Capítulo 16. 💙

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"Había probado otros labios,

pero al besarte sentí

que acababa

de dar mi primer beso".

—Andrés Ixtepan.

Hunter

Mi mano izquierda ascendió a su mejilla dejando una suave caricia, mientras que con la otra apretaba su delgada cintura. Mis labios se movían encima de los suyos siguiendo el ritmo que marcaba ella en cada beso. La respiración me fallaba, sentía todo esto demasiado perfecto y tenía miedo a la vez, miedo por ella más que nada. Siempre fue ese miedo el que me detuvo para hacer tantas cosas, pero esta noche era libre de prohibiciones y tenía su consentimiento para besarla, me lo dio en el justo momento que permitió que me acercara.

Su boca tenía el sabor burbujeante del champán, su boca era pequeña y sus labios carnosos, con ganas de tirar de ellos y morderlos hasta el cansancio. Mis dedos se hundían en la tela de la camiseta que le presté esta noche para cubrir su cuerpo del frío que atenazaba su piel. Tal vez era muy fuerte y aguerrida, pero nadie se salvaba del frío y de coger un resfriado por mojarse bajo la lluvia.

—Señor Dagger —se separó y me miró fijamente a los ojos.

—Angel —murmuré. Con las yemas de los dedos dejaba suaves caricias en su piel.

—Esto está mal —musitó trémula —. Mañana, cuando se dé cuenta de lo que ha hecho, se va a arrepentir.

—Yo nunca me arrepiento de nada de lo que hago, Angel. Menos me podría arrepentir de esto.

Su nombre dicho por mí se escuchaba mejor que decirle señorita Rider. De ahora en adelante la llamaría por su nombre y dejaría un poco las formalidades atrás. Creo que después de esto era estúpido pensar que solo existía la relación jefe/empleada entre nosotros.

—¿Estás seguro? —asentí y devoré sus labios de nuevo.

La paz que ella me daba no la había sentido hace tanto que me quería quedar aquí, en este lugar a su lado. Pero no podía olvidar lo que era: un mal hombre y ella no se merecía esto, ella menos que nadie merecía las desgracias que siempre venían a mi vida, ya tenía suficiente con todo lo que había sucedido semanas atrás como para tener que aguantar las tragedias innecesarias.

Puse mis manos en sus delgados hombros y apoyé mi frente con la suya. Su mirada era la más hermosa que hubiera visto jamás, tan llena de paz y dulzura, su cabello todavía estaba húmedo y algunos mechones se apelmazaban a su pálida piel, los hice a un lado para apreciar mejor su hermoso rostro. Tenía una bonita sonrisa, todo en ella era hermoso.

—No puedo creer que estés aquí.

—Pensabas que iba a renunciar a los pocos días —asentí porque era la verdad —. Pues ya ves que no fue así.

—Y qué bueno que no lo hiciste —pasé mis nudillos por su piel y aquel contacto la estremeció porque puso sus manos en sus piernas, sentí como se tensó en pocos segundos —. Tú...—me mojé los labios.

—¿Yo qué? —preguntó ella al ver que me quedaba callado.

—Me gustaría decirte que esto será así, fácil y sin complicaciones —se mordió el labio y joder, quise besarlos de nuevo hasta quedar saciado de sus besos.

—Tú eres experto en ser complicado —de nuevo le di la razón —. Solo quiero saber una cosa.

—Dime —ladeé la cabeza para apreciarla mejor.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora