Capítulo 8

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Fui al King’s como había quedado con mi hermana. Por suerte, no tenía que trabajar , Gonzalo se ocuparía de todo mientras nosotras preparábamos los detalles de la fiesta del sábado. Entré directamente al despacho, ya que conociendo a María, seguro que no solo tenía que ayudarla a recortar los cartones.

- ¡Buenas tardes! La mano de obra ya está aquí.

- Buenas tardes Luisi, veo que vienes con ánimos de trabajar.

- Eso significa que no solo hay que recortar, ¿verdad? –le dije mientras me sentaba en la silla enfrente suya.

- Es que se me acaba de ocurrir hacer un cheque para entregárselo al ganador.

-Claro, qué casualidad… ¿Cómo lo quieres? Tipo folio, A3, en un cartón un poco más grande…dime. –le dije irónicamente.

- No sé Luisi, la creativa eres tú. Yo te dejo libertad. Voy a empezar a recortar y tú te encargas de eso.

Mucha fe tenía mi hermana en mí. Era verdad que todo eso de pintar, recortar, etc., me gustaba. Otra cosa es que se me diera bien. Cuando tuve que hacer dibujos a mano alzada en la asignatura de plástica de la carrera, más pena no pude dar. Siempre pensé que la profesora me aprobó esas prácticas por el esfuerzo o por pena, porque el resultado fue desastroso. Pero es que mi hermana María para estas cosas, era peor que yo.

Al final, tras varios intentos por hacerlo a mano, y que ninguno me gustase, opté por buscar en internet algún cheque y cambiarle un par de cosas.

- María, yo creo que así está bien. Además, que no entiendo porqué no lo has encargado en la imprenta. –giré el ordenador para enseñárselo.

- Luisi te lo he dicho, porque se me ha ocurrido ahora. Anda, ayúdame a recortar. –me pasó unas tijeras.

Guardé el documento para llevarlo a imprimir y cogí unas tijeras para ayudarle.

- Oye María, ¿yo el sábado tengo que venir a trabajar, o puedo disfrutar del bingo tranquilamente? –puse cara de buena.

- Pues depende…Si hay mucha gente y necesitamos ayuda, pues te tocará meterte en la barra. Si la cosa está normalita, pues a disfrutar.

- Luego llamaré a Marina a ver si se anima. Ojalá me toque la cena. –suspiré.

- Es para dos, eh Luisi… –me miró.

- ¿Estás insinuando algo María?

- Dios me libre Luisi. –levantó sus manos.

- Además, si me toca iría con Marina, o se la regalaría a los papás. Que hace mucho tiempo que no se van solos a cenar. Seguro que a papá le encantaría ir a ese sitio. ¿Tú has ido?

- Claro, en la inauguración. Un amigo de Ignacio es uno de los socios y nos invitó. Es una pasada. Yo también pensé en papá cuando estuve allí, a él le encantaría. Si quieres le podemos regalar una cena para los dos, porque si la pagamos a medias no nos saldría tan cara.

- Pues no es mala idea. Y por cierto… quién cante línea, ¿qué le toca? –dije pensativa.

- Había pensado en regalarle una botella para que la consumiera aquí el sábado, ¿cómo lo ves? En las redes sociales, solo he anunciado lo de la cena, pero creo que también voy a poner lo de la botella, ¿qué te parece? Seguro que así la gente se anima más, sabiendo que también hay premio para la línea.

- Es buena idea. Además, ¿vas a hacer lo de siempre con los cartones? Por cada consumición un cartón, así era, ¿no?

- Correcto. Con cerveza y refresco, un cartón. Con copa, dos.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora