Capítulo 7

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La mañana estaba siendo muy tranquila, aunque para ser mitad de semana, era lo más normal. Viendo la paz que había en el bar, le dije a mi abuelo que me iba a poner en una mesa en la terraza para repasar unas cosas en el ordenador. Si la gente se animaba y el bar comenzaba a llenarse, entraría a ayudarlo.

Estaba con mi portátil cuando una voz hizo que me sobresaltara.

- ¡Hola Luisita!

- ¡Ay! –puse la mano en el pecho–. Hola Amelia.

- Perdón si te he asustado. –dijo sonriendo.

- No, no te preocupes, es que estaba aquí tan concentrada…–señalé al ordenador– ¿Qué vienes al bar?

- Sí, había quedado con Nuria, ¿sabes si está dentro? –señaló la puerta.

- Que va, dentro está vacío, por eso me he puesto aquí fuera a hacer unas cosas de la oposición.

- ¿De la oposición? –dijo un poco extrañada.

- Sí, las oposiciones de maestros. Es que soy maestra y me las estoy preparando, pero como no tienen fecha exacta, voy poco a poco. –le expliqué.

- Mi padre quería que estudiase magisterio o enfermería… –bajó un poco la cabeza mientras su rostro se volvía serio.

- ¿Y tú no querías, no? Tú querías ser actriz –sonreí.

-  Correcto.  Él decía que ser actriz no era una buena carrera para su hija porque ese mundo solo traía problemas… Pero no te quiero molestar Luisita.

- No molestas Amelia… ¿Quieres sentarte? Así mientras viene Nuria te hago compañía, si quieres. –dije mientras le ofrecía asiento.

- Vale, pero con una condición. –sonrió.

- ¿Cuál?

- Que me dejes invitarte a una cerveza, que te la debo. Aunque si no quieres cerveza, puedo invitarte a cualquier otra cosa, estamos en un bar  –levantó la mano y señaló la puerta del Asturiano.

- Una cerveza está bien…Espera –dije mientras me levantaba de la silla– voy a por ellas.

- No, no, tú espérate aquí, así entro y saludo a tu abuelo. –dijo cogiéndome del brazo y con ese ligero contacto, mi piel se erizó.

- Está bien. –Suspiré, me sonrió y se metió dentro del bar.

Mientras Amelia estaba dentro hablando con mi abuelo, yo no dejaba de pensar en lo buena que parecía Amelia y la suerte que tenía Nuria. También en lo guapa. Hoy estaba extremadamente guapa. Iba con un vaquero, una blusa amarilla y un pañuelo en la cabeza a juego. Un  modelito cualquiera que, si se lo pone otra persona, no le quedaría tan sumamente bien como le queda a ella. ¿Habrá algo que le quede mal a esta mujer? Mientras divagaba conmigo misma, Amelia volvió con dos cañas en la mano.

- Aquí están las cervecitas bien frías. –las puso en la mesa y se sentó a mi lado.

- Muchas gracias Amelia, no hacía falta.

- Que sí Luisita, además Nuria me acaba de avisar que su reunión se ha atrasado y va a tardar un rato en llegar.

- Vaya… –cogí mi cerveza para darle un trago.

- Pero cuando te tengas que ir, te vas ¡eh! Que tampoco quiero estar aquí reteniéndote. –sonrió.

- No digas tonterías Amelia, si hasta –miré el reloj– dentro de una hora, no tengo que ir a recoger a mis hermanos al colegio.

- ¡Anda! ¿Tienes más hermanos? Pensaba que solo eráis María y tú.

- ¿Solo María y yo? –comencé a reírme–. ¡Qué va! Si somos 8 hermanos.

Aunque tú no lo sepasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora