Capítulo 8. 💙

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"Nadie le preguntó al lobo

sí era feroz por naturaleza

o se tuvo que volver así

para sobrevivir".

JF Torres.

Angel

Estábamos a unos cuantos días de dejar el departamento en el que pasamos muchos momentos lindos, pero también algunas desgracias y aunque yo siempre intentaba verle el lado positivo a todo y no buscarle las cosas malas a lo que me pasaba en este momento y sabiendo lo poco que sabía de Hunter Dagger dudaba en si había tomado la decisión correcta, no lo decía por mí sino por Callie, aunque ellos parecían llevarse bien y no era raro en mi pequeña hermana, pero sí en Hunter que era como un repelente para los niños y cualquier persona en sí.

Aprovechaba al llegar a casa para guardar lo poco que nos íbamos a llevar a la mansión, ya que esta estaba amueblada y no teníamos que llevar nuestros sofás viejos o los colchones con manchas extrañas que no sé de dónde salían porque un día solo aparecían y ya. No tenía mucha ropa, algunos vestidos que compraba en el mercado sobre ruedas, otros más que me había regalado Amara y unas blusas junto a unos jeans de mezclilla. Como dije, no teníamos mucho, así que solo había unas cuantas cajas en el pasillo y nada más. Ya casi estábamos listas para dejar este lugar y empezar en uno nuevo donde esperaba que nos fuera bien y no tuviéramos problemas con nadie, empezando con el dueño de la mansión.

Saqué uno de los tantos álbumes que mi padre guardaba con tanto recelo. Lo abrí en una página cualquiera y me encontré con la única fotografía que mi padre conservó de esa mujer. Ni siquiera sé por qué la guardó, si decía odiarla tanto, pero esas eran sus palabras y no creo que fueran ciertas, es más, creo que muy dentro de él todavía conservaba un poco del gran amor que una vez llegó a sentir por ella, creo que por eso se odiaba porque no la podía odiar como se merecía y eso también le dolía y mucho. En ese momento ese recuerdo llegó a mí y el dolor se expandió en mi pecho como lo hace la mala hierba en los jardines, por eso la tienes que arrancar de raíz para que no brote más y afecte a las demás plantas. Pero yo no podía arrancar mis recuerdos, estos me perseguían en cada paso, en cada suspiro. Olvidar ese día sería imposible, así como lo era fingir que no tenía y que todavía andaba por ahí negando que tenía dos hijas a las que abandonó.

«Me encontraba en mi habitación junto a Callie, quien apenas tenía cinco años, ella iluminaba mientras en la sala mis padres discutían como todos los días. No quería que escuchara las constantes peleas que tenían a cada rato, todo el tiempo. Pero era casi imposible cuando el departamento era muy pequeño y las paredes eran casi de cartón, todo se escuchaba en este lugar.

No había paz en esta casa, siempre eran peleas hasta porque pasaba la mosca y la única culpable de todo era mi madre. Yo era pequeña, pero me daba cuenta de que era ella quien empezaba todo y mi padre, por más paciencia que tuviera, llegaba el punto en el que se defendía de sus constantes ataques.

—Bicha —levantó la cabeza —. Te está quedando muy bien —pasé mi mano por su cabello rubio y siguió iluminando su dibujo.

—¡Estoy harta! —gritó mi madre —. ¡Harta de todo esto! —Subí el volumen de aquella canción que tanto nos gustaba a Callie y a mí: Everybody de los Backstreet Boys.

Callie miró en dirección a la puerta, pero señalé el dibujo y dejó de mirar en esa dirección. Hacía lo posible para que mi hermanita no escuchara sus peleas, los gritos de mamá y uno que otro insulto a nuestro padre. Sabía que él no era perfecto, pero siempre hacía lo que podía para que tuviéramos lo necesario.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora