Capítulo 10

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Al final tenía razón, María e Ignacio no aparecieron para comer pero, yo tampoco es que me levantase a la hora de la comida. Sobre las 4 de la tarde me desperté. Apenas me dolía la cabeza y tenía buen cuerpo, así que me levanté a comer algo. Mi madre me dijo que no me habían despertado para comer con ellos, porque me oyeron llegar, y seguramente preferiría dormir. Yo lo agradecí, era más grande mi cansancio que el hambre.

Terminé de comer y me metí en la ducha. Necesitaba pensar y qué mejor que hacerlo con el agua cayendo sobre mí. Desde que me desperté había un tema que me rondaba la cabeza. El mismo que me rondaba justo antes de dormir. Amelia.

La conversación que había escuchado en el baño del King's no paraba de retumbar en mi cabeza. Las palabras que Nuria le había dicho a Sofía se me habían grabado, incluso más que cuando escuchas una canción y no dejas de tararearla. ¿Sería cierto que la relación de Amelia y Nuria no estaba pasando por un buen momento? Yo siempre las veía bien, pero claro, todo podía ser una fachada, y a la hora de la verdad, no fuera oro todo lo que reluce.

Estaba ya vestida cuando pensé que lo mejor sería hablarlo con alguien. Además, no era un secreto. Si lo fuera, no hubieran mantenido esa conversación en el aseo de un pub lleno de gente. Aunque por otro lado, un poco secreto sí que era, ya que Amelia seguramente aún no lo supiera. Pero bueno, a mí nadie me ha dicho, mira Luisi guárdame el secreto. Que sí, que no sabían que estaba allí metida, y había escuchado una conversación privada. Soy consciente de que si Nuria me hubiera visto, seguramente hubiera hecho lo que hizo aquella tarde en el King’s, separarse de esa tal Sofía, o tratarla como una amiga, al igual que lo llevaba haciendo toda la noche.

Me decidí por llamar a Marina pero me saltó el contestador. Miré la hora y ya eran más de las 6, así que solamente podía hacer una cosa, ir a hablar con María. Necesitaba soltar este peso que llevaba cargando desde anoche, y mi hermana seguramente me daría buenos consejos.

En menos de diez minutos ya estaba entrando por el King’s. Vi a Gonzalo y no hizo falta ni hablar, me señaló al despacho.

- ¡Ay María! Menos mal que te encuentro. –entre en el despachó apresuradamente.

- ¿Y esa cara que traes? ¿Qué te pasa? –dijo preocupada.

- Necesitaba hablar con alguien y Marina no me coge el teléfono.

- Ah, ¿qué soy tu segundo plato? –dijo poniendo cara de indignada.

- ¡Qué dices tonta! Si yo es por tener varias opiniones…

- Claro, claro..., venga siéntate y me cuentas qué te pasa.

- Que no se qué hacer María. No paro de darle vueltas y no consigo encontrar solución.

- Pero me puedes decir qué pasa Luisita. ¡Me estás asustando!

- A ver, cómo te lo cuento…Tú te acuerdas de Amelia y su novia, ¿verdad?

- Ajá. –afirmó con la cabeza.

- Y también te acuerdas que te conté, que había visto a la novia, varias veces aquí en el King’s con otra chica…

- Luisi… ¿ya estamos con tus películas? –suspiró.

- ¡Qué no María! ¡Qué no! No me interrumpas, que si no, nos podemos tirar aquí todo el día.

- Es que vas demasiado lenta, dale un poco de vidilla a la historia. Ahora entiendo porqué Cata siempre quiere que le leas tú los cuentos, claro, así se aburre y se duerme rápido. –empezó a reír.

- Oye María, ¡qué esto es serio eh! –dije indignada y ella hizo el gesto de cerrarse los labios con una cremallera–. Pues anoche, fui al baño antes de que empezaras el bingo. Y estaba yo ahí metida haciendo pipí tan tranquila cuando entró Nuria al baño. Al segundo entró otra persona y empezaron a hablar. Bueno que la otra persona era la tal Sofía, la que se llevó el bingo. Claro, yo reconocí la voz de Nuria y escuché besos. ¡Besos! También escuché como Nuria le decía a la otra que estuviera tranquila, que las cosas con Amelia no estaban bien y que la iba a dejar. –mi hermana abrió los ojos sorprendida–. Sí, sí, así me quedé yo. ¡Qué va a dejar a Amelia, la muy pájara! Mira que yo sabía que ni relación abierta, ni relación de 3, ni ninguna tontería. ¡¡Cuernos María!! ¡Cuernos! A Amelia… yo no me lo explico. –dije poniéndome la mano en la cabeza.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora