Capítulo 1

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Soy una persona normal, todo lo normal que se puede ser con 26 años, una carrera terminada y trabajando en los negocios familiares hasta que el mundo laboral me dé una oportunidad.

Mi familia es la dueña de un bar, donde trabajan mis padres y mi abuelo. Mi abuelo, ¡qué sería yo sin mi abuelo! Sinceramente...nada. Somos una familia grande, muy grande. A la cabeza de mi familia se encuentra mi abuelo Pelayo, una persona honesta, buena y da los mejores consejos del mundo. Si tienes un problema, lo mejor es acudir a él, ya que te escuchará sin juzgarte, ¡qué, ojo!, para una persona de su edad… Es sorprendente la empatía que tiene en ciertos asuntos. Mis padres, Marcelino y Manolita. Bueno, más bien son mis tíos, mi madre era hermana de Manolita, pero murió en un accidente junto a mi padre. Es algo que no suelo contar, ya que desde el minuto uno que mis padres me llevaron a casa, los sentí como tal. Ellos me apoyan en todo, aunque tengo mis más y mis menos, con mi padre. Mi madre, siempre dice, que es porque tenemos el mismo carácter (somos muy cabezones e impulsivos), y por eso chocamos mucho. Pero no somos nada rencorosos y al final siempre acabamos cediendo y como si no hubiera pasado nada.

Ahora mis hermanos… Puede sonar un poco extraño, para la época en que vivimos, que diga que tengo 7 hermanos. Pues sí, tengo 7 hermanos: Leonor, Lola, María, Manolín, Marisol, Ciriaco y Catalina. Pero no penséis que vivimos todos  en la misma casa, ¡qué locura! Leonor vive en México con su marido y sus hijos. Lola vive más cerca, en Barcelona, con su marido y sus hijas. Después, está María, que vive con su marido Ignacio, aquí en Madrid. Aunque ya no viva en casa, siempre está por aquí ayudando con los más pequeños o comiendo en casa los domingos. Porque en mi familia no hay domingo sin comida familiar. Es nuestra tradición y ¡bendita tradición! Manolín y Marisol, son más pequeños que yo, se fueron a estudiar el bachillerato a Londres con una beca. Quién nos iba a decir a nosotros que a Manolín le iban a dar una beca… Nadie. Pero al final, con la ayuda de Marisol y de todos, ambos lo consiguieron. Yo sigo pensando que copió o hizo trampas, pero bueno, es bonito ver como tus hermanos consiguen lo que se proponen. Y por último, están los más pequeños. Ciriaco que apunta maneras de superar a Manolín, en lo trasto que era de pequeño, y Catalina, es un sol de niña, yo tengo devoción por ella.

Bueno, que me desvío... Trabajo en el bar de mi familia, no es que me disguste pero me gustaría mucho trabajar de lo mío. ¿Qué es lo mío? Pues después de empezar dos carreras, Administración y Dirección de Empresas y Psicología. Primero me decanté por ADE, pensando que así podía ayudar a mi familia con sus negocios, pero a quien quería engañar, eso no era lo mío. Después, probé suerte con psicología, que me llamaba un poco la atención, pero no me llenaba totalmente. Y a la tercera, encontré mi verdadera vocación. Siempre mi madre me lo dijo, hija se te dan muy bien los niños ¿qué tal magisterio? Pero yo pensaba, que solo se me daban bien mis hermanos y mis sobrinos, pero fue hacer las prácticas de la carrera y enamorarme de la profesión. Lo que pasa, es que no solo basta con hacer la carrera y ya te colocan en un colegio, no. Tienes que prepararte unas oposiciones, qué vete tú a saber cuándo las sacan. Así qué, aquí estoy, trabajando y preparándome unas oposiciones sin fecha.

Trabajar en el bar tampoco es malo, me lo paso bien, conozco a gente, me distraigo de estudiar y voy ahorrando. ¡Ah! Se me olvidaba, hay veces que también ayudo a mi hermana María en su pub, el King’s. Siempre me llama cuando falta alguien o cuando ve que se va a llenar mucho y necesitan más camareros. No me gusta mucho trabajar en la noche, pero por la familia se hace cualquier cosa.

Está mañana, como todas las mañanas, me he vestido y he bajado a ayudar a mi abuelo con los desayunos.

- Charrita, buenos días –me dijo mi abuelo nada más entrar al bar.

- Buenos días abuelo –le di un abrazo, un beso y me fui a dejar las cosas para ponerme el mandil, ya que habían varias mesas ocupadas.

Mientras atendía las mesas, las vi. Era una pareja, bueno, lo supuse por cómo se trataban, parecían felices y eso me hizo sonreír, porque pensé en lo bonito que podía ser el amor. Con esa sonrisa de tonta que se me puso, fui a atenderlas.

- Buenos días, ¿Qué os pongo?

- Dos cafés con leche y… ¿porras? ¿Te apetecen porras cariño? –dijo la morena.

-Vale, como quieras. –contestó su acompañante

-¡Marchando!

Qué tiernas me parecieron, a decir verdad. También muy guapas. Eran dos chicas de mi edad más o menos, una morena con el pelo rizado y la otra castaña con el pelo liso. Pero la morena era... Mira que he visto a personas guapas, atractivas…, pero lo de esta chica no era normal. Tenía una sonrisa que te hipnotizaba, que te invitaba a sonreír con ella y a quedarte ahí observándola como quien observa el cuadro más bonito del mundo o esa escena que tanto te gusta de tu película favorita. Bueno, y unos ojos… ¡Qué ojos! ¡Qué mirada! Admito que me fijo mucho en los ojos de la gente. Pienso que mirando a los ojos, una persona te puede transmitir mucho más que manteniendo una conversación de horas. Conocéis esa frase que dice “los ojos son el espejo del alma”, pues para mí, tiene toda la razón, y creo que esta chica tiene el alma más bonita que he visto jamás. Y un color de sus ojos… Que te podías perder perfectamente en ellos, sin miedo a no volver nunca más a la realidad.

Les llevé lo que pidieron y seguí con mi trabajo. De vez en cuando miraba hacia su mesa (puede parecer un poco psicópata, pero es que me parecían tan tiernas…) y veía como se trataban, con qué cariño, y soñaba con poder vivir eso algún día.

Yo no he sido de relaciones largas, siempre lo he dicho, tengo una maldición, porque si no, no me lo explico. Cuando empiezo algo con alguien pasa siempre alguna cosa: Luisi me voy a vivir al extranjero, lo siento pero no he olvidado a mi ex, eres una persona maravillosa pero me tengo que centrar en mis estudios. En conclusión, siempre he pensado que tengo mala suerte y no voy a poder vivir un amor de película que dure más que un cuatrimestre. Mis amigas siempre me envían los típicos memes de un esqueleto sentado que dice "esperando al amor de mi vida”. Ahora ya me río, porque la verdad que después son ellas las que me aguantan llorando.

Me considero una persona muy romántica. Espero a ese amor que te haga sentir como nunca nadie te ha hecho sentir. Aunque lleves varios años, te sigas poniendo nerviosa tras horas sin verle, que te haga flotar pero con los pies en el suelo. Ese amor que te enseñe a vivir separados pero elijáis caminar juntos, de la mano, que te apoye, te escuche y lo más importante que te quiera de la forma más sana que puedas querer a alguien, sin condiciones. Siempre he pensado, que cuando encuentre a esa persona que me haga sentir un amor inefable, el cual no se pueda explicar con palabras, esa será mi persona. Pero a día de hoy, nadie me ha hecho sentir eso. Al principio de la relación, siempre piensas, está será la definitiva, pero luego con el tiempo te das cuenta que no, que solo ha sido la emoción del comienzo y estabas equivocada.

No he tenido muchas relaciones, mi relación más larga fue con una compañera de la carrera que estuvimos un año y medio. ¿Por qué se acabó? Le concedieron un Erasmus para irse a estudiar fuera y me dijo que esa experiencia solo se vivía una vez en la vida y que no quería hacerme daño, ya que ella no estaba preparada para relaciones a distancias. Luego me enteré del verdadero motivo, no quería irse con novia. Bueno, por lo menos, me dejó antes de acostarse con media Suiza. Después de Ana, he tenido mis líos, algunos más largos que otros, pero ninguno me ha hecho sentir que es el adecuado, por eso, sigo esperando.

Mis días son de lo más normales, voy por las mañanas al Asturiano (así se llama el bar de mi familia) a ayudar a mi abuelo. A las 2 voy a por mis hermanos pequeños al colegio. Me gusta ir a por ellos y así me cuentan qué tal les ha ido en el cole. A Catalina le encanta ir al cole y siempre sale feliz contándome todo lo que ha aprendido. Ciriaco…, bueno, a él no le gusta tanto, dice que su asignatura favorita es el recreo, y no le culpo, a todos alguna vez en la vida nos ha gustado más el recreo que cualquier asignatura. Pero con él nunca se sabe, constantemente está metido en algún lío. Cuando los recojo siempre me pongo nerviosa por saber qué habrá hecho hoy, y si su maestra querrá hablar con mis padres. Cuando no es así, lo felicito, a ver si de esa forma deja de darles tantos disgustos a mis padres.

Por las tardes, si necesitan mi ayuda en el bar, bajo a ayudarles. También me gusta bajar para que mi abuelo descanse, ya va teniendo una edad que debería bajar el ritmo, pero él siempre me contesta lo mismo: “charrita ya tendré tiempo para descansar, ahora tengo que estar aquí, al pie del cañón”. Cualquiera  le lleva la contraria. Si no estoy en el bar o en el King’s, estoy estudiando.

Así que sí, soy una persona de lo más normal del mundo.

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Gracias patitucha por tus consejos, que quién sabe, quizás sin ellos no estaría el boceto hecho fic 🙂

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora