Capítulo 13

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Los sábados por las mañanas el Asturiano era una locura. Llevaba desde las 8 de la mañana sin parar, sirviendo desayunos, cuando mi padre me dijo que recogiera las mesas de la terraza. Estaba recogiendo y limpiando mesas cuando se acercaron Amelia y Nuria.

- ¡Hola Luisita! ¿Nos podemos sentar? –dijo Amelia.

- Sí, claro, donde queráis. –dije mientras limpiaba una mesa–. ¿Qué os pongo?

- Yo quiero un café solo y media tostada con aceite. –dijo Nuria.

- Pues yo… ¿te quedan churros? –preguntó Amelia.

- Creo que sí. Pero no estoy segura.

- Bueno si no hay churros, ponme media tostada con tomate y un café con leche. Si hay, tráeme el café y unos churritos, por favor.

- Vale. Ahora os lo traigo todo.

Me metí a la barra y aproveché que mi padre esta preparando una comanda para escribirle a Marina.

Yo
Marina
Amelia está en el Asturiano. Hoy es un buen día para que la sigas
No trabajas, no?

Marina
Estás de suerte Luisi!
Tardo 5 minutos.
Prepárame un café para llevar, que así rindo mejor!

Yo
Venga, voy a tardar un poco en servirles para que te dé tiempo.
Pero no tardes mucho!

Así lo hice, le dije a mi padre que mejor preparaba yo la comanda de la terraza. No sé si habéis visto la película de Zootrópolis, pero ahora mismo, podría estar haciéndole competencia al perezoso.

Cuando vi que había pasado un tiempo razonable, les serví el desayuno.

- Perdón, perdón. Se nos había acabado el café, y no lo encontrábamos. –dije un poco apurada. Si había que disimular se hacía y bien.

- No te preocupes Luisita, si tenéis el bar hasta la bandera. Es comprensible. –dijo Amelia.

Les dejé el desayuno en la mesa y entré dentro. Habían pasado más de 10 minutos desde que le escribí a Marina. O le había pasado algo, o no me explicaba porque no estaba ya aquí. Me puse a secar vasos a ver si así, el tiempo pasaba más rápido, cuando Marina entró.

- Lo siento Luisi, es que no encontraba esto. –sacó de su bolso una gorra negra.

- ¿Para qué quieres eso Marina?

- Pues para que no me reconozcan, es obvio ¿no?

- Me estás queriendo decir, que has tardado más por buscar una gorra… ¿tú qué te piensas que vas a hacer?

- Espiar, Luisi, espiar. –dijo mientras la volvía a guardar en el bolso–. Bueno, ¿me pones el café? No quiero que se me escapen las tórtolas.

- Voy, pero sabes que solo tienes que seguir a Amelia. Aunque no estoy segura de si va a ir al teatro. La semana pasada sí fue el sábado.

- Tío Luisi, tienes memoria para lo que te interesa. Bueno, yo la sigo, si veo que no va hacia el teatro, disimulo. Tú no te preocupes.

Mientras le hacia el café a Marina, vi como mi padre salía fuera a cobrarle a Nuria y a Amelia. Pagaron y se levantaron de la mesa.

- ¡Marina, corre! –dejé el café en la barra–. ¡Qué se te van las tórtolas!

- ¡No, eso sí que no! –dijo mientras cogía el café y se ponía la gorra.

- ¡Escríbeme el minuto a minuto, como en los partidos de fútbol!

- No te preocupes Luisi, estamos en contacto. –y salió del Asturiano.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora