Capítulo extra. 💙

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En la actualidad.

Hunter

Arden jugaba con la comida mientras Kail bebía del biberón mientras se agarraba el pie con una flexibilidad impresionante. Acostumbraba hacer esto y ya estábamos más que acostumbrados, al principio pensé que se podía lastimar y al preguntarle a la pediatra dijo claramente: —No, señor Dagger, su hijo no se va a lastimar si hace esto.

No sé por qué le sorprendía que estuviera tan preocupado, Arden no hacía esto así que era raro para mí, para mi esposa, no tanto, sin embargo, para mí sí. Se podía lastimar y eso me preocupaba en demasía.

—¿Está rico? —le pregunté a Arden, quien comía las verduras y el pollo que preparé mientras mi esposa hablaba con un empresario que estaba interesado en comprar pasteles para una recepción que habría en su hotel.

—Chí —respondió Arden metiéndose a la boca un pedazo de zanahoria junto con un brócoli al cual le tuve que poner queso, ya que a ninguno de los dos les gustaba, a mí tampoco me gustaba, pero Angel insistía en que teníamos que comer verduras y alimentarnos bien.

Mi adorable esposa siempre se preocupaba por nosotros. Lo hizo desde el momento que supimos que seríamos padres, eso fue hace más o menos unos tres años atrás. Desde ese momento supe que nuestras vidas no serían las mismas, ya que ahora no solo debíamos cuidar de nosotros, también de Arden, quien es la mayor, y después de Kail, quien nació dos años después que su hermana. Angel decía que la pequeña castaña era idéntica a mí, solo que tenía el color de ojos de ella, mientras que Kail era el retrato de su madre, solo que en masculino y en tamaño pequeño, pero con el color de mis ojos. Cada uno tenía un gran parecido a nosotros, todos lo decían.

Kail soltó el biberón, me puse de pie y lo saqué de la silla para cargarlo y darle palmaditas en la espalda, para que sacara el aire. A los pocos minutos repitió con olor a leche, ya no me daba asco o quería vomitar, estaba más que acostumbrado a cambiar pañales, ayudar a Angel cuando los duchaba y también a ser vomitado por alguno de los dos. Era más que obvio que a veces apestaba a leche, agría y otros olores raros que no sabía de donde venían.

Caminé descalzo por la cocina, ya que Kail no quería que lo sentara de nuevo en su silla. Arden cogió un vaso con agua y bebió de este.

—Papi —me llamó Arden —. Ya no quiero —alejó el plato. Me acerqué para coger el plato dejándolo dentro del fregadero.

—¿Quieres otra cosa? —le pregunté y negó con la cabeza. Soltó un bostezo y se frotó los ojos, lo que indicaba que ya tenía sueño. Siempre se despertaban temprano y de igual modo tenían sueño más temprano. Hasta yo tenía que pagar las consecuencias.

Angel entró a la cocina minutos después. En su rostro se dibujaba una enorme sonrisa que me decía que las cosas habían salido mucho mejor de lo que habíamos imaginado.

—¿Qué te dijo? —le pregunté. Se acercó para cagar a Kail.

—Dijo que quiere pastelillos, cupcakes, galletas y tartas —dijo con emoción —. Me quería dar un porcentaje menor al acordado y le dije que no. Tenemos personas que se matan por ganar un sueldo digno, no los voy a explotar para que él se ahorre unos cuantos dólares —le sonreí. Estaba orgulloso de ella.

—¿Y qué te dijo? ¿Se enojó? —encogió un hombro.

—No sé si se enojó y si lo hizo tuvo de dos, así que no le quedó de otra que aceptar —comentó contenta.

—Sabes que toda la ciudad eres la mejor repostera de todas —me agradeció con una sonrisa —. ¿Y para cuándo es el evento?

—Para la próxima semana, así que tengo mucho trabajo por hacer —cargaba a Kail con cuidado. Me hizo un gesto para que observara a Arden, quien no paraba de bostezar y frotarse los ojos —. Cariño, ¿tienes sueño? —asintió con la cabeza —. ¿Te llevo a dormir?

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora