Capítulo 53

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Me paré justo en la puerta del King’s. Necesitaba respirar antes de afrontar la bronca, bien merecida, de María. Lo que había hecho, aparte de ser poco profesional, era de ser muy inmadura. Porque la jefa es mi hermana, si fuera otra persona, me hubiera puesto de patitas en la calle y se hubiera encargado de que no me hubiese contratado nadie nunca jamás. Vale que este no sea mi trabajo de ensueño, pero me daba para mis gastos y para ahorrar.

Me armé de valor y crucé la puerta. Bajé las escaleras, escuché la música de fondo y un poco de murmullo de gente. Eso significaba que el local no estaba muy lleno. Y así era, apenas había dos mesas ocupadas con un par de personas sentadas en cada una. Miré la barra y solo estaba María, así que fui directa a ella.

—Buenas tardes —dije con la vista agachada.

—Buenas tardes, Luisi —comentó mientras secaba unos vasos.

—Ya veo que hay poca gente. —Me acerqué a la barra y me senté en un taburete.

—Sí, estarán de resaca —soltó mirándome.

—María, sé que no tengo perdón. Te dejé tirada una noche importante para el local, pero quiero que sepas que lo siento muchísimo. Y veo lógico y normal que no me pagues la noche, además de descontar todo lo que me bebí. No te puedo decir cuántos chupitos fueron, pero vamos, si añadimos los que invité, dos botellas de tequila mínimo —le expliqué.

—Luisi, lo de no pagarte lo tenía bien claro. Lo de las botellas, bueno, siempre hemos invitado a los clientes, no pasa nada. Pero quiero dejarte claro una cosa, no habrá próxima vez —añadió mirándome fijamente.

—¡Dios, María! Es que me siento fatal. —Apoyé los codos en la barra mientras mis manos sujetaban mi cabeza.

—¿Te duele?

—¡Qué va! Es la culpa y la vergüenza que siento en estos momentos.

—¿Quieres un café? —preguntó sonriendo.

Aunque fuera tarde, lo acepté. Cuando te acostumbras a tantos cafés, llegas a un punto que aunque te lo tomes a las diez de la noche, no te hace absolutamente nada.

Me lo puso y me contó cómo había transcurrido la noche. Habían terminado cerca de las siete de la mañana y antes de acostarse, María había invitado a los camareros a churros en el Asturiano.

—Por cierto, toma. —Sacó de debajo de la barra mi bolso y me lo entregó—. Te he cargado el móvil porque supuse que se te había quedado sin batería.

—Muchas gracias —dije mientras lo cogía.

Mi hermana salió a atender a unos clientes, mientras yo buscaba mi móvil para escribirle a Amelia.

Vi la multitud de llamadas y mensajes que tenía de la noche anterior, pero pasé de ellas y fui directa a su conversación.

Yo
Ya tengo móvil!
Te echo de menos🥰

—Oye, Luisi, estaba esperando a que me lo contases, pero… ¿Dónde has dormido? Porque por lo que me ha comentado el abuelo esta mañana, no habías vuelto y no me lo has dicho cuando me has llamado —comentó mientras entraba a la barra a preparar la comanda.

—En casa de Carla, es que al dejarme todo aquí, me dio cosa llamar al timbre de casa, volvimos al King’s, pero el tipo que contrataste no me dejó entrar por la que llevaba encima y me quedé dormida en un portal. Vamos que la pobre Carla como pudo me llevó a su casa y eso —le conté avergonzaba mientras miraba cómo preparaba dos gin tonics.
 
—Lo que tuvo que aguantar Carla ayer contigo. Un segundo que ahora vuelvo —señaló las dos bebidas que había preparado.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora