Capítulo 18. 💙

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"Soy un desastre,

y eso es lo mejor que

tengo para ofrecer".

—Ron Israel.

Hunter

—¿Estás bien? Dios mío, cuánta sangre —se acercó apresuradamente. Ella estaba preocupada, sin embargo, yo me encontraba más pendiente de cómo iba vestida esa noche. Esos pantaloncillos cortos eran demasiado sexis.

Fue más que evidente que me gustaba, ya que la observé de arriba abajo cuando caminó hacia mí. Me encontraba en un estado de conmoción por su sola presencia, era como un bálsamo para mi podrida alma.

—¿Esto? No es nada —dije serio, restándole importancia a mi deplorable estado.

—¿No es nada? —estaba pálida —. ¿Qué pasó? —me observaba de arriba abajo con detenimiento. Creo que buscaba alguna herida o qué sé yo, por más que buscara no iba a encontrar nada, ya que no estaba herido, o al menos no tenía heridas físicas, sin embargo, sí las tenía en el alma.

—Angel, es mejor que no sepas lo que pasó —le pedí. La que no se encontraba nada bien era ella.

Estaba hiperventilando y me preocupaba que algo le fuera a pasar. Para ella fue impresionante verme así, aunque me encontraba bien, no me había pasado nada, solo era la sangre del imbécil de Conrad que ahora mismo estaba a punto de desaparecer para siempre. No iba a quedar nada de él, solo su asqueroso recuerdo.

—¿Estás bien? —asintió, sin embargo, no le creí, no se veía bien —. Vamos —la cogí de la mano y la llevé conmigo a mi habitación. Entramos juntos y la llevé a la cama para que se sentara sobre el colchón.

—No te ves bien —fui al baño para quitarme el chaleco.

—Es mucha sangre, ¿cómo quieres que reaccione? —me asomé para verla.

—¿Te preocupas por mí, Angel? —al levantar la cabeza nuestras miradas se cruzaron.

—¿Preocuparme por ti? —resopló —. Qué va, solo me asusté. Pero nada más —ahora fingía que no estaba preocupada cuando su expresión decía todo lo contrario.

—Voy a fingir que te creo —dejé el chaleco dentro del cesto de la ropa sucia.

—Pues, aunque no me creas, es cierto —salí de nuevo y ella se encontraba de pie con la intención de salir de la habitación.

—Ahora te das cuenta de que tú y yo somos tan diferentes, ¿lo ves? —asintió mordiéndose el labio.

—Sí, tú eres millonario y yo soy tu empleada —cerré los ojos unos segundos, exhalé con fuerza y los abrí de nuevo.

—No me refiero a eso, Angel. Mírame y dime que esto está bien —se encogió de hombros de manera inocente.

Es imposible que no me gustes cuando haces ese gesto tan natural.

—Yo solo veo a un hombre roto, nada más —musitó.

No puedo con esta mujer.

—Estoy roto, Angel y ni tú ni nadie me puede reparar, te mereces a alguien mejor, alguien que no lleve consigo tantos demonios, alguien que te pueda dar una vida digna, alguien que te ame como lo mereces —cada palabra me sabía a dolor. Le estaba mintiendo descaradamente en la cara, sin embargo, no me iba a retractar de lo que dije.

—Sí, tienes razón, me merezco algo mejor que tú y todo lo que representas. Ahora si me permites voy a ver a mi tía Marie. Hasta mañana, Hunter —dijo seria, muy seria para ser mi Angel.

Pacto con el diablo. (COMPLETO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora