Capítulo 28. 💙

31.8K 2.3K 1.3K
                                    

"El roce de sus yemas me hace

temblar, pero el de su lengua...

Ese me hace ser parte de las estrellas"

Omarr Concepción.

Hunter

Bajamos del auto e inmediatamente los ojos de Serena escanearon la propiedad de hito en hito. Angel bajó también y me acerqué a ella de inmediato, rodeé su brazo con mi mano y la acerqué a mí.

—Tengo que hablar con tu madre, ve a la cocina y no salgas de ahí —le pedí y asintió sin más, la solté y fue directamente hacia la casa sin decirle nada a su madre —. Serena —le llamé y se giró hacia mí —. ¿Podemos hablar? —metí las manos dentro de los bolsillos de mi pantalón.

—Claro —la invité a pasar a la casa mientras le mandaba un mensaje a Danielle.

"Ve con Angel a la cocina y no la dejes sola"

No me fijé si la rubia me había respondido y caminé detrás de Serena, abrí la puerta y me hice a un lado para que entrara a la casa. Se quedó a un lado mientras cerraba la puerta, caminé al despacho y Serena venía detrás, fijándose en cada detalle, en cada esquina de la casa, lo que me pareció raro y si de por sí desconfiaba de ella, ahora no dudaba en que sus intenciones no eran buenas.

Al entrar la invité a sentarse en la silla y fui detrás del escritorio. Las cosas de Danielle y Maykel estaban en los sofás, así que estaba seguro de que ni uno de ellos iba a dejar sola a Serena.

—¿De qué quieres hablar, Hunter? —preguntó. Fui detrás del escritorio, sentado en esa silla, me sentía importante, casi invencible, como si nada me pudiera tocar, cómo si nadie me pudiera lastimar, cuando era todo lo contrario, no era invencible ni mucho menos. En este momento estaba perdido y de rodillas ante una hermosa mujer que no tenía nada que ver en mi mundo.

—Sé todo lo que pasó hace años y te voy a advertir una sola cosa —levanté un dedo —. No te atrevas a ponerle un dedo encima a Callie o Angel porque no voy a tener piedad de ti. No me importa que seas su madre, no lo voy a pensar ni un segundo, antes de matarte.

—Qué sincero eres, Hunter —Se sentó en la silla frente a mí, apoyando los brazos en el reposabrazos, con ese gesto altivo que no dejaba ver ante Angel, sin embargo, conmigo no dudaba en dejar ver su verdadera personalidad —. No pienso hacerles daño, Angel se ha portado tan bien conmigo y no lo merezco —musitó.

—No, no lo mereces, Serena. Te fuiste por años, las dejaste solas todo por un hombre y mira cómo te pagó. Te echó a la calle nada más, se enteró de que estás enferma y ahora vienes buscando ayuda, precisamente de tus hijas, a las que dejaste a su suerte —espeté y me deslicé hacia el frente —. Angel te pudo perdonar todo menos esto, las abandonaste, ¿ya se te olvidó eso? —recalqué.

—Lo tengo bien presente —soltó un sollozo —. Y no sabes cómo me arrepiento de eso, nunca debí dejar a mis hijas por un hombre que me pagó mal. Debí quedarme y afrontar la vida cómo sea que viniera, pero no dejar a mis niñas.

—Lo que sea que tengas pensado hacer, estás advertida. Vas a vivir en esta casa, bajo mis reglas y condiciones, si veo algo extraño te voy a tener vigilada y nada más haces algo que no me gusta, te largas —señalé la puerta del despacho.

Con ella no tenía ni una pizca de compasión, pero con Angel todo era diferente, con ella era un conejito mansito que no rompía ni un plato. Angel era la excepción a todo en mi vida.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora