hombro de Hunter que me di cuenta que quizá sí había exagerado un poco en todo lo que pedí, no obstante, él me aseguró que estaba bien, no dijo nada y para mí estaba bien.

Cuando regresé la mirada hacia él, sus palabras retumbaron en mi cabeza cómo un tambor.

»—Ponte de rodillas, ángel, hoy me harás feliz con tu boquita. «

En este momento el único que manda eres tú, Hunter Dagger.

Obedecí y me bajé de sus piernas, sin embargo, me detuvo y cogió mis manos entre las suyas.

—No tan rápido, nena —se puso de pie frente a mí. Levanté la cabeza para mirarlo a los ojos, tenía esa mirada lasciva que me prometía descontrol y pasión. La misma mirada que tenía la noche anterior donde me regaló ese rico orgasmo que me seguía afectando.

Hunter Dagger, eres mi perdición.

Me dejó en mi lugar y empezó a buscar entre todas las bolsas con ropa. No sé qué había ahí que él quería encontrar con tanto ímpetu, no paró hasta encontrar lo que quería en ese momento. Cuando se dio la vuelta pude notar la bufanda entre sus manos. Esta pertenecía a un hermoso conjunto de color gris.

—¿Me vas a amarrar a la cama, señor Dagger?

—Qué más quisiera, pero no será hoy el día que te amarre a la cama —se acercaba con pasos lentos, era cómo un depredador. Aquí yo era la presa.

Cómeme completa, señor Dagger, hazlo.

Estiró la bufanda con ambas manos y tuve la necesidad de apretar las piernas. Era tanto el deseo que necesitaba tenerlo desnudo frente a mí. Quería probarlo, sentirlo en mi piel.

Me estoy volviendo adicta a Hunter Dagger.

Terminó con la distancia que nos separaba y se puso a mi espalda. Subió sus manos a la altura de mis ojos y con la bufanda cubrió estos, la tela era suave y fina. Se sentía cómo una suave caricia en mi piel.

—¿Qué haces? —le pregunté nerviosa. Anudó la bufanda en mi cabeza y jaló un poco para apretar y que esta no se me cayera de los ojos.

—Quiero que toques sin ver, quiero que uses todos tus sentidos al máximo —Asentí.

Lo escuché caminar y de nuevo estaba frente a mí, lo sabía porque su aroma me golpeaba la punta de la nariz. Olía tan rico que quería ese perfume para mí nada más.

—Te voy a quitar la ropa —le di mi permiso y no tardó en empezar a quitarme el vestido. Primero bajó el cierre y con cuidado empezó a desnudar mis hombros, lo hacía lento alargando el momento para quedar solo en ropa interior frente a él. Cuando la prenda cayó al suelo sentí sus manos en mi cintura, sus dedos se enterraron en mi piel. No podía ver nada, sin embargo, aun con los ojos tapados podía sentir todo.

De nuevo sus manos viajaron a mi espalda para desabrochar mi sostén, mis senos empezaron a quedar al descubierto. El frío los golpeó y mis pezones se pusieron duros. En un proceso lento y pausado bajó por mis muslos donde se detenía un rato para palpar, tocar y sentir. Sus dedos se enroscaron en mis tobillos y me quitó los botines. Por un momento no sentí nada hasta que su lengua lamía mis pantorrillas, mis rodillas, piernas y muslos. Gemí bajito cuando sus manos escalaron por la parte de atrás y sentí un suspiro en mi sexo. Mi intimidad seguía cubierta por mis bragas, pero conociéndolo estaba segura de que él se iba a encargar de dejarme desnuda en pocos segundos. Y así fue, sus dedos tiraron de mis bragas y las deslizó por mis piernas hasta que ya no tenía ninguna tela que cubriera alguna parte de mi cuerpo.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora