Capítulo 17

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El sonido de mi móvil sonando me despertó. No sabía ni qué hora era.

- Mmmmm

- ¡Hija!

- Dime papá.

- Aquí en el bar hay una chica que pregunta por ti. Dice que tienes algo para darle.

- ¡Ay sí! Dile que en 5 minutos bajo.

- Vale, yo se lo digo.

¿Sería Amelia? Ojalá. Aunque solo hubiera pasado… ¿un día? Tenía ganas de verla y saber cómo va. Me puse lo primero que pillé y bajé corriendo al bar.

- Hola abuelo, me ha dicho mi padre que hay una chica esperándome. ¿Dónde está?

- En esa mesa hija. –me señaló una mesa. Me giré y para mi decepción, no era Amelia.

Me acerqué a la mesa.

- Hola…

- Hola, ¿tú eres Luisita?

- Sí.

- Yo soy Natalia. Encantada. –se levantó y me dio dos besos–. Creo que tienes algo para darme, ¿verdad?

- Sí. Voy a por ello.

EntrEntré a la cocina en busca de la mochila que me había dado Nuria y me acerqué a Natalia.

- Toma, Nuria me dio esto. –se la entregué.

- Muchas gracias.

- Oye, ¿cómo está Amelia? –me dio un poco de vergüenza hacerle esta pregunta, pero si no se la hacía, sabía que me arrepentiría.

- Te lo puedes imaginar, destrozada. La verdad que no se lo esperaba para nada. Bueno ni ella ni nadie. Yo no me lo hubiera imaginado nunca, se las veía tan felices… Y más ahora que Amelia iba a estrenar la obra, estaba súper ilusionada y esto ha sido un jarro de agua fría.

- Ya, me lo imagino. –miré la hora–. Mira porque ya es un poco tarde, sino te daba unos churros que a ella le gustan mucho. Aunque espera. –fui a la barra, le pregunté a mi abuelo si él recordaba algo que le gustase a Amelia, y cómo no se iba a acordar él–. ¿Tienes mucha prisa?

- No, ¿por qué? –dijo Natalia.

- Porque mi abuelo va a prepararle unas croquetas y así os las lleváis para comer.

- No hace falta Luisita.

- Sí, insisto. Que me ha dicho mi abuelo que las probó y le encantaron.

- Bueno, si insistes, me espero. –Natalia sonrió.

Mi abuelo tardó poco en sacar un táper con croquetas y dármelo.

- Toma Natalia. –se lo di.

- ¿Cuánto es?

- No, no, nada. Le dices a Amelia que son de parte de mi abuelo y mías. Que ojalá pueda venir pronto a desayunar. Aunque no sé si eso le hará bien. –hice una mueca.

- ¿Por qué dices eso? –preguntó Natalia.

- Porque venía a desayunar aquí con Nuria, también venía sola, pero la mayoría de veces venían juntas. Así que quizás, le traiga recuerdos si viene.

- No te preocupes Luisita, que si como tú dices, a Amelia le gustaban los churros y esto –levantó la bolsa con el táper–, estoy segura que volverá. Además, yo soy una fanática de las croquetas, como estén buenas, aquí nos tendrás a las dos comiendo croquetas hasta reventar.

- Seguro que te gustan, no he conocido a nadie que no le gusten las croquetas de mi abuelo. Deberían ser patrimonio de la humanidad. –sonreí.

- Bueno Luisita, me voy a ir. Gracias por las croquetas y por guardarme la bolsa.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora