Capítulo 15

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Hoy había dormido un poco más. Las vueltas en la cama y los sueños raros dejaron de estar presentes. Quizás la conversación con Marina me vino bien para darme cuenta que todo lleva su tiempo. Mi lado impaciente tenía que relajarse.

Bajé al bar y empecé a ayudar a mi padre con los desayunos. Hoy mi abuelo se encargaba de ir al mercado. Le dije, si quería que lo acompañase, pero se negó. A él, aunque no lo admita, le gusta ponerse a hablar con todos los tenderos.

Ya llevaba un rato en el bar, cuando vi entrar a Nuria. Venía sola, me resultó un poco extraño, pero no quería especular nada, que me conozco y me iba a montar la película digna de un óscar.

- ¡Buenos días Luisita!

- Buenos días Nuria, ¿qué te pongo?

- ¿Tienes vasos para llevar?

- Sí.

- Pues ponme un café solo para llevar, por favor.

Empecé a preparárselo. No se la veía triste, ni afectada, ni con cara de mi novia me ha pillado engañándola. Se la veía muy entera.

- Aquí tienes. –dejé el café en la barra.

- Gracias. Toma. Cóbrate.

Cogí el dinero, le di la vuelta y tras regalarle una de mis sonrisas más falsas, seguí a lo mío. Al rato, mi padre me dijo que preparase un par de tortillas, mientras él esperaba a que llegase el proveedor de cerveza. Mientras pelaba las patatas, pensé en escribirle a Marina y contarle que Nuria había venido al bar. Pero no me pareció tan relevante.

Mi mañana pasó entre hacer un par de tortillas y escuchar a mi padre hablar con Sebas sobre fútbol.

Aunque no hubiera avisado a María, hoy tenía pensado hacer lo mismo de ayer. Plantarme en el King’s toda la tarde. Total, ¿que podía pasar? ¿Perder toda la tarde esperando algo que no iba a suceder? Puede ser… ¿Mi hermana María sospecharía algo de lo que le estoy ocultando, o me mandaría a casa? Todas las opciones estaban encima de la mesa, pero bueno, si me quedaba en casa estaría repitiéndome “y si…”.

A las 5:30 estaba ya en el King’s. Entré y María no estaba, estaba Miguel.

- Hola Miguel, ¿y mi hermana?

- ¡Hola Luisita! Pues me ha dicho que venía más tarde, a eso de las 6:30.

- ¡Ah genial! Pues si no te importa, ¿me puedes poner un café con leche?

- Claro Luisita.

Saqué mi portátil y en la barra me puse a hacer cosas, mientras me bebía el café. Tal y como dijo Miguel, mi hermana apareció al rato.

- ¿Luisi, qué haces aquí?

- Pues…esperarte.

- ¿A mí? ¿Ha pasado algo?

- No, no, es solo que…quería saber si este finde me toca trabajar. –mi hermana me miró con cara de circunstancia.

- ¿Has venido para preguntarme eso? ¿Tú no sabes que existen unas cositas llamadas móviles, que sirven para llamar, hablar con la gente y en estos casos, la gente normal los utiliza?

- María, ¿qué pasa, no puedo venir y decírtelo en persona? Así también te veía.

- Luisi, nos vimos ayer. Además, siempre estás con la cantinela de “tengo mucho que estudiar, no tengo tiempo para nada, al final me va a pillar el toro y aún no hay fecha para los exámenes”, ¿sigo?

- ¿Qué pasa, que tú no te saturas? Pues yo sí, y cuando me saturo tengo que cambiar mis rutinas, salir de mi zona de confort… Todas esas cosas. Y claro, estaba en casa con el ordenador trabajando, con esos ruidos infernales que hacen tus hermanos cuando se pelean, y me he dicho a mí misma, Luisi, ¡vámonos al King’s!

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora