Capítulo 39. 💙

25.9K 1.5K 655
                                    

"Contigo se me está haciendo

costumbre ser feliz".

—Andrés Ixtepan.

Angel

El ruido de la ciudad me despertó, abrí un ojo perezosamente, dándome cuenta de que la luz de la mañana se colaba por las cortinas de color blanco. Al abrir el otro ojo lo primero que vi fue su rostro, hombros desnudos y su brazo alargado en mi dirección cubriendo mi estómago, su cabello estaba despeinado. Me moví un poco para cambiar de posición y fue ahí cuando sentí el dolor atravesarme todo el cuerpo, las piernas me dolían desde el trasero hasta los tobillos, la ingle, brazos, senos, espalda.

—Diablos —me moví para quedar boca arriba y me llevé una mano a la frente.

La noche anterior lo hicimos como conejos, lo peor de todo: no nos cuidamos. Solo nos dejamos llevar por el deseo y la pasión, no medimos las consecuencias que esto podría traer.

Aunque estaba a unos días de que me bajara la regla, no me podía confiar, esta vez me tenía que tomar la pastilla del día siguiente. No podía ser tan irresponsable y desconfiada a la vez, aunque sabía que Hunter estaba limpio y que era poco probable contraer una infección, no debía descuidarme de esta manera.

Giré la cabeza para apreciarlo mejor y su mano seguía en su lugar, su mejilla estaba aplastada por la almohada y su espalda descubierta, las sábanas solo le cubrían el trasero. Bostecé y me cubrí la boca, en ese momento Hunter abrió los ojos y se me quedó mirando atento.

—Buenos días —le sonreí y apretó los ojos con fastidio.

—Buenos días —murmuró adormilado —. ¿Qué horas son? —me encogí de hombros. No tenía ni idea de en qué día vivía.

—Apenas sé en qué día vivo, cariño —en sus labios se desplegó una bonita sonrisa. Quise besarlo por completo.

—Me gusta que me digas cariño —se removió y quedó boca arriba cubriéndose la parte de abajo cómo si no lo hubiera visto ya. Ese gesto se me hizo tierno de su parte.

—Hunter —giró la cabeza para dejar de mirar el techo y enfocó toda su atención en mí —. Esto no es por el pacto que tenemos, ¿verdad?

Dime que no, dime que no, por favor.

—Esto es porque nos gustamos, nos atraemos y sentimos algo por el otro. Si tú me dices que es por el trato, yo no me hago más ilusiones y....—me detuvo.

—Angel, esto no es por el pacto, tú me gustas demasiado —sentí alivio que me dijera estas palabras.

—¿No mientes? —sacudió la cabeza en negación.

—A ti no te puedo mentir, mi amor.

Menos mal porque me estoy enamorando de ti cómo una loca.

—Creo que ya todos saben que somos esposos, pero...

—¿Pero? —alzó una ceja —. Pero ¿qué? —preguntó.

—Después todos sabrán que te has casado, conmigo —especifiqué —. Antes era tu empleada.

—Y ahora eres mi esposa —cogió mi mano y tiró de mi brazo para acostarme a su lado. Apartó algunos mechones de mi cabello y los hizo a un lado —. Solo mía, nada más.

—Y tú eres solo mío, nada más —zanjé. Le di un toquecito con mi dedo índice en sus labios y aprovechó para abrir la boca y morder mi dedo.

Cada cosa que él hacía me parecía lo más sexy de este mundo. Me equivoqué tanto con él, pensé lo peor cuando solo se escondía de lo que sentía, cuando llevaba un gran peso encima que le hacía daño.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora